"El nuevo acuerdo constitucional es mucho más elitario que el 15-N"
Prácticamente un mes de manifestaciones ininterrumpidas, violencia en las calles y saqueos, sin pretender dejar de lado la reivindicación de demandas legítimas por parte de la ciudadanía, fue lo que motivó a la clase política, desde la UDI hasta el Frente Amplio, con excepción del PC, a suscribir -tras 15 horas de intensas negociaciones- el histórico "Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución", firmado el 15 de noviembre de 2019.
Para muchos, ese hito significaba darle una salida pacífica a la crisis política y social que se había desatado -sin intención de calmarse- el 18 de octubre; sin embargo, el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, lo interpretó como el pacto social que terminó "excluyendo en definitiva al Chile que despertó".
En las antípodas de esa afirmación estaba el amigo de la infancia de Sharp en Punta Arenas, su compañero ideológico y de militancia en Convergencia Social, Gabriel Boric, que quedó en la opinión pública como uno de los "padres" de ese acuerdo y de ese nuevo ciclo político que, para muchos, le abrió las puertas para estar hoy sentado en La Moneda. Mientras Boric reivindicaba esa vía pacífica, un molesto alcalde de Valparaíso decidió presentar su renuncia a Convergencia Social (CS) liderando una salida masiva de militantes descontentos con el acuerdo, la mayoría de ellos funcionarios de la municipalidad porteña cercanos a él.
En esta entrevista, el alcalde mira en retrospectiva ese acuerdo del 15 de noviembre de 2019 que, al menos en Valparaíso, no calmó los ánimos. Al contrario, la violencia se exacerbó, iniciándose un ciclo constitucional errático, con un Sharp que aún no recompone relaciones con buena parte de la izquierda y, sobre todo, con el hoy Presidente de la República.
- ¿Se arrepiente de no haber suscrito el acuerdo del 15 de noviembre de 2019 o cada día está más convencido de que fue lo mejor?
- Sigo pensando que el acuerdo de noviembre provocó un efecto de desmovilización en la sociedad chilena. Y no hablo solo de las manifestaciones en las calles o espacios públicos por parte de miles de personas, sino que me refiero a que el acuerdo apaciguó el estado de debate democrático que existía en el seno de las manifestaciones, ya que llevó la discusión y deliberación de la sociedad hacia el sistema político y los mismos partidos que generaron la crisis.
- ¿Cree que el proceso constitucional perdió fuerza ya en ese momento?
- A la luz de los hechos, el acuerdo fue determinante para el trabajo de la Convención y el resultado del plebiscito, ya que mientras más desmovilizada está la sociedad, más poder e influencia tienen las redes sociales y los medios de comunicación masivos. Desde nuestra perspectiva, cualquier salida a la crisis política siempre debe ser con la participación y protagonismo de la población; de lo contrario, más que resolver la crisis, lo que el acuerdo permitió es que los mismos sectores cuestionados ganaran tiempo. Nuestro problema es cómo resolver las demandas de la sociedad con su participación y eso hasta ahora no ha ocurrido.
- En un contexto donde "octubrista" no es sinónimo de orgullo, ¿usted sigue prefiriendo octubre a noviembre?
- Esto no se trata de preferencias personales, pero hay un dato claro: la clase política y los poderes económicos están presos hoy de una amnesia súbita. Prefieren no recordar que el estallido social se produjo por los abusos y las desigualdades del actual modelo de desarrollo. Y si hoy la situación política nacional está peor que hace tres años, es debido a que no se han atendido ninguna de las causas que motivaron la indignación ciudadana. Es cosa de preguntarle a la ciudadanía y ver cuáles son los problemas no resueltos y qué instituciones son las que concitan más rechazo.
El frente amplio de hoy
- ¿El quiebre entre el Frente Amplio y usted no terminó marcando el destino de ellos, abriéndoles la posibilidad real de parecer una fuerza política lo suficientemente responsable como para poder hoy ser gobierno?
- Converso seguido con gente que es parte del FA y ellos reconocen que la coalición no es la misma a la de su fundación. Ahora, eso es evidente por todo lo que ha sucedido en estos años. Lo que uno puede apreciar es que el FA y el Gobierno han ido de forma acelerada avanzando a renunciar a una línea de transformación. El FA hoy gobierna sin proyecto claro y es difícil saber bien si es que tienen uno, más bien en muchas ocasiones tienden a mimetizarse con sus aliados del Socialismo Democrático. Además, es posible observar que no hay una relación constituida con los territorios y el mundo social.
- ¿No fue la derrota en el plebiscito, además de las urgencias económicas y la inseguridad, lo que los remeció y los hizo dejar de lado ciertas ideas?
- Desde nuestra perspectiva, han hecho una lectura equivocada del plebiscito, el grueso de la gente que votó Rechazo no es de derecha, no es ideológicamente conservadora ni menos fachos pobres; por tanto, sería muy apresurado afirmar que la sociedad tuvo un giro conservador profundo, todo lo contrario, sigue cansada de los abusos y las desigualdades.
- Usted y su sector aprovecharon el proceso constitucional que se inició con el acuerdo del 15-N y hasta tuvieron representantes en la Convención, a quienes se les apunta, junto a otros actores, como responsables de los intentos refundacionales que motivaron el Rechazo. ¿Qué piensa?
- La clase política tiene rechazo de todo aquello que no puede estar bajo su control, como es el mundo independiente, los movimientos sociales autónomos, los pueblos originarios o colectivos territoriales. Quieren ver en este mundo los grandes responsables de la derrota del 4 de septiembre; sin embargo, quienes acordaron los límites del proceso constituyente en el acuerdo del 15-N, quienes estuvieron en la primera mesa directiva de la Convención, quienes ganaron el gobierno no fueron precisamente estos mundos. Equivocan su lectura. Deberían estar concentrados y gastar sus energías en sumar fuerzas para enfrentar a aquellos sectores que hicieron todo lo posible por hacer fracasar el proceso constituyente, antes que denigrar, invisibilizar y subordinar a este mundo que debería reconocerse como un actor legítimo. Sorprendentemente, el Frente Amplio es particularmente cerrado en esto.
- De hecho, el Frente Amplio, desde Latorre hasta Bassa, se convenció de que la nueva Constitución debe ser minimalista y dejar de lado las inclusión de demandas sociales. ¿Está de acuerdo con el nuevo proceso constituyente que reinició el Congreso?
- Cuando las cosas se ponen difíciles, no es momento de renunciar a tus convicciones. Una Constitución que se proponga superar la crisis política y social que vivimos no puede ser un maquillaje a la Constitución de 1980. Creo que hay que revisar lo que se hizo mal para enmendar el rumbo. En este sentido, el acuerdo del 15-N fracasó. ¿Por qué volver a hacer lo mismo? Incluso, diría que el nuevo acuerdo constitucional es mucho más elitario, es más cerrado, tiene más baja densidad democrática que el del 15-N y ahí están metidos todos, los nuevos y los viejos partidos. Los territorios y la sociedad fueron expulsados del diálogo político, eso pasará la cuenta. No hay salida posible a la situación que vivimos sin la sociedad ni el debate.
"El FA hoy gobierna sin proyecto claro, más bien en muchas ocasiones tienden a mimetizarse con sus aliados del Socialismo Democrático".