Cartografiando el nuevo mapa local
En un interesante ejercicio, es posible sacar algunas conclusiones a partir de tres eventos ocurridos en Viña y Valparaíso esta semana.
El jueves y viernes de esta semana se sucedieron en Viña del Mar y Valparaíso tres eventos que, de cierta manera, pueden ayudarnos a cartografiar el nuevo mapa del poder en la zona. Eso, si somos capaces de abstraernos de las pasiones aceleradas, aceptar que en esta Región somos tanto o más centralistas que en Santiago, y conseguimos interpretar acertadamente las diversas pistas que nos entregan.
El primero de ellos (jueves, 12 horas) fue la décima versión de la entrega de los premios Ciudad Valparaíso de la Fundación Futuro, de Magdalena Piñera, quien insiste contra viento y marea en premiar diversas patriadas y aportes a la cultura porteña. El lugar era especial: el nuevo espacio La Compañía, restaurado por Puka, junto a su majestuosa vecina, la Iglesia de la Compañía de Jesús, ubicada a los pies del cerro Larraín, y dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Allí, con la presencia del provincial de los jesuitas, Gabriel Roblero, y del ya mítico cura Antonio Delfau (todo esto el mismo día en que Felipe Berríos renunciaba a la orden con escándalo), se premió a las "brochas locas" del Cerro Concepción, Lucy Briceño, el volantinero Carlos Almarza, Magdalena Dardel, el edificio de la Bolsa recuperado por la USM, Rafael Torres, y la librería Manuel Rojas del FCE, enclave porteño de López Obrador, fuego fatuo de Jorge Sharp y del Frente Amplio. Simultáneamente, la filósofa posmarxista belga Chantal Mouffe, también referente del FA, entraba de urgencia al IST de Viña y se frustraba el homenaje a su exmarido Ernesto Laclau en la U. de Valpo.
Esa misma noche (19 horas) la Fundación Piensa, en su noveno aniversario, reunió a casi 400 personas en el Sporting Club. Esta vez, con el marcado tono político que suelen tener estas citas, Piensa se decantó de forma irredargüible por el centro, homenajeando al amarillo Cristián Warnken y a la nueva directiva nacional de Evópoli. Gonzalo Bofill personalizó sus críticas en Fernando Atria y Sharp, dos personajes que por estos días cuestionaron la derrota constituyente del 4 de septiembre e hizo referencia dos o tres veces al gobernador regional Rodrigo Mundaca, quien jamás llegó al evento. Mucho diputado de derecha, mucho exseremi y mucho huérfano de Piñera 2, pero no asistieron altas autoridades de gobierno ni los alcaldes de Viña y Valparaíso. Una vez más.
El tercer encuentro (viernes, 10 horas) fue el del cambio de mando de la Primera Zona Naval, en el Museo Marítimo, donde el contraalmirante Fernando Cabrera -hoy en Directemar- fue reemplazado por el también C.A. Juan Pablo Zúñiga, exJefe de la Defensa Nacional en el Bío Bío para los oscuros días de la pandemia. A diferencia de los premios Ciudad Valparaíso y el evento de Piensa, este sí concitó la presencia de autoridades oficialistas. Anote: el gobernador Mundaca, el delegado presidencial (s), Fidel Cueto, la seremi Fernanda Moraga, los alcaldes Macarena Ripamonti y Freddy Ramírez (Sharp mandó en su reemplazo a Carla Meyer), dando cuenta de un llamativo giro en la relación cívico-militar de la zona, hasta solo ayer tan distanciados y que hoy (por mérito del CJ De la Maza o de Cabrera, vaya a saber uno; ¿no habrá ayudado en algo el retiro de la estatua de Merino?) cierra el año 2022 con una llamativa transversalidad. Raya para la suma: hoy, en la última semana de noviembre, los marinos tienen más onda con las autoridades de gobierno que la cultura, la Iglesia y el empresariado. Quién lo díría.