Violencia escolar y crisis educacional
Agresiones en aumento entre escolares son una manifestación más de la grave situación que afecta todo el sistema formativo nacional. La cuestión de fondo es si la sociedad en su conjunto asume la gravedad de la situación y tiene la capacidad y el calibre para acometer y ganar "la madre de todas las batallas".
La violencia escolar ya no es una novedad. Solamente en la Región de Valparaíso este año se han registrado 696 situaciones conflictivas entre estudiantes que han derivado en violencia, en agresiones.
Recientemente en redes sociales se mostró un video en el cual aparece una riña entre alumnas del Instituto Superior de Comercio en pleno centro de Viña del Mar.
Hay manifestaciones de alarma, recriminaciones, propuestas y declaraciones sobre una situación que se ha tornado recurrente. Sin duda hay que frenar la violencia, que se ha hecho ya parte de nuestra cotidianeidad, pero mirando específicamente a la educación se debe asumir que esas situaciones son parte de la crisis general que afecta a esa fundamental actividad de la vida nacional.
La crisis parte por el abandono que muchos escolares hacen del proceso lectivo y también por la insuficiencia de las etapas básicas de la formación como son el kínder y el pre kínder. Está también la asistencia irregular a clases, conducta que se observa en casi un millón y medio de estudiantes de diversos niveles.
En los últimos tiempos se puede considerar como un factor de estas situaciones los hechos de violencia de 2019 y la pandemia que obligó al cierre de colegios y a establecer un sistema de clases online que resultó insuficiente pues, afirman expertos y la experiencia, el proceso escolar presencial es irremplazable por su valor de integración social, fundamental en la educación.
Un aspecto preocupante de la crisis es la baja de los matriculados en las carreras pedagógicas. Elisa Araya, rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) llama a un "acuerdo nacional, para de aquí a 10 años transformar el sistema educativo y la formación inicial docente, porque es urgentísimo". Se pregunta la rectora "qué pasaría si escuelas y liceos entran en una crisis más profunda de la que ya están: se nos desarma el tejido social, el discurso de movilidad que entrega la educación". Insistió además que la materia no es cantidad de profesores, sino que de calidad.
En fin, la violencia, que está a la vista ya sea en riñas o en manifestaciones que a veces son de gravedad, lo que justificadamente alarma y es repudiable, es parte del problema general, de la crisis que afecta a la educación.
El descontrol juvenil que llega a la delincuencia extrema también es parte del problema.
La cuestión de fondo es si el Estado, la sociedad en su conjunto, más allá del Gobierno, asume la gravedad de la situación y tiene la capacidad, la voluntad, el calibre, para acometer la que se debe considerar "la madre de todas las batallas", y ganarla.
Parafraseando la frase motivadora de la victoriosa campaña de Bill Clinton, 1992, Estados Unidos, que aludía a la economía, debemos advertir "¡Es la educación, estúpido!"