Delincuencia juvenil y la readaptación
Inquietantes son las cifras de menores de edad que cometen ilícitos, muchas veces explotados por mayores debido a las bajas penas. Otro factor en esta situación es la deserción escolar. La escuela, el liceo o los colegios técnicos, con todos sus defectos, tienen una fuerza formativa necesaria para la juventud.
De acuerdo a cifras entregadas por Carabineros, la Región de Valparaíso experimentó un alza de 34,6% en la cantidad de menores de edad detenidos por estar implicados en delitos. De los 1.824 niños, niñas y adolescentes involucrados, 487 participaron en hechos ocurridos en la comuna de Valparaíso.
La materia, delicada, es el reflejo de un problema de alcance nacional que tiene muchos ángulos. El principal de ellos se refiere a las deficiencias en los procesos de readaptación que viven esos menores. Como siempre, los recursos son limitados y ni el Estado ni sus familias, generalmente ausentes, logran recuperar con éxito a quienes se apartan del camino formativo. Lo peor es que muchas veces los menores de edad son instrumentalizados por mayores para la comisión de ilícitos, pues sabido es que sufrirán penas menos gravosas, lo que les permite volver a las calles con rapidez, profundizando el círculo que los encadena a la delincuencia. Otros factores que influyen son la asistencia irregular en diversos niveles de educación y la, en muchos casos, deserción definitiva del sistema. La escuela, el liceo o los colegios técnicos, con todos sus defectos y carencias, tienen una fuerza formativa indispensable para la juventud, pero no siempre cuentan con las herramientas adecuadas para mantener a los alumnos en sus aulas.
Al dejar el sistema educativo, el menor queda como un náufrago social, expuesto a peligros para su integridad física y moral.
Así queda en evidencia con cada publicación en los medios de comunicación sobre casos de menores que participan en delitos, algunos de gravedad. Surge aquí una doble victimización, ya que los niños infractores sufren una vulneración de sus derechos esenciales como menores de edad, a quienes no se les otorga el adecuado resguardo. Aunque no es una realidad nueva, para la subsecretaria de la Niñez, Yolanda Pizarro, es importante una identificación de cada caso, estableciendo condiciones familiares, escolaridad, residencia y otros elementos de juicio para apoyarlos individualmente. En esta tarea es importante también reunir información a través de una coordinación entre policías, municipalidades, Ministerio Público, tribunales de familia, sistemas de salud y, principalmente, sistema educacional.
Hay que tener en cuenta también la reacción de la comunidad ante el menor delincuente. La tendencia dominante es pedir castigo para el infractor, un movimiento humano e instintivo en días que arrecia la delincuencia, crece el temor y se advierten altos grados de impunidad. Hay que entender ese sentimiento, pero la tarea de la sociedad es convertir el castigo en readaptación. Fácil decirlo y difícil hacerlo, pero es una tarea ineludible si queremos sacar a los menores del círculo vicioso en que han caído.