Como todos están tan pendientes últimamente de saber si soy real o no, me apersoné temprano el sábado en la Faculta de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso, que generosamente prestó sus instalaciones para la realización del denominado "cónclave" del oficialismo local.

Pasé primero por el imponente edificio del Gobierno Regional y me di cuenta que ya estaba en las afueras el equipo de la delegada Sofía González, esperando para irse todos juntos a Playa Ancha, como la gran familia que son.

Por mi parte, tomé mi Nissan Sentra del año 97 y conduje por calle Blanco, subí por Carampangue, doblé por Orompello, la famosa avenida Playa Ancha y llegué al sector Parque, donde me estacioné y pude ver el ingreso de las diferentes autoridades de Gobierno, parlamentarios, dirigentes políticos y varios funcionarios.

Al ver que el ingreso estaba expedito y no había "policía política" controlando, pasé y entré sin problemas, incluso aproveché de saludar a varios conocidos. Lo que más me llamó la atención fueron las ganas de tomarse fotografías que tenían muchos, campeones de las selfies, y pocas de preguntar por el programa, es decir, ¿a qué creían que venían?

Después de un punto de prensa que se hizo para tratar de mostrar unidad y esconder la ausencia del gobernador regional, Rodrigo Mundaca, y del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, me fijé que el equipo de la delegada intentaba poner a su jefa en todo momento al centro de las fotografías y así mostrar que había respaldo transversal a su gestión.

Recordemos que Sofía lo pasó mal por viajar a Rapa Nui, después de lo cual las críticas a ese periplo no cesaron, ya que fue en pleno paro de camioneros y con un alto número de casos de delincuencia. A su vuelta, sin embargo, fue más política y se instaló en el Congreso a tener bilaterales con los principales actores políticos de la región, como son los senadores Ricardo Lagos Weber y Juan Ignacio Latorre, del PPD y RD, respectivamente, y también con los diputados Diego Ibáñez y Tomás de Rementería, de CS y del PS, correlativamente.

En total llegaron 108 personas y casi todos los secretarios regionales ministeriales. Hubieran sido 110, pero el seremi Hernán Ramírez, de Medio Ambiente, y muy próximo al gobernador Mundaca, no llegó. Tampoco, por motivos similares, la diputada Carolina Marzán.

El comentario que comenzó a surgir fue que no había espacio para el debate, que todo era solamente palabras ya negociadas, sin espacio para réplicas ni nada parecido. Es más, solamente hubo alabanzas y loas a la gestión regional, donde la única crítica que se escuchó fue a los medios de comunicación y a los demás partidos que no son de Gobierno, como los exclusivos responsables de las cosas malas que ocurren en la región.

Un escaso aire a debate que se asomó fue el de la propuesta del diputado De Rementería de concurrir a las elecciones municipales en lista única, es decir, todos juntos, y así tratar de blindar a varios alcaldes del Frente Amplio que ven amenazadas sus reelecciones en un proceso demasiado abierto.

Ahí vino la intervención del diputado Diego Ibáñez, que en su calidad de presidente de Convergencia Social, replicó que sería un error ir en lista única, ante la mirada sorprendida de varios. ¿Era buena idea o no?

Será por esto que la delegada Sofía González invitó a almorzar a De Rementería a comer comida peruana el lunes para decirle que le parece bien la idea de ir juntos a las elecciones. Pero no solo eso. Una amiga que estuvo sentada en la mesa contigua -a pesar del bullicio por la música del local- pudo escuchar que también se está promoviendo el nombre de Nicole Pastene -exabogada del gabinete de Aldo Valle en la UV y actual vicepresidenta de la Empresa Portuaria Valparaíso- para asumir alguna seremía, como por ejemplo Trabajo.

Un cónclave de selfies

En su ensayo Las leyes fundamentales de la estupidez humana (1988), el economista e historiador italiano Carlo M. Cipolla, siguiendo la mejor tradición de Montaigne y La Rochefoucauld, enumera en un tono satírico las cinco leyes universales y atemporales de la estupidez humana que, en gran medida, explican el deplorable estado del mundo, aspecto este último sobre el cual hay acuerdo unánime.

Sobre la estupidez ya había reflexionado con rigor el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer en pleno auge del nacionalsocialismo. Sin embargo, el gran teórico y sistematizador de la estupidez fue Cipolla. Para el autor italiano estúpido es aquel "que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí o, incluso, obteniendo un perjuicio".

De acuerdo con nuestras intuiciones básicas, el paradigma del estúpido vendría a ser un personaje de caricaturas como Homero Simpson o Tribilín, pero la definición de Cipolla tiene la virtud de incluir a personas con un intelecto notablemente ágil y descartar, en cambio, a individuos intelectualmente torpes, pero que no son nada de estúpidos.

La primera de las leyes reza así: "Siempre, e inevitablemente, todo el mundo infravalora el número de estúpidos en circulación". Dicho de otro modo, nunca debemos menospreciar la sabiduría del refrán popular que dice que si los estúpidos volaran pasaría nublado.

La segunda ley nos enseña que "la probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica". Uno es estúpido, dice Cipolla, de la misma forma en que se es pelirrojo o se pertenece a un grupo sanguíneo determinado. Como dato anecdótico, un estudio sobre ganadores de premios Nobel determinó que varios de ellos eran personas profundamente estúpidas, pese a su alto coeficiente intelectual.

La tercera ley, llamada regla de oro, sostiene que "un estúpido es una persona que ocasiona pérdidas a otra persona o a un grupo sin que él (ella) se lleve nada o incluso salga perdiendo". La estupidez, antes que un vicio del intelecto es un defecto de naturaleza moral porque el estúpido hace daño a otro sin obtener una ganancia para sí, aspecto que lo distancia del malvado. Esto último engarza con la quinta ley: "Una persona estúpida es más peligrosa que un bandido".

La cuarta de las leyes estipula que "los no estúpidos siempre infravaloran el poder dañino de los estúpidos (…) olvidan constantemente que en todos los momentos y lugares y bajo cualquier circunstancia tratar o asociarse con estúpidos siempre suele ser un error costoso".

Luego de estas breves notas estamos en mejores condiciones de saber si quien escribe estas líneas es estúpido (algo altamente probable); o puede que lo sea usted mismo estimado lector; o quizás lo sea ese familiar, amigo, conocido o personaje respecto del cual siempre ha tenido la duda.

Como sea, es importante que lo tenga presente para las próximas elecciones.