Todos están corriendo de preocupados y de manera acelerada, ya que comenzaron a nombrar a través del famoso Sistema de Alta Dirección Pública a varios directores de servicios.

El primero en oficializarse fue el Servicio de Salud de Valparaíso-San Antonio, dependiente del Ministerio de Salud y responsable de los establecimientos de salud públicos en todo el litoral (desde Santo Domingo hasta Valparaíso), a excepción de los centros médicos municipales. Para este cargo se nombró al enfermero matrón Fernando Olmedo Jiménez, quien además fue un histórico militante de la Democracia Cristiana, dirigente universitario en su juventud, pero que además se desempeñó como seremi de Salud en el primer gobierno de la Presidenta Bachelet en la región.

Su nombramiento fue lento y durante muchas semanas se llenó de especulaciones, apoyos cruzados y algunos detractores conocidos.

Sus principales sostenes fueron sus históricos camaradas de la DC, pero también sumó hábilmente a buena parte del Partido Socialista de la región, especialmente al diputado Nelson Venegas, quien además es el presidente regional del socialismo. También pudo incluir a un número importante de radicales que se cuadraron con su candidatura, a pesar de que ese partido, a través de su diputado Tomás Lagomarsino, apoyaba a Rodrigo Riveros, candidato del Colegio Médico. Además, se presumía que Lagomarsino sería "compensado" después de la abrupta salida de su cercano, el exseremi de Salud Mario Parada.

Pues bien, el Gobierno a nivel central envío la señal de que Lagomarsino no tendría derecho al cupo ni tampoco poder de veto. Todo lo anterior quedó muy de manifiesto cuando el novel parlamentario concurrió al denominado cónclave del oficialismo en Cerro Castillo y fue ignorado completamente. Todo esto, después de haber fracasado su intento de haber logrado que el Partido de la Gente (PDG) se hiciera con la presidencia de la Cámara de Diputados. Es más, varios colegas parlamentarios del médico le decían a modo de broma que se había equivocado de lugar. "Acá no es el cónclave de la derecha" se llegó a escuchar, ante lo cual Lagomarsino, solamente atinaba a reírse disimuladamente, pero con marcada incomodidad.

Otro apoyo que sumó Olmedo fue el del diputado del Partido Comunista, Luis Cuello, quien desde un comienzo cerró filas con el enfermero y afianzó así la transversalidad para que su nombramiento fuera un hecho.

Pero también existieron detractores que buscaban otro nombre, tal como ya mencioné al diputado Lagomarsino. Quien asimismo hizo gestiones para que Olmedo no llegara a la dirección del servicio fue su excamarada Rodrigo Bustos, quien además ejerce como secretario regional de la falange. Bustos incluso habló con varios dirigentes del Frente Amplio, pero lo más conocido fueron sus gestiones infructuosas con el diputado Nelson Venegas, ya que Bustos decía que Olmedo no pertenecía a la Democracia Cristiana y, por ende, no era un nombre que ellos veían con buenos ojos.

Ahora es el momento en que Olmedo debe conformar su equipo, y ya varios nombres han empezado a asomar. Desde el radicalismo el nombre que promoverán será el de su presidente regional, Christian Román Tombolini, quien además es kinesiólogo de profesión, y desde hace bastante tiempo ha estado barajando su nombre. Aunque los conocedores de Olmedo dicen que hará un equipo muy transversal, pero por sobre todo centrado en las capacidades de gestión y de hacer política.

En otro frente, está muy peleada la dirección regional del Servicio de la Vivienda y Urbanización (Serviu). Fueron muchos los nombres que postularon en este proceso, pero fueron quedando atrás por la empresa de selección de personas, que está a cargo de llevar este concurso.

Entre los nombres que postularon a este cargo y que fueron quedando en el camino debido a que no calificaron figuran la seremi del Trabajo, Susana Calderón, y el actual jefe de gabinete del alcalde de Concón, César Sanhueza, por nombrar solo a algunos insignes competidores.

Así, los nombres que están peleando este concurso finalmente son: Rodrigo Uribe, exseremi de Vivienda y Bienes Nacionales en la región (también se recuerda su nombre, ya que fue sancionado por la Contraloría General tras autorizar las faenas del denominado hotel Las Rocas, en el balneario de Maitencillo, comuna de Puchuncaví). Actualmente, Uribe se encuentra trabajando en la Municipalidad de Quilpué como funcionario de planta.

Otros nombres que están corriendo es el del exjefe de gabinete del Serviu, Héctor Soto, quien cuenta con el apoyo del Partido Por la Democracia, pero no terminó con buena relación con su exjefe Nelson Basáez; María Paz Cueto, actual directora subrogante del este servicio, quien ha comenzado a moverse con fuerza y tratando de buscar apoyos cruzados, queriendo mostrarse como profesional técnica y alejada del mundo político.

Ya veremos cómo en las próximas semanas este avispero será aún intenso, ya que nadie quiere perder influencias en este importantísimo servicio.

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El Washington Post acaba de publicar un artículo en el cual una académica se pregunta por qué no hay más jugadores de color en la selección argentina de fútbol que participa en el Mundial de Qatar 2022. En realidad, la pregunta es retórica, pues ella misma entrega una serie de razones que, a su juicio, explicarían esta "anomalía".

La respuesta, evidente para cualquiera que aplique un poco de sentido común, es trivial: porque los futbolistas elegidos son los mejores según el criterio de su entrenador. Dicho de otro modo, si hubiera un Messi o un Di María afrodescendiente, con toda seguridad habrían sido seleccionados, del mismo modo en que se nominaba a Jean Beausejour y Junior Fernandes en el caso de la Selección Chilena.

Sin embargo, para una pequeña parte de la población (especialmente bulliciosa en Estados Unidos, España, Argentina y Chile) esta sencilla respuesta no es admisible, pues escondería prejuicios y discriminación racial. Ocurre, dice la académica, que Argentina en el siglo XIX construyó su imagen como un país caucásico, debido a las ideas de políticos e intelectuales como Alberdi, Urquiza y Sarmiento, quienes habrían ocultado las "categorías raciales" del país para relacionarse en igualdad de condiciones con las potencias europeas.

Si esta interpretación fuese solo una lectura heterodoxa no habría problema. Pero el mundo es complicado. Estas personas creen firmemente que su interpretación de la realidad es la única posible y, en consecuencia, los disidentes deben ser castigados con severidad. Cuales Budas posmodernos, los woke (así se denomina la secta) alcanzaron la iluminación.

Despertaron ante las injusticias del mundo y son los exclusivos acólitos de la verdad. No importa el conocimiento científico, la lógica y el sentido común, los valores y tradiciones, ni tampoco nuestras intuiciones básicas.

Todas esas conquistas civilizatorias que durante siglos han modelado la cultura occidental, no serían más que dispositivos de poder de un sistema opresor, heteropatriarcal y disciplinario, cuyo propósito es perpetuar una serie de privilegios y desigualdades de origen. Nosotros, el vulgo, la muchedumbre, no lo vemos porque estamos dormidos. Somos el rebaño manso y lento que se resiste a despertar.

Como en la distopía de 1984, los woke defienden -con fervor religioso y tartufa moralina- que lo blanco es negro y lo negro es blanco; que lo bueno es malo y lo malo es bueno; y que las vacas vuelan. En su manía identitaria han dividido a la sociedad en castas y compartimentos, creando nuevos grupos privilegiados. Reniegan de las igualdades ante la ley y de oportunidades, pues solo tendrían valor la igualdad de resultados y la inclusión forzada.

Llegó el día temido por Chesterton: es preciso desenvainar la espada para defender nuestro derecho a decir que el pasto es verde o, para no herir la sensibilidad de los moradores del tartufo palacio de cristal woke, "afrodescendientes".