"Hay que elaborar una Constitución
El profesor español Antonio Carlos Pereira Menaut, gallego -especifica-, no es un visitante cualquiera en Chile. Arribó por primera vez en 1992 y desde entonces ha viajado al país una veintena de veces, la mayoría de ellas para actividades académicas.
Este doctor en Derecho y académico de la Universidad de Santiago de Compostela, colaborador de Polis, Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes, tiene entre sus líneas de investigación el Derecho Comparado, con un foco en su país y en Latinoamérica; y, por cierto, ha seguido con especial interés el proceso constituyente que vive Chile tras el estallido social que, dice, le sorprendió de sobremanera.
-¿Por qué es necesario tener una Constitución?
-Los países sin ninguna duda necesitan una Constitución porque hay que someter al poder al derecho para defender las libertades de las personas. El poder tiende a crecer. No nos engañemos. Aunque lo ejerciera San Francisco de Asís y Sor Teresa de Calcuta, que no es probable, también tendería a crecer. La maquinaria del poder, la dinámica del poder, tiende a crecer, es natural, pero no es bueno. También crece la mala hierba, es natural.
-Usted lo plantea como una protección del individuo frente al poder, pero en todo este proceso se ha presentado como una oportunidad del individuo de consagrar derechos que no tenía.
-Esto es como un pacto de la gente, del pueblo, con el gobierno, con el poder, diciendo "hasta aquí puede llegar la acción del gobierno". En parte como para marcar los límites: hasta aquí llega la acción del gobierno y hasta aquí llega la libertad del individuo. Más allá de eso lo que haga el gobierno será lícito, constitucional y legítimo. Incluso, en un caso muy extremo, nosotros podríamos pasar a ciertas formas de rebeldía civil o desobediencia civil. Es una cuestión entre las personas y el gobierno. La Constitución no debería tener nada que decir en las relaciones entre personas. Entre usted y yo, para eso tiene el derecho civil, o el penal. El derecho constitucional está para lo público. Lo que está pasando ahora con algunos planteamientos constitucionales en Europa es que parece que la gran batalla es una cuestión de relaciones entre una persona y otra, entre el padre y el hijo, entre los que van a un baño y los que van al otro, y el poder sigue creciendo ilimitadamente; esa discusión no frena nada al poder, al revés, le da fuerza.
-El constitucionalismo clásico nació en una sociedad que tenía más sentido de pertenencia, pero ahora el individuo está más aislado, pensando más en sí mismo que en los demás. ¿Cómo puede una Constitución dar cuenta de este cambio en la sociedad?
-No debe reflejarlo. Cada uno que haga lo que quiera y el chileno lo hará como quiera y el poder constituyente lo hará como le parezca mejor, y es natural. No tiene que preguntarle a la gente de fuera como yo. Pero no nos engañemos, el individuo aislado es más débil. El covid, por ejemplo, le dio más vueltas de tuerca a eso de aislar a los individuos de otros y, en la práctica, hacerlos a todos más dependientes del Estado. Es como si dijéramos una relación vertical con el Estado y una relación horizontal con el resto de las personas. Nos han contado la historia de que si debilitábamos los vínculos horizontales con el resto de las personas, seremos más libres. Pero lo somos menos. El individuo aislado es mucho más vulnerable frente al poder del gobierno o de Google, o de las grandes multinacionales. No es natural que el individuo sea aislado.
-¿Qué opina del proceso constituyente chileno?
-Fue muy raro para mí, porque, en primer lugar, pasé como cinco o seis años sin venir a Chile. Por lo tanto, en el momento del estallido social, a mí me cogió de sorpresa y al principio no me daba cuenta de qué pasaba. No lo comprendía y no termino de comprenderlo. Pero luego sí que se vio clara una deriva muy extraña en los trabajos de la Convención que marcaba un alejamiento muy claro del constitucionalismo clásico. Yo veía también una deriva de alejamiento de lo que ha sido Chile en toda su historia. Por supuesto, los chilenos son muy dueños de decir "si quiero, me alejo de mi historia, no me lo pueden impedir", pero cuando un país tiene una identidad marcada, una identidad constitucional, una tradición constitucional, creo que hay que pensárselo dos veces antes de tirar todo ese patrimonio inmaterial por la borda. Hay que estar muy seguros de que el pueblo quiere eso. No solo una minoría y ahora mismo, pensando en el futuro, parten ustedes de una base muy buena, porque el Acuerdo por Chile naturalmente no es perfecto, porque ninguna obra humana es perfecta, pero es muy aprovechable. Tiene 12 bases que son fundamentos con los cuales se puede hacer una buena Constitución. Eso no quiere decir que eso sea seguro y que de ahí vaya a salir una buena Constitución, pero ya tienen las bases.
-¿Hubo un error con la hoja en blanco de que se habló en el fallido texto anterior?
-Hombre, las hojas en blanco en el constitucionalismo son muy malas, porque al constitucionalismo le repugna dar un cheque en blanco al poder. Esa idea es muy indigerible. ¿Cheques en blanco? No.
-Una de las grandes trabas para el acuerdo recién conseguido fue la representación. ¿Cuál es la mejor fórmula?
-Lo más sensato habría sido, en mi opinión, si es posible, que la Constitución la haga el Poder Legislativo, que en el caso de ustedes es el Congreso. Han optado por otra solución, ahora sáquenle el mejor partido posible, porque hay ahí una buena base también y, además, yo no sé lo que piensan las personas para hacerlas responsables de la redacción del texto, pero supongo que estos años les han servido un poco de clases prácticas y ahí han sacado conclusiones.
-Otro nudo han sido los llamados expertos. ¿Quién es un experto?
-La verdad es que el concepto de experto ha ido cambiando, como todo en la vida. En realidad, quería decir el que tiene experiencia. A lo mejor no es un sabio, pero sí alguien que tiene experiencia. Y hoy llamamos experto al científico, al que sabe, al teórico. Yo no tengo ninguna experiencia redactando una Constitución. Nunca hice una. Bueno, soy un profesor que sé algunas cosas, pero un experto propiamente tal no soy. Esto es interesante, porque se ve mejor con un ejemplo. Tradicionalmente, los reyes de Inglaterra cuando tenían problemas consultaban a políticos viejos, que habían tenido esas experiencias, no a profesores que serían expertos en el lenguaje coloquial de hoy. ¿Qué es un experto? Hoy le llamamos a un tipo que estudió en una universidad de prestigio y que tiene muchos libros. Eso no quiere decir que los que ahora llamamos expertos, y yo sería uno, no tengamos un papel que jugar. Claro que sí, ¿cómo no? Pero siempre hay que ser muy respetuoso. El experto tiene que ser muy respetuoso con el pueblo; al fin y al cabo, la democracia y el gobierno son del pueblo, no del experto. El experto tiene que ser muy respetuoso con el pueblo e incluso con la voluntad de los políticos. Un experto no puede intentar sustituir a los políticos. Si uno ve que por esta dirección puede que haya líos y que el sistema no es muy sensato, dígalo. Para eso están, para decirlo. Pero luego, la decisión última es del pueblo y de sus representantes. Nunca podremos sustituir a la discusión política.
-El 62 por ciento rechazó, pero el 38 aprobó. ¿Era tan malo el proyecto?
-Yo creo que lo primero que teníamos que preguntarnos no es si es bueno o malo, sino si fue aprobado o rechazado en un plebiscito limpio y acá ha habido un plebiscito limpio. Ahora, supongamos que hubiese sido aprobado, toda profecía es arriesgada y más si se refiere al futuro, como decía un inglés. Pues, haciendo un juicio de mi experiencia, hombre, yo creo que ese proyecto era una invitación al conflicto. Era poco viable. Además, a veces tendemos a pensar, yo me salgo con la mía y hago mi Constitución, entonces, como sea voy convenciendo a la gente y, aunque sea limpiamente, convenzo a todos. En verdad lo que estamos haciendo al aprobar una Constitución, también pasará con la nueva si triunfa, es entregarla en manos de los operadores jurídicos constitucionales, entregarla en manos de los políticos.