"Nuestro sueño es trascender, no queremos ser un negocio"
Junto a su esposa Macarena Valdés y sus tres hijos formaron un hogar en Los Molles, creando una granja que trabaja con economía circular y que fue premiada por Caja Los Héroes.
Hace cinco años el matrimonio compuesto por Macarena Valdés y Marco Aceituno, junto a sus tres hijos, se instalaron literalmente en la punta del cerro El Piojo, ubicado en Los Molles, Petorca. "Nosotros llegamos por, lamentablemente, una mala circunstancia de la vida y sin ningún tipo de recurso. Llegamos a vivir a una casa donde no había electricidad, no estaba terminada, sino que era una casa que estaba pensada como para la vejez, para cuando uno se retira. Llegamos sin trabajo, sin conocer a nadie. Fue bastante difícil", recuerda Macarena.
Dos años después comenzaron a desarrollar una granja sustentable que hoy se conoce como La Pacha Mama, iniciativa que acaba de ser reconocida por Caja Los Héroes con el premio Nuevos Héroes 2022. "Esto nace por necesidad, no era un proyecto de vida, porque nosotros no éramos ni agricultores, no éramos ganaderos, no éramos absolutamente nada para el sistema. Y nosotros, con tres niños chicos, de una u otra manera teníamos que subsistir acá arriba en el cerro y ahí va naciendo la necesidad de desarrollar la granja", cuenta Aceituno por su parte sobre este proyecto que involucra a toda la familia.
No fue fácil. El terreno le es adverso, tiene 50 centímetros de greda, por lo que plantar alimentos era casi imposible, considerando además la fuerte sequía que afecta a la zona, que además era complejo llegar al sector con agua y, por otra parte, no había dinero para comprar el forraje para mantener a los animales.
Observar, investigar, conversar
"Nosotros hicimos una tierra que se llama la tierra de cartón. Recolectamos todo el cartón que botaban a la basura y con el guano hacemos como una lasaña y lo transformamos en tierra, y eso también nos da la posibilidad que en la noche capte la humedad y así no estar regando, ya que nosotros no tenemos agua acá en el cerro", ejemplifica Marco sobre algunos de los logros que han conseguido en este tiempo.
No es lo único, porque esta pareja ha logrado con sólo dos litros de agua producir 200 kilos de forraje para sus animales; con dos baldes de agua y otro de guano producen electricidad y gas; convierten el aceite de comidas -que los mismos vecinos les juntan o le llevan quienes visitan la granja- en petróleo, jabón y detergente; y actualmente han logrado tener más de 250 árboles frutales.
¿Cómo lo han conseguido? Macarena Valdés cuenta que, por ejemplo, en el tema del forraje lo vieron por tutoriales, aunque es una técnica del 1800 y algo. "Lo que sí hicimos fue ir adaptando algunos de los procesos del forraje verde a la escasez hídrica que teníamos acá. Pero, en el tema de la tierra de cartón, eso fue algo que partió netamente por observación cuando empezamos a ver cómo el cartón mantiene la humedad, comenzamos a pensar si lo podíamos mezclar con el guano para poder dar una mejor calidad, para poder cultivar, porque si utilizábamos el guano solo, se secaba igual la tierra", explica Valdés.
Y detalla: "Ha jugado mucho el rol de la observación, ir investigando, aprendiendo cosas, también escuchando mucho a las personas, a los agricultores más viejitos. Ellos también nos han ido enseñando técnicas que sus papás usaban, y que hemos ido rescatando y aplicando acá".
El trabajo que han desarrollado "nos ha abierto tantas puertas", asegura Marco Aceituno. "De una u otra manera poder contarle a los especialistas del trabajo, de cómo lo hemos ido ejecutando, porque llama mucho la atención de cómo hemos logrado subsistir acá en el cerro, cómo hemos producido las energías. Por ejemplo, la cabra generalmente se ve como una productora de leche, queso y la carne; pero para nosotros cumplía otra función que es darle electricidad a nuestra casa", comenta.
Macarena acota: "Muchos estudios dicen que solamente se puede producir biogás con el guano fresco y nosotros aquí no disponíamos de eso, disponíamos por lo general de seco. Nos dimos cuenta de que si trabajamos un balde de guano seco más dos baldes de agua, lo hidratamos durante siete días y después nosotros vamos depositando en un biodigestor -que es un estanque de estos blancos donde llevan agua-, lo vamos rellenando y se rellena solamente hasta los 800 litros con la mezcla". Al principio sólo utilizaban el de la cabra y la oveja, pero actualmente han probado con el de las alpacas, conejos, cerdos y terneros. "Lo maravilloso de eso -continúa Valdés- es que ese gas nos da dos kilos y medio diario por un año entero".
Otro avance que han realizado es que se encuentran utilizando el agua del mar para el riego. "Hacemos un proceso con botellas súper básico -dice Macarena-, se pone una botella de un litro y medio dentro de otra de tres litros, las dos sin gollete, y con el sol esto empieza a evaporar y a sudar la botella, y así empiezan a caer las gotitas de agua por la botella más grande. Todo lo que es la sal queda en el botellón del centro y eso nos da la posibilidad de regar nuestros árboles", además de recuperar toda el agua del invierno.
Sobre todo considerando que "nosotros pasamos ocho meses sin agua. Esa es la diferencia que tiene la vida acá en el cerro, tiene su belleza y su fealdad, como todo en la vida", asegura Aceituno.
El legado
"La vida fue sabia", reflexiona Marco Aceituno. "La vida nos enseñó y nosotros le dimos otro curso a la vida, porque generalmente cuando la gente termina diciendo 'voy a hacer un negocio de esto', se limita. Nosotros nos dimos cuenta que enseñando vamos a trascender en la historia. Nuestro sueño es trascender, no queremos ser un negocio, queremos trascender y que siempre se hable de una familia con tres niños chicos en el cerro".
Es por eso que dedican parte de su tiempo a enseñarle a otras personas, y Aceituno hace un punto en esto: "Yo puedo decirle a una familia te voy a enseñar a producir un huerto y con ese huerto, tú te vas a alimentar. Pero usted siempre tiene que recordar que la lechuga se demora hasta 120 días en estar lista, ¿qué sucede en esos 120 días? Es ahí donde uno tiene que aprender cómo realmente podemos ayudar o cómo podemos enseñar".
Precisamente, "ese ha sido un trabajo fundamental que hemos hecho con la Maquita", dice, y ejemplifica: "En San Juan, Argentina, con Fundación Simas hemos trabajado con una comunidad de 46 familias que tienen menos agua que nosotros y de una u otra manera hemos logrado que allá tengan producciones de cabra, que le hemos enseñado que con dos litros de agua se puede producir 200 kilos de comida".
Lo que hacen, dice Aceituno, quien reconoce que "no somos profesionales", es que "contamos una experiencia de vida y enseñamos cómo salimos de esta pesadilla. Eso ha sido como fundamental en el proceso que hemos llevado en este tiempo". Entre quienes visitan para empaparse de la experiencia hay muchos universitarios, "muchas veces no es por clase, generalmente los niños de la universidad vienen en grupo, nos escriben por el Instagram (@granja.lapachamama.oficial), que es la mayor red que nosotros tenemos", comenta Marco, detallando que "de hecho, personas de muchos países se comunican con nosotros, gente que la está pasando muy mal".
"Irónicamente -continúa- nos llama más gente del sur que del norte. De un 100% es como un 40% del norte y un 60% del sur. Eso también un llamado en general a las autoridades, porque se ve mucho la zona norte y no se está viendo la zona sur".
Ambos, por último, agradecen el premio de la Caja Los Héroes y lo consideran como "sumamente importante, porque esto significa que fue un reconocimiento al esfuerzo que nosotros hemos estado llevando a cabo a lo largo de todos estos años", finalizan. 2
Flor Arbulú Aguilera
flor.arbulu@mercuriovalpo.cl