En el mes de julio, la Municipalidad de Valparaíso comenzó el proceso de licitación de los fuegos artificiales para los periodos 2022, 2023 y 2024, de manera de realizar en un solo acto administrativo la megalicitación para así tener un proveedor permanente y coordinarse de mejor manera. De la misma manera, la Municipalidad de Viña del Mar realizó un proceso similar, pero solamente por el periodo 2022; sin embargo, no era solamente de fuegos artificiales, sino también de luces y drones.

Desde que tenemos recuerdo, sabemos que la empresa Pirotecnia Igual S.A., controlada por los hermanos catalanes Mario y Patxi Igual, son los que han realizado los fuegos artificiales en Valparaíso, y luego llegado a gran parte del país. Todo esto gracias a la vitrina que les dio el Puerto para mostrar su show.

A finales de la década del 2010, la empresa Pirotecnia Igual S.A. se vio complicada legalmente y para evitar que un juicio tributario la embargara, procedió a cerrar.

No obstante, Patxi Igual creó una nueva empresa, llamada PiroEspectáculos Sociedad Limitada, que retomó la realización del espectáculo de Año Nuevo en Valparaíso y Viña del Mar. Para esto, su hermano Mario también trabajaba en la empresa, pero esta vez el dueño era Patxi.

Hace siete años, la relación entre los hermanos Igual no dio para más y terminaron distanciándose. Ante ello, Mario Igual decidió volver a la carga, formando la empresa Pirotecnia SPA, ganándole a su hermano Patxi y quedándose esta vez él con las licitaciones de la región. Todos los conocedores de esta historia comentan que fue muy triste la separación de los hermanos, pero era inviable que siguieran juntos, pues ya no había nada que los uniera, salvo el apellido.

En octubre de 2021, Mario falleció producto de un accidente cardiovascular, lo que se tradujo en que su esposa Sandra tomara el control de la empresa, pero siempre apoyada por el fiel escudero de Mario, su asistente chileno Jorge Cayumán.

Así, Jorge Cayumán formó la empresa Piromar FX y se asoció con su exjefa, la esposa de Mario Igual, haciendo una alianza que se le conoce como unión temporal de proveedores (UTP), entre Pirotecnia SPA y Piromar FX, para competir en las licitaciones de Viña del Mar y Valparaíso, ganando ambas licitaciones y dejando derrotada a su principal competencia, PiroEspectáculos Sociedad Limitada, de Patxi Igual.

La empresa ganadora ya había realizado el año 2021 una solicitud al Ministerio de Defensa para que sus fuegos artificiales, que estaban en su bodega de Melipilla, pudieran ser utilizados, a pesar de que estos estuvieran fuera de la norma chilena (2 años). Frente a lo anterior, el Ministerio ordenó que se realizaran las pruebas respectivas y, como salieron positivas, se autorizó a ocupar ese material, pero solo por esa única vez, el 31 de diciembre de 2021, evento que finalmente no se realizó.

La empresa dice que intentó la compra de nuevo material pirotécnico para el espectáculo de este año -no hay antecedentes a la vista- y que al percatarse de que estos no podían llegar a tiempo, procedió a realizar gestiones para que se le autorizara nuevamente a utilizar el material acopiado en Melipilla y que debió haber sido destruido.

En los municipios solamente tuvieron una alerta, cuando el subsecretario de Fuerzas Armadas les comunicó vía oficio y también por teléfono que la empresa en cuestión estaba realizando una solicitud por el material vencido. Sin embargo, a pesar de aquello, nunca los supervisores de los contratos o ITO se apersonaron a las bodegas o preguntaron por el material.

El sindicado como gran responsable por los alcaldes, Jorge Cayumán, amenazado de cuanta querella pueda existir por Ripamonti y el comercio, se defiende diciendo que no cobró plata alguna por parte de los municipios y que existieron "manos negras" en su contra. No es todo. Dice que la soltará con ventilador y que en los próximos días dará a conocer antecedentes escabrosos, como por ejemplo que una de sus competencias habría invitado a parte de los examinadores a un viaje al extranjero...

Todo un artificio

Cualquiera que no peque de fanatismo o miopía convendrá en que, desde todos los ángulos posibles, Chile es hoy un peor país que antes del 18 de octubre de 2019, fecha que dio origen a uno de los períodos más aciagos, oscuros y violentos de nuestra historia republicana. ¿Somos hoy un país más justo y solidario? ¿Somos una mejor sociedad desde el punto de vista moral? ¿Existe una alternativa razonable al capitalismo neoliberal? Las respuestas son no, no y no, por ahora.

Soslayando la discusión sobre si la revuelta del 18/O fue espontánea u organizada, ella fue el resultado de un trabajo de décadas impulsado por ideologías extremas que, tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, se rearticularon para continuar su lucha contra el modelo capitalista y la democracia liberal. El plan se orquestó, primero en el Foro de Sao Paulo de 1990 y, más recientemente, por el Grupo de Puebla el 2019.

La base de este lento, pero efectivo adoctrinamiento e ingeniería social no son los ciclos de protesta estudiados por teóricos como Charles Tilly y Sidney Tarrow, sino un método diseñado por la KGB en plena guerra fría denominado subversión ideológica, que en rigor no es una doctrina original puesto que incorpora varias de las ideas contenidas en El arte de la guerra de Sun Tzu, allá por el siglo XI antes de la era común.

La subversión ideológica es una alteración radical del orden social, económico, político y cultural de un país a fin de reemplazarlo por un nuevo modelo de sociedad que supuestamente sería preferible al anterior. De ahí que la última etapa sea la normalización, esto es, que la sociedad acepte como normales o naturales los postulados del nuevo ordenamiento.

Las fases de la subversión ideológica son cuatro: desmoralización, desestabilización, crisis y normalización. En la etapa de desmoralización se busca adoctrinar a generaciones completas de jóvenes, especialmente menores de edad, para que en su adultez adscriban a los nuevos valores (o antivalores). En el caso chileno, el adoctrinamiento iniciado en la década de los 90 vio sus frutos con la "revolución pingüina" de 2006 y con la revuelta de los estudiantes secundarios y universitarios de 2011. La fase de desestabilización se centra, principalmente, en áreas como la economía, política exterior y defensa. Se inscriben aquí las políticas de inmigración y los nuevos conceptos de soberanía, territorio y población. La etapa de crisis es breve (no más de un par de semanas), toda vez que es una consecuencia directa y necesaria de las dos anteriores.

¿En qué etapa nos encontramos actualmente? Tengo para mí que Chile está en la fase de desestabilización. La pregunta inquietante es cuánto falta para caer en una crisis profunda.

El tiempo lo dirá. Por ahora, es bueno tomar consciencia que minorías violentas e intolerantes buscan dinamitar todo lo valioso que hemos construido durante décadas. Como dijo Lukács, no hay ideología inocente.