¿Cómo aprovechar el verano?
Joaquín García-Huidobro
Me temo que ya habrás pensado: este señor quiere interrumpirme el descanso. No te preocupes, reconozco que tu tarea en este momento es distenderte, juntar energías para un año que probablemente será duro, pero el descanso también puede incluir otras cosas. ¿Te puedo proponer algunas?
Partamos por un hecho elemental: en principio, tú pasarás toda la vida trabajando con un computador. Es decir, salvo que la tecnología avance muchísimo, siempre te acompañará algún tipo de teclado. Y aquí viene mi pregunta veraniega: ¿con cuántos dedos tecleas? Cuando escribes, ¿miras simplemente la pantalla o tienes que prestar atención a las letras de modo que no escribas "ñetraz" sino "letras"? ¿No te gustaría escribir mucho más rápido que quienes lo hacen a mano y tomar apuntes perfectos en clases? No requiere un esfuerzo desmesurado.
Hace un momento busqué en internet "cómo aprender a escribir con diez dedos", y me aparecieron varias magníficas posibilidades. Si son magníficas, me dirás, deben ser caras. Te equivocas: son gratuitas. Hay más gente generosa de la que imaginamos.
Hay, sin embargo, un problema. Durante el año tienes clases, pruebas y mil cosas que hacen imposible que sigas un curso semejante. ¿Vas a darte por vencido y seguirás con una escritura lenta y un tanto torpe? No me parece una posibilidad demasiado buena. Apuesto que ya adivinaste que hay otra: puedes aprenderlo en vacaciones. ¿Pero no pensamos todos que las vacaciones son sagradas? La palabra "sagrada" es muy seria; sin embargo, no hablaremos hoy de eso. Ponle el adjetivo que quieras, pero ¿cómo no vas a poder disponer de un rato todos los días para iniciar esta aventura que te dará una ventaja importante no solo durante tus estudios, sino en la vida?
Te sugiero, eso sí, que lo hagas siempre en la mañana, después del desayuno. Si lo dejas para la tarde o la noche no lo harás nunca, o al menos muy pocas veces. ¿Y eso te tomará mucho tiempo? No: en menos de un mes lo habrás aprendido. ¿No me crees? Averígualo tú mismo.
En este momento oyes una vocecita dentro de ti que te dice que no me hagas caso; que, si bien hasta ahora los sistemas de dictado son bastante ineficientes, la inteligencia artificial avanza tan rápido que muy pronto podrás hablarle al computador a toda velocidad, sin apretar una tecla. Supongamos que eso es así. Sin embargo, te aseguro que son poquísimos los que pueden dictar con puntos, comas, paréntesis, guiones, puntos y comas, puntos suspensivos, signos de exclamación y signos de interrogación sin equivocarse. Ni tú ni yo estamos entre esas personas.
Además, aunque en unos años más la robótica haga superflua la dactilografía, hay algo que nadie te podrá quitar: la conciencia de haber vencido a la flojera en estas vacaciones, la capacidad de hacer algo que casi nadie hace. Y eso no es poco.
Obviamente hay muchos otros temas importantes y bien puedes aprovechar el verano para avanzar en ellos. No necesito convencerte de la importancia del deporte para descansar y estar en contacto con muchas otras personas de un modo muy distinto al que se obtiene a través de una pantalla. Lo mismo vale para la cercanía con la naturaleza. En cualquier lugar de Chile está al alcance de la mano, pero a veces dejamos pasar una semana y otra y no pensamos en ella.
¿Y el inglés? ¿No podrías mejorarlo? Es fácil y no altera el descanso; basta con que escuches audiolibros en ese idioma al mismo tiempo que lees el original, o veas películas con subtítulos, siempre que tengan palabras y no solo balas.
Por último está la lectura, que también descansa. ¿Has ido alguna vez a la Tierra Media o has vuelto a ella después de algunos años? El Hobbit y El Señor de los Anillos te están esperando para llevarte a ese mundo maravilloso. O puedes visitar la Rusia de Dostoievski; embarcarte en la nave que parte a La Isla del Tesoro; asustarte con la maldad de Ricardo III, o seguir las correrías de Don Quijote y su fiel escudero. Ellos harán que tengas un verano distinto.