"Dios me ha llevado de manera distinta, por distintas experiencias"
En medio de la grave crisis que vive la Iglesia Católica por la escasez de postulantes al clero diocesano, el pasado fin de semana hubo cinco ordenaciones sacerdotales en la catedral de Valparaíso. Entre los nuevos miembros, uno de ellos llamó la atención: Jorje Leng Salas, de 75 años, viudo y padre de tres hijos, quien daba fin a su diaconado permanente para asumir como nuevo párroco de la iglesia Nuestra Señora del Sagrado Corazón del cerro Mariposas.
Estudió pedagogía en Biología y Ciencias Naturales en la sede regional de la Universidad de Chile en La Serena (actual Universidad de La Serena) hasta que llegó a Valparaíso junto a su mujer e hijo mayor. Allí encontró trabajo como profesor en el colegio Salesiano. Tras 27 años, pasó a desempeñarse como docente en el liceo Juana Ross de Edwards antes de ser diácono permanente y candidato al Presbiterado en el Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez.
- ¿Cómo fue que terminó como diácono permanente?
- Yo creo que todo empezó cuando era niño. Me entretenía haciendo cruces. Muchas veces a los seis, siete años tenía experiencia de orar y nadie me había enseñado. Pero Dios me ha ido llevando de una manera distinta, por distintas experiencias. Estudié, me enamoré, me casé y formé una familia. Además, al trabajar tantos años en colegios religiosos, entre sacerdotes y monjitas, yo creo que me fui formando. Hasta que un día, el padre José Lino Yáñez (sacerdote salesiano, director del colegio de la misma orden) con otro sacerdote me preguntaron por qué no era diácono.
- ¿Siempre tuvo en mente tomar este camino?
- Sí. Siempre he conversado sobre esto con mi esposa, sobre seguir ese camino. Ella fue un buen pedestal para mí, una buena ayuda. Cuando tuvo el cáncer, antes de fallecer en el 2015, yo siempre hablaba con ella y me decía "bueno, esta es la oportunidad que tienes. Tienes que seguir el camino del sacerdocio". Todas las cosas se comenzaron a sumar, las experiencias... También estuve en el Centro Nacional de la Familia (Cenfa), donde tuve formación de terapeuta familiar. Siempre me gustó ayudar a las familias, a las personas. Me daba cuenta en los colegios que habían muchas necesidades, en los jóvenes, en las familias, desconocimiento muchas veces.
- ¿No llamó la atención en la Iglesia por estar casado y con tres hijos?
- No, porque yo cuando llegaba a cualquier parte, ya fuera el colegio Salesiano o Juana Ross, siempre explicaba que yo soy casado, tengo mi familia, tengo tres hijos. Cuando fui diácono, a donde fuera que llegara decía lo mismo, porque en esa época mi esposa todavía estaba viva. Siempre presentándome como corresponde. He estado en distintas parroquias, Achupallas, Recreo, Reñaca y en ninguna fue un problema.
27 años
- ¿Cuánto tuvo que pasar para que pudiera ser sacerdote?
- Pasaron 27 años. La primera vez que quise acercarme a plantear mis intenciones de serlo, conversé con el exobispo Gonzalo Duarte. Me dijo "no, no se puede, hay que hacer muchos trámites". Yo lo entendí. Después llegó el otro obispo, don Pedro Ossandón. También me dijo que no. Creía que esto no se estaba dando como quería, hasta que llegó este nuevo obispo. Me presenté con él, pero nunca le dije que yo quería ser sacerdote. Le dije que había insistido antes, pero que ahora por mi edad no valía mucho la pena. Pero estuvo atento y me fue respondiendo todas mis dudas, una a una, para cerrar con un "lo voy a averiguar".
. ¿Cuánto tiempo tomó su formación en el Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez?
- Prácticamente como cuatro meses. Me sirvió mucho ser profesor, así que obviamente yo me hacía mis apuntes. El profesor que nos hacía las clases también era muy didáctico. Y después de toda esa preparación, nos dijeron "el día sábado 7 de enero del 2023, deben prepararse para el Presbiterado en la catedral de Valparaíso". Y ese mismo día fue mi primera misa. Mis hijos estaban contentos, ellos me ayudaron en todo el proceso.
- ¿Qué reflexión puede hacer sobre llegar al sacerdocio en medio de la crisis de la Iglesia Católica?
- Las crisis son buenas. Son buenas cuando las utilizamos para ver qué está bien y qué está mal y autoevaluarse. Si las instituciones van haciendo en mayor profundidad un camino de observarse y mirarse, tiene que haber un momento en el que pasa la crisis. Entonces, viene la renovación. La Iglesia es conducida por Jesucristo y quienes formamos parte de la Iglesia no es solamente el clero, sino también los laicos. Y se han cometido errores graves por enfermedad y aparente normalidad. Hay que subsanar esos errores, sacar lo que es malo. Mucha gente sigue apoyando a la Iglesia y espero que esto la ayude a renacer.
"Un día, el padre José Lino Yáñez (sacerdote salesiano, director del colegio Salesiano) con otro sacerdote me preguntaron por qué no era diácono".