El anuncio de tren Santiago-Viña del Mar
El nuevo trazado dado a conocer por el Presidente Gabriel Boric dejó fuera a Valparaíso, el punto más emblemático de las propuestas bajo análisis.
Luego de varias semanas sometido al cuestionamiento público por errores y descoordinaciones en varios ámbitos, el Presidente Gabriel Boric decidió romper la inercia con un anuncio que cumple su propuesta de campaña -fortalecer el servicio ferroviario del país durante su mandato-, y, al mismo tiempo, sirve de aliciente a la golpeada coalición oficialista, que siempre ha buscado darle a los trenes mayor protagonismo, en abierta oposición al transporte que ofrecen camiones y buses, dos gremios históricamente difíciles para la izquierda en el poder.
Como ya es una marca personal, el Mandatario recordó una cita poética, esta vez del lautarino Jorge Teillier; mandó saludos a su par colombiano Gustavo Petro, quien tuvo que viajar de urgencia a su país para atender el desastre provocado por un derrumbe, y puso acento especial en los hitos de septiembre: los 50 años del golpe militar y los 150 años de la inauguración del ferrocarril Santiago-Valparaíso. Sin embargo, el anuncio hecho por el Presidente estuvo lejos de ser perfecto y su impacto político será más acotado del previsto por La Moneda, porque lo expuesto ayer en Limache no coincide con las ideas planteadas en los últimos años y no completa las crecientes expectativas de una Región que siempre termina frustrada cuando escucha las decisiones tomadas en Santiago.
Desde que el Gobierno de Sebastián Piñera diera el estatus de interés público a dos iniciativas privadas, impulsadas por el holding de capitales chinos TVS y el grupo Urenda, y a una tercera elaborada por la Empresa de Ferrocarriles del Estado, la idea de un tren rápido que llevara pasajeros y carga entre Santiago y Valparaíso -con paso por Casablanca, en algunas ideas, o Tiltil y Olmué, en otras- despertó el interés y la adhesión de las autoridades locales y los gremios empresariales, principalmente portuarios, por cuanto representaba una oportunidad inigualable para reactivar la Ciudad Puerto y sus alrededores con nuevos habitantes. Al no considerar a Valparaíso, San Antonio o Casablanca en su trazado, el Gobierno defraudó esas esperanzas, y al reducir la velocidad de los carros para igualarlos al estándar de los buses que actualmente circulan por la Ruta 68, sepultó el impacto tecnológico regional que representaba un tren rápido. Ni siquiera es volver al viejo servicio ferroviario que entre el 14 de septiembre de 1863 y el 8 de marzo de 1992 operó entre las estaciones Puerto y Mapocho, como lo planteó el Presidente Boric durante su anuncio.
A favor del proyecto presentado está el hecho de que se basa en dos iniciativas consensuadas y con financiamiento, como los trenes a Tiltil y Batuco, algo que garantiza su avance en los próximos años y reduce la fricción política. Además, el uso de una antigua línea férrea permitirá acotar el impacto ambiental y el nivel de expropiaciones necesarias para materializar el proyecto. Como ocurre con todas las últimas decisiones del Gobierno, el anuncio abre nuevos flancos políticos -el justo reclamo de los alcaldes Sharp, Lizana y Riquelme tendrá efectos en este ámbito- y levanta dudas sobre las razones de fondo que llevaron al Presidente a desechar sin mayor explicación las iniciativas privadas de TVS y el grupo Urenda, así como la de EFE.