RELOJ DE ARENA
Fue una dramática conversación telefónica. Úrsula Morales pedía a la influyente esposa del Presidente de la República el indulto para su pareja, Emile Dubois, condenado a muerte.
Último recurso tras un proceso que culminó con el veredicto de pena capital para el francés autor de tres brutales homicidios que tenían aterrorizados a Valparaíso desde septiembre de 1905, cuando apareció ultimado Reinaldo Tillmanns. Luego seguirían los casos de Gustavo Titius e Isidoro Challes. Todos conocidos comerciantes de la ciudad. Tras un cuarto intento de asalto con evidentes fines de robo, 25 de junio de 1906, Dubois fue capturado cuando huía en las cercanías de la Plaza Aníbal Pinto. El edificio donde se perpetró el hecho subsiste en la esquina con calle Esmeralda.
Detención, proceso, pruebas que incluían las armas homicidas y documentación. El juez del crimen Vicente Santa Cruz condena a muerte al acusado, fallo ratificado por la Corte de Apelaciones y luego por la Suprema.
El último recurso es el indulto presidencial que intenta lograr Úrsula Morales, colombiana, pareja de Dubois, mediante la intervención de Sara del Campo, esposa de Pedro Montt, entonces Mandatario. En un matrimonio sin hijos, se afirma que doña Sara tiene gran influencia en la decisión del Presidente. En la prensa satírica se le denomina la "Reina Mora". Era una morena de gran belleza.
Por otro lado, grupos anarquistas exigían el indulto. Infiltrados en el movimiento obrero, desataban violentas movilizaciones. La tendencia venía de Europa vía Argentina. Dubois sería de sus filas. Tras diversos atentados, las presiones eran de temer. Total, el francés mataba a los ricos…
Y a veces el poder ceder a las presiones para evitarse males mayores. Ahí está el caso del Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien dispuso el 17 de octubre de 2019 la libertad de Ovidio Guzmán, hoy tras las rejas, uno de los líderes del sangriento Cartel de Sinaloa, a cambio de una supuesta tranquilidad pública que no llegó.
En el Chile de 1907, el presionado Pedro Montt, una avenida y una escuela porteña lo recuerdan, rechazó la petición de indulto. ¿Qué habrá recomendado doña Sara?
Lo demás es historia conocida. En la madrugada del 26 de marzo de 1907, en la antigua cárcel de Valparaíso, Emile Dubois, supuesto ingeniero de minas, estafador y asesino, es fusilado.
La víspera, en la oficina del alcaide de la prisión, Marcial Lois, contrae matrimonio civil con Úrsula Morales, con quien tenía un hijo. En una fotografía dedicada al jefe del penal, Dubois escribe: "Recuerdo de mi presencia en la Cárcel Pública de Valparaíso; al humanitario Alcaide Marcial Lois Solar. E. Dubois".
Conmoción social
Junio de 1933. Un hecho policial impacta a la socialité nacional. Rebeca Larraín Echeverría es ultimada de un tiro en la espalda en su casa de la avenida Holanda 456, Providencia, Santiago.
¿Un intento de robo en lo que eran extramuros de la capital? No, por ahora, un "accidente doméstico" que rápidamente se convertiría en una precursora versión de "violencia intrafamiliar".
Roberto Barceló Lira, arquitecto, de conocida familia, ha dado muerte a su esposa disparándole un tiro de pistola en la espalda en medio de una discusión. Queda herida. Llaman a la Asistencia Pública que llega rápido, pero es demasiado tarde. Ella ha fallecido.
Roberto, el esposo que mantenía una relación de amor y odio con Rebeca, con quien tiene dos hijos, es detenido. Se inicia un largo proceso judicial. La defensa de Barceló alega accidente y hasta problemas mentales. La familia de Rebeca insiste en la culpabilidad del esposo. Nunca fue bien mirado por los Larraín Echeverría, especialmente por la madre de Rebeca, una mujer de gran personalidad, protagonista del feminismo nacional, escritora destacada, Inés Echeverría Bello. Firmaba Iris y era nieta de Andrés Bello.
En la contingencia política de los años 20 del siglo pasado fue gran partidaria de Arturo Alessandri Palma, con quien mantenía una estrecha amistad que en algún momento suscitó suspicaces comentarios fruto de las pasiones políticas.
Roberto Barceló Lira, por su parte, era hijo de José María Barceló Carvallo, abogado, en algún momento ministro de la Corte Suprema y redactor del Código Penal. En la familia había destacados militares y figuras de connotación política.
La justicia inició su lento rodaje. Se intentaba bajar el perfil al caso, pero la conducta del esposo de Rebeca y su complicada situación económica ante la cual exigía con violencia el apoyo de la familia de ella, aparecía como agravante.
La resolución judicial se fue estructurando hasta llegar a la pena de muerte.
Presiones enfrentadas
Las presiones y las opiniones se encendían por todos lados. Grupos importantes buscaban salvar del patíbulo a Barceló Lira, mientras otros, también influyentes, pedían que se cumpliera la sentencia.
La madre, Inés Echeverría, con toda su influencia presionaba en su círculo social, en sus relaciones culturales y políticas y en la prensa.
No era fácil su posición, pues era objeto de amenazas, al punto que se dispuso vigilancia policial en su residencia. El 23 de enero de 1934 el ministro en visita del caso, Manuel Rivas Vicuña, dictó sentencia condenando a Roberto Barceló Lira "a la pena ordinaria de muerte, como autor del delito de parricidio de su mujer, doña Rebeca Larraín Echeverría".
Las reacciones sociales y periodísticas subieron de tono y aparecían en muchos comentarios la suposición de una rebaja en la pena, ya sea en la Corte Suprema, o bien un indulto presidencial. Pesaba mucho la condición social del condenado y sus influencias familiares.
En manos de alessandri
La Suprema mantiene la decisión de Rivas Vicuña. Todo está ahora en manos del Presidente Arturo Alessandri Palma, agobiado por problemas políticos, sociales y económicos, nacionales e internacionales. ¿Qué haría Alessandri?
Un día aparece en su despacho Inés Echeverría, madre de la infortunada Rebeca. En su libro "Agonía de una irreverente", Mónica Echeverría Yáñez, relata la entrevista:
- "Inés, esperó que sus enemigos intercedieran ante el Presidente de la República y el día anterior al plazo (del fusilamiento), cuando solo faltaban unas horas, se dirigió a La Moneda. Iba vestida toda de negro y en su bolso llevaba una pequeña pistola… No pidió audiencia, entró como en su casa, directamente al salón-escritorio. Arturo Alessandri, que esperaba esa visita, despachó a su secretario, suspendió sus otras citas y abrazó cariñosamente a su amada amiga. Lo que sucedió durante la hora que permanecieron juntos nunca se supo. Una pariente cercana de Inés relató que ésta, al notar que el Presidente se inclinaba por el indulto, sacó su pistola, la dirigió contra él y exclamo: si estoy frente a un cobarde, sepa usted, señor Presidente de la República, que no dudaré un instante en matarlo y el Enviado el Mesías será olvidado y la historia recordará solo a un débil que fue ultimado por una mujer".
¿Es verdadera esta versión tan cercana a la parte agraviada? Lo único cierto es que sin mediar vocerías ni eludir responsabilidades, el Mandatario decretó el 26 de noviembre de 1936:
- "Teniendo presente la dispuesto en el artículo 566 del Código de Procedimiento Penal, decreto: No ha lugar al indulto o conmutación de la pena de muerte a que se encuentra condenado el reo Roberto Barceló Lira. Tómese razón y comuníquese". Firman Arturo Alessandri P. (Presidente de la República) Pedro Freeman C. (Ministro de Justicia).
A las 5.58 horas de la mañana del 30 de noviembre se cumplió la sentencia. Previamente el joven sacerdote jesuita Alberto Hurtado había oficiado una misa en la celda del condenado.
El difícil No presidencial, en medio de tremendas presiones, en un caso de vida o muerte, había dejado que la justicia siguiera su curso. Temas para ser analizados cuando indultos a delincuentes con careta de luchadores sociales estremecen a todo el andamiaje oficial.