Nuevo impulso a la reflexión patrimonial
Aunque partió como una crítica a un mural, la discusión en torno al cuidado urbano de la ciudad merece abordar el tema en profundidad.
Pocas discusiones son tan frecuentes en Valparaíso como aquella que aborda su condición patrimonial y la enfrenta a los graves problemas de deterioro urbano que sufre en muchos de sus rincones más emblemáticos. El debate más reciente ha girado en torno al mural que el municipio encargó para el frontispicio del Edificio Cooperativa Vitalicia, proyecto que se enmarca en la iniciativa Arcoíris, que contempla pintar 5.710 metros lineales de fachadas en varias calles del eje comercial, como Serrano, Prat, Esmeralda, Condell, Independencia, Victoria y la avenida Pedro Montt. Los primeros dardos contra el mural los lanzó el abogado Rodrigo Díaz Yubero, quien acusó que el procedimiento no tomó en cuenta la opinión de los vecinos y planteó sus reparos a la idea de reemplazar los numerosos grafitis que cubren las paredes de muchos inmuebles importantes con murales de tono más cultural, cuando la alternativa más sencilla y cuidadosa con el frontis de una propiedad es, simplemente, pintarlo. El mural, dijo el abogado, viene a "poner en discusión cuál es el tipo de ciudad que deseamos construir".
El guante lo tomó un grupo de connotados ciudadanos porteños -encabezados por el pintor Gonzalo Ilabaca, la arquitecta Paz Undurraga y el también arquitecto y concejal Daniel Morales-, todos ellos conocidos por su interés en el cuidado patrimonial de Valparaíso y sus reparos a la acción del municipio que encabeza el alcalde Sharp en este ámbito. En una carta abierta dirigida a toda la comunidad, plantean que no se trata de un asunto político, sino de un debate de fondo sobre cómo la administración de la ciudad considera la opinión de los propios vecinos en su trabajo. "(La carta) hace un invitación al municipio, al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y al Ministerio de las Culturas que está radicado en Valparaíso, a asumir -a propósito del mural-, a abrir una convocatoria que sea transparente, con participación de distintos actores, donde se tomen medidas vinculantes respecto de qué hacer con las intervenciones urbanas en general en Valparaíso", explica el pintor Ilabaca.
En el fondo, Díaz Yubero y los vecinos que firman la carta sospechan que el mural en la Cooperativa Vitalicia es un signo más del extravío que observan en las decisiones que el alcalde y su equipo -más el Consejo de Monumentos Nacionales y el propio Ministerio de las Culturas- toman respecto del cuidado patrimonial de Valparaíso.
El problema más de fondo es que estas reflexiones suelen surgir en las cafeterías del plan porteño o durante una reunión de incumbentes en alguna casona de los cerros turísticos, habitualmente Alegre y Concepción y no salir de ese estrecho círculo de interesados. El éxito de cualquier plan que busque cuidar a Valparaíso y devolver a la comuna su sus valores urbanos reside en la habilidad que ponga la élite porteña -incluido, por cierto, el alcalde, el CMN y el Ministerio- para romper el cerco del plan y transformar este punto crucial del futuro en una preocupación general de todos los cerros porteños, del Almendral hasta Curauma, de Placeres a Laguna Verde.