El largo declive de la Avenida Valparaíso
Cercados por la inseguridad y el comercio ambulante, los locatarios de la tradicional arteria requieren apoyo con urgencia. La situación excede con largueza las capacidades municipales, pero tampoco se aprecia un interés demasiado profundo de la autoridad local por salvar del pantano a este sector de la comuna.
Con sus veredas ocupadas en toda su extensión por vendedores informales, la Avenida Valparaíso, otrora el paseo comercial y turístico más importante de Viña del Mar, vive hoy un punto crítico de su sobrevivencia, luego de varios años de persistente declive. Algunos de sus negocios más señeros bajaron cortina debido a la competencia de los grandes malls en 14 y 15 Norte, pero muchos otros que aún resisten pasan por una crisis económica casi terminal. Locatarios en las galerías Florida, Paseo del Mar, Saleh y Cristal, por describir la situación de las más grandes, advierten que la mezcla de comercio ambulante, inseguridad y deterioro urbano terminará por sepultar cualquier intento de salir adelante. Los trabajadores de esos establecimientos acusan directamente a las autoridades locales de no poner coto a estos problemas -"ojalá la alcaldesa hiciera algo", plantean-, pero la situación excede con largueza las capacidades municipales para apoyar a los medianos y pequeños empresarios que hoy dan vida a la tradicional arteria y tampoco se aprecia un interés demasiado profundo en salvar del pantano a este sector de la comuna. Es cierto, todas las administraciones consistoriales han hecho algún intento por revivir la Avenida Valparaíso. Cambios de luminaria y pavimento, mejoras en las veredas, instalación de estacionamientos o mayor frecuencia en los turnos de aseo no han sido suficientes para dar solución integral al problema de fondo: la falta de un trabajo coordinado y permanente, que junto con despejar las veredas de ambulantes y mantener la seguridad a todas horas, considere un plan económico estratégico con locatarios, galerías, restaurantes y fuentes de soda.
Un error ha sido abordar los problemas del casco histórico viñamarino por partes, cuando es evidente que las dificultades están interrelacionadas. El escenario es sombrío, porque no se observa una coordinación adecuada entre las autoridades regionales encargadas de la seguridad pública y las municipales, que tienen competencias en el ordenamiento económico y urbano de la calle Valparaíso. Menos aún se aprecia un plan estructurado, capaz de dar una mirada de largo plazo a uno de los sectores más importantes de la comuna. Ni siquiera se observa una preocupación adecuada en las autoridades locales, como si el destino del barrio fundacional viñamarino no tuviera gran importancia. Tal vez la alcaldesa Ripamonti y el Concejo están esperando los resultados del Plan de Desarrollo Comunal antes de tomar alguna medida. O quieren tener al frente la "imagen objetivo de ciudad" que saldrá del trabajo previo del Plan Regulador, para decidir qué camino seguir. Lo único claro, a esta altura, que el sentido de urgencia que los principales responsables de la comuna no se empareja a las necesidades de os afligidos comerciantes de la Avenida Valparaíso.