Cambios en el gabinete regional
El oficialismo vive un tenso proceso interno, en la búsqueda de un nuevo equilibrio político, que represente mejor lo que ocurre en La Moneda. Más allá de la cuota de poder y el grado de influencia, en la negociación por los cargos regionales también se juega un cambio en la impronta del Gobierno, un giro en la jerarquización de las prioridades.
A la agitación del proceso constituyente en curso, que vive estas semanas del verano algunas de sus definiciones más importantes, el mundo político regional suma las turbulencias propias del reacomodo de fuerzas que se viene gestando desde el cambio de gabinete hecho por el Presidente Gabriel Boric en septiembre del año pasado, luego de la contundente derrota del Apruebo en el plebiscito. La caída de la doctora Izkia Siches y su reemplazo en el Ministerio del Interior por Carolina Tohá (PPD), más la llegada de Ana Lya Uriarte (PS) al Ministerio Secretaría General de la Presidencia, a cambio de Giorgio Jackson (RD), generó un nuevo equilibrio de fuerzas en el comité político, un dibujo que los dirigentes del Socialismo Democrático esperan ver expresado en el resto de los cargos y asignaciones de Gobierno. Pasados cuatro meses de ese hito, con el proceso constituyente en marcha y algunas de las reformas ya instaladas en el Congreso, las señales dadas por el Ejecutivo indican que ese rebaraje de poder es inminente.
Esta agitación de aguas tiene aquí una intensidad particular, porque las evaluaciones de desempeño que parlamentarios y jefes de partidos del Socialismo Democrático hacen del gabinete que lidera la delegada presidencial, Sofía González, siempre encuentran una contraparte dura en el Frente Amplio. A su fuerza electoral, el FA suma el peso específico de sus parlamentarios regionales. El senador Juan Ignacio Latorre es el actual presidente de Revolución Democrática, así como el diputado Diego Ibáñez lo es en Convergencia Social -la tienda del Presidente Boric- y ambos jugaron roles importantes en la negociación del nuevo proceso constituyente. En tanto, la diputada Camila Rojas, de Comunes, asumió recientemente como jefa de la bancada del Frente Amplio en la Cámara y su liderazgo es indiscutible en un partido que busca recomponerse tras el escándalo de Karina Oliva. No será fácil para los dirigentes del PS, PPD y PR negociar mayores espacios de decisión, aunque sus parlamentarios ya esbozan cuáles podrían ser sus intereses. El más transparente, en ese sentido, es el diputado socialista Tomás de Rementería, quien hace una férrea defensa de la delegada González y plantea que cualquier equilibrio político se jugará en las seremías.
Más allá de las cuotas de poder y el grado de influencia que eso conlleva, en la negociación por los cargos regionales también se juega un cambio en la impronta del Gobierno y quizás un giro en la jerarquización de las prioridades. Sin embargo, no hay mucho espacio para creatividad: los ojos de la mayoría están puestos en el incierto futuro económico de la Región -el amargo reclamo de los gremios asociados al turismo por la falta de apoyo del Ministerio de Economía apunta a las falencias en este ámbito-, aquejada por la falta de grandes proyectos de inversión y la paralización de obras por diversos motivos. Esos son los nudos a desatar.