Detenciones ciudadanas y demanda de seguridad
Las acciones personales contra los delincuentes han aumentado con riesgo para las víctimas y excesos que las pueden convertir en victimarios. Las conductas desmedidas son el fruto de reacciones lentas de las policías o de resoluciones insuficientes del sistema judicial, y también tienen su origen en una normativa en exceso garantista.
Las detenciones ciudadanas han aumentado en los últimos tiempos como una reacción, desde la base social, desde las personas, ante el aumento de la delincuencia. Se entiende por ese tipo de detención la captura por parte de víctimas o testigos de algún hecho delictual, de un antisocial sorprendido en flagrancia.
Esta detención tiene por objeto entregar a la brevedad al delincuente a las autoridades correspondientes para que estas adopten los procedimientos del caso.
Esta acción tiene riesgos. En primer lugar, está la reacción del delincuente que puede ir armado y que, en último término, es un "profesional" del delito. Así, el intento de captura puede terminar en una tragedia.
El otro riesgo es que una reacción desmedida de los captores incluso puede llegar a la muerte del antisocial, convirtiendo a las víctimas en victimarios, pues dentro de nuestro orden jurídico no está permitido tomarse la justicia por mano propia.
En la tarde del lunes se registró en el sector poniente de Viña del Mar una de estas detenciones al ser sorprendido un individuo robando en un local de comida rápida.
El sujeto fue encadenado a un poste de alumbrado público. La acción, realizada por personal del establecimiento atacado, fue aplaudida por los transeúntes. Carabineros, alertado del caso, llegó hasta el lugar 30 minutos después y el individuo fue trasladado hasta la Primera Comisaría situada a poca distancia del lugar de los hechos.
En este caso no hubo reacciones desmedidas contra el delincuente, como ha ocurrido en otras oportunidades. Caso reciente es el ocurrido en la capital cuando un delincuente robó el teléfono celular al conductor de un automóvil. La víctima persiguió al antisocial y al darle alcance lo arrolló con su coche. Acción desproporcionada que dejó al antisocial con riesgo vital y al conductor detenido con posibilidades de ser acusado de homicidio.
Ese tipo de reacción no es novedad y es el fruto de respuestas lentas de las policías -por causas muy justificadas- o de resoluciones insuficientes del sistema judicial.
También esas conductas tienen su origen en una normativa en exceso garantista que al final del día deja a las personas y a sus bienes en la indefensión.
En medio de la crisis de seguridad que se vive en la actualidad, con la presión de una migración que abre paso a organizaciones delictuales internacionales, es urgente atender reformas legales que permitan facilitar los procedimientos policiales y que aclaren los límites que las personas tienen en sus reacciones ante delitos flagrantes.
Y en el sentido anterior hay responsabilidad del Ejecutivo, que puede activar mediante urgencias normas pendientes en el Parlamento, y de los propios legisladores, que deben priorizar las permanentes demandas sobre seguridad que recorren de norte a sur y de cordillera a mar todo el territorio nacional.