"Lo encontramos un desafío hermoso y vinculado a la cultura"
La también presidenta de Slow Food Chile habla del patrimonio del Valle Marga Marga, del cambio climático y la relación que se tiene con la uva cuando se produce vino natural.
Carolina Alvarado y su esposo Arturo Herrera son oriundos de Quilpué. Se conocen desde que iban al colegio, pololearon durante la enseñanza media y después se separaron. Luego que ella se graduara de ingeniera agrónoma y él de técnico agrícola volvieron a juntarse y decidieron comenzar una nueva aventura que hoy por hoy se conoce como Viñedos Herrera-Alvarado, que se ubica en el sector de El Sol de la capital provincial de Marga Marga.
"Quilpué es un valle muy antiguo. Cuando nosotros decidimos hacerlo hace 20 años fue en base a que el territorio estaba silenciado. O sea, había una vitivinicultura muy desde la agricultura familiar, muy pequeñita, iba como en retroceso, casi a la desaparición. Con mi esposo en ese tiempo dijimos 'bueno, ¿para dónde vamos?'. Empezamos con agricultura en general y luego las viñas, porque lo encontramos un desafío hermoso, estaba muy vinculado a la cultura (…) hoy día ya nos asentamos como productores de vinos naturales", dice Carolina, vitivinicultora del citado viñedo, cooperativista y presidenta movimiento Slow Food Chile.
Pero, ¿qué es el vino natural? Son aquellos que no tienen ningún tipo de intervención ni en el campo ni en la bodega. Alvarado explica: "En el caso de los vinos orgánicos, que uno se podría confundir de por qué no se llaman orgánicos, se trata de vinos que cumplen una norma bajo un sistema nacional de certificación, y tiene una ley. Pero esos vinos pueden en bodega tener presencia de sulfitos y uso de levadura externa. Un vino natural no puede. Es la fermentación natural, sin uso de levadura externa, sin uso de sulfitos, sin ningún tipo de intervención ni en el campo ni en la bodega".
"Unido a eso, algo muy, muy importante, es que tiene que haber una relación entre las personas que están haciendo el vino y esa uva que está ahí -continúa-. Muchas veces uno dice 'bueno, estas grandes empresas también son orgánicas', pero a veces el contacto de la persona, con esa cosecha a mano, no es lo mismo. Para nosotros tiene un significado".
Es en ese aspecto que se correlaciona con el movimiento Slow Food Chile, pues como dice su presidenta "uno tiene que esperar los ritmos naturales y ahí está la conexión, porque finalmente los vinos de estas pequeñas producciones, casi nadie las visibiliza. Este movimiento te colabora justamente mostrándolo, compartiéndolo, dándole un valor y a veces ese valor no significa comercializar, significa compartirlo".
"Ahí fue que creamos la primera comunidad Slow Wine acá en Marga Marga, y hemos ido abriendo espacio para que otros viñateros pequeños a nivel nacional se unan también (...). Son vinos lentos, vinos en los que hay un trabajo de la naturaleza y, por eso mismo decimos, que te dejan sorprender, porque cada año con todo lo que tú vas viendo, ya sea de un verano cálido, un verano frío, los mismos efectos se van a notar en esos vinos", asegura.
Hacer frente al cambio climático
En ese sentido, Carolina Alvarado cuenta que en este periodo han visto cómo avanza el cambio climático. Recuerda que en un primer momento, ellos no regaban sino que esperaban la lluvia para saber cómo venía la cosecha. Pero la sequía sumada a las temperaturas extremas está afectando las cepas francesas como son el Cabernet Sauvignon y el Sauvignon Blanc, por nombrar sólo algunas. Es por eso que, dice, optaron por mirar las criollas.
"Nosotros tenemos viñas que datan del 1586; y ahí es donde uno dice como viñatero cómo sobrevivieron. Entonces, lo primero que hemos ido visibilizando es un cambio de variedades hacia las criollas que son cepas españolas. Ahí tenemos, por ejemplo, la uva país, la moscatel rosada, San Francisco. De hecho, hemos estado haciendo viveros de plantas de criollas para ir replantando", comenta Alvarado.
Pero no es lo único, pues también se trata de "comprender que cada día tenemos que ser más eficientes y en eso nosotros hemos implementado también un sistema de aguas grises (...)", además de aprovechar la vaguada costera; y por otro lado, "hay que hacer conciencia en las personas que tenemos que, de a poco, de alguna manera, tomar decisiones en cuanto a cómo nos movemos, cómo vivimos, cómo cuidamos el planeta", dice.
"Acá hay un bosque esclerófilo alrededor de la viña y la pregunta es ¿vamos a hacer más vino? ¿Vamos a crecer? ¿O nos vamos a quedar con lo que tenemos y el bosque lo vamos a proteger? Son decisiones que uno va tomando. Para nosotros el bosque debe permanecer, definitivamente lo debemos cuidar todos y en eso también uno va creando sensibilidad", añade. En ese sentido, "cuando alguien viene a conocer el vino acá, viene a la bodega, no sólo viene a ver el vino, viene también a mirar el bosque. Pero no es sólo el vino, es también crear comunicación".
Desde esa perspectiva son esenciales las catas sociales que desarrollan todos los domingos a las 11 horas, para la cual sólo se necesita inscripción a través del instagram @vinosherrera.alvarado. "La cata social nace hace muchos años como un espacio de vinculación con las personas, porque es muy fácil ir a comprar vino al supermercado y tomar tu decisión, pero cuando vienes, te encuentras de manera gratuita compartiendo un vino como lo hacía antiguamente la gente, sin necesidad de ninguna exigencia, ni de comida ni nada. La gente al venir entra a un espacio más cotidiano y ahí, en este encuentro justamente, se hablan no solo temas del vino, sino también lo que está ocurriendo, de lo que nos hace bien, de la importancia de la alimentación y también de la comunidad", sostiene la vitivinicultora, que detalla que en estos eventos se dan cita personas muy diversas, lo que "enriquece la conversación y nos va creando espacios que después se perpetúan en el tiempo".
Otra forma de acercarse a las personas es a través del Mercado de la Tierra, que se realiza en la plaza de Quilpué, y en el que participan productores agroecológicos del Marga Marga y que se realiza todos los primeros sábados del mes.
La nueva vendimia
Por otro lado, desde octubre con el resto de la Cooperativa Vitivinícola Valle Marga Marga y la Municipalidad de Quilpué se encuentran trabajando en lo que será la Fiesta de la Vendimia 2023, que se realizará los días 1 y 2 de abril en la plaza Eugenio Rengifo, y que a diferencia del año anterior no tendrá aforos.
"Vamos a estar festejando este año, un año en que de verdad es un poquito más esperanzador, porque tuvimos un poquito más de lluvia y por lo tanto las parritas están mostrando también mayor cosecha. Eso nos tiene bien esperanzados, así que este año se va a poder pisar más uva", comenta Carolina Alvarado.
Según adelantó, "este año vamos a tener bastantes eventos para que la comunidad participe. No solo pisadas de uva, sino también zarandeos. Zarandear es como despalillar la uva. Ésa es una acción que acá se hace mucho, muchos de nuestros vinos son con zarandeo, a mano. Eso también se va a hacer". "Y va a haber varias actividades. De hecho como ahora está la Casa de la Cultura, también va a haber muestras de oficios, del viñaterismo, vamos a tener hartas actividades asociadas al vino esos dos días", finalizó. 2
Flor Arbulú Aguilera
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