Antonio Gil: "Nadie necesita saber tanto de sí mismo"
"Cuento chino" (Sangría) es la nueva entrega de la serie histórica del escritor y columnista chileno Antonio Gil. Esta vez su libro lo protagoniza un detective migrante del siglo XIX Quintín Quintana, en una increíble aventura que parte en las islas Chinchas peruanas y termina en El Hospital Salvador.
La novela histórica de antonio gil resume el viaje en el tiempo de un hombre anónimo que se cruzó por detrás de la cortina de la historia del oriente y el occidente.
¿De qué libros de historia alimenta sus ficciones Antonio Gil? Es un misterio, pero a veces sus protagonistas pueden ser grandes perdedores como Diego de Almagro o anónimos pies de páginas como Quintín Quintana, un detective oriental que llega a Chile tras la Guerra del Pacífico. Como sea, son siempre sujetos fascinantes en épocas de intensos cambios. Aunque a Quintana podríamos llamarlo Leo Shin, el nombre que traía en su periplo por América en el siglo XIX el protagonista de "Cuento chino" (Sangría), la duodécima novela del escritor, publicista y columnista de los jueves en Las Últimas Noticias.
Gil, que en los ochenta publicó libros de poesía, desde 1992 viene entregando libro tras libro una aceitada máquina narrativa, la que explica para nosotros: "Soy un sujeto en extremo obsesivo. Y puestos a decir la verdad, te confieso con absoluta franqueza, y aún a riesgo de parecer un loco de atar, que la mayor parte de mi vida transcurre en una especie de universo paralelo, construido de una substancia misteriosa parecida al ectoplasma, esa rara materia que según parece les sale por la boca a los espiritistas cuando están en trance".
"Además me dominan unas hondas nostalgias, unas melancolías por cosas viejísimas y sucesos lejanos y oscuros, que, por algún motivo imperioso, que desconozco, me siento obligado a traer al presente. Y lo hago convertido en estampas, trucos y peripecias, lo cual en definitiva es lo esencial del tipo de novela que escribo. La estrategia de mis novelas, que es siempre lo más importante de cualquier trabajo literario, nace en ese estado de estupor y maravilla", relata el autor.
Los capítulos que componen "Cuento chino" son breves, y cada uno de ellos se puede leer como un episodio autónomo y a su vez como pieza de un puzzle mayor que el escritor alimenta con nuevos ángulos. Esto, confiesa Gil, parte incluso antes: "La etapa previa a la redacción siempre es una borrachera de nombres que me resultan claves, una investigación que me pone en alerta extrema, entonces la sincronía comienza a regalarme datos, minúsculas epifanías que afortunadamente sé leer. Los detalles más mínimos son siempre reales en mis libros. La dirección de las casas, el número de serie de las pistolas, los nombres de los caballos".
Todo este rigor histórico colisiona, generando la mezcla seductora, con la extrañeza de sus protagonistas, acicateada por el columnista: "Creo que el hablante que uno elige habla como bajo una mortaja. Sus palabras vienen de ultratumba, no te olvides, y todos los muertos son un poco desconcertantes. El manejo del misterio profundo, ese que queda fuera de los márgenes, me dicta. Recibo un dictado a partir de una noción ligeramente fantasmal. Esa música es la música de las eras, de los ciclos del tiempo, que es el tema que más me interesa. Qué enigma más terrible y fascinante, ¿no te parece?"¬.
-¿Cómo fue su acercamiento al mundo oriental? ¿Lleva, entre sus tatuajes, alguna simbología oriental?
-Soy profundamente occidental. No tengo ningún signo del imaginario asiático entre las abigarradas manchas de tinta con que he venido cubriendo este maltratado cuerpo que se comerá la tierra. Sin embargo, y no obstante, soy lector apasionado del Tao, consulto con muchísima regularidad el I Ching o Libro de las Revelaciones. Amo el alma de China y de Japón, su antiquísima poesía que también leo casi a diario.
-Su protagonista es tomado de la realidad, como tantos otros en su obra. ¿Cómo los elige? ¿Cómo y por qué eligió en particular a Quintín Quintana?
-A veces creo que ellos me buscan. Siempre se trata de
Por Cristóbal Gaete
"La mayor parte de mi vida transcurre en un universo paralelo, construido de una substancia misteriosa".
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