En resumen
Östlund debutó en el año 2001 con el documental "Let the Others Deal with Love". Desde entonces ha filmado 6 largometrajes.
Östlund debutó en el año 2001 con el documental "Let the Others Deal with Love". Desde entonces ha filmado 6 largometrajes.
1-Hay varias geografías en tu libro. ¿Cómo las escribiste? -Hay un ir y venir por distintas ciudades que se habitan de forma diferente: ser migrante, ser turista, ir de paso o de visita, lo que implica mucho movimiento, mucha maleta hecha y deshecha; y ese registro que refiere a mi época de vivir afuera, de ser extranjera, me hizo tener una conciencia muy grande de ser chilena. Entonces hay dos geografías: una misma y el territorio y eso al final disocia, y aparece la pregunta sobre quién eres. En la escritura es el viaje el que define esos bordes y para mí marca una necesidad de nombrarme, de definir mi voz por el contraste.
2-¿De qué forma dejas ingresar tu vida en los textos? -Creo que mi voz tiene una conciencia muy clara de ser mujer, de ser disidencia y de la violencia de género. Eso se define a partir de lo que vivo cotidianamente. A estas alturas resulta majadero enumerar las experiencias "funables" vividas, pero eso modifica la forma en que vivo la vida, los lugares por donde me muevo y las personas que frecuento. Creo que en particular las vivencias cotidianas que se ven en el libro hablan de ese despertar de conciencia, y a la hora de escribir siempre he partido de mí misma, soy el capital afectivo que uso.
3-Hay varias palabras tachadas en tu libro. ¿Por qué lo hiciste? -Las palabras tachadas son palabras que tienen demasiado peso, el nombre de un político, el quiebre entre plaza Italia/plaza dignidad; el cambio de la concepción entre prostituta y trabajadora sexual. El tacharlas marca una extrañeza dentro de mi propio discurso, o una forma de apuntar lo ajeno que me resultan. En estos tiempos de extremismos, siento la necesidad de situarme dentro de lo que hoy llaman progresismo. Y veo esta necesidad en la literatura. Es una forma compulsiva, de definir desde dónde escribo, o para quién.
Romina Reyes además de escritora y poeta es periodista y guionista.
3 preguntas
Romina Reyes, escritora
Esteban Vargas Roa
Las desventuras de una pareja de modelos que aborda un crucero para millonarios en "El triángulo de la tristeza" (2022) es la trama de la última película de Ruben Östlund. La cinta que desde esta semana está en cines chilenos, ganó la Palma de Oro en Cannes, pero enfureció a la mitad de espectadores y críticos que asistieron el evento. Para muchos, su fijación por mofarse de la vida de la elite cruzó esta vez los límites. Más tarde entenderían que no se trató de un error del jurado, como algunos calificaron la elección, ya que "El triángulo de la tristeza" lograría tres importantes nominaciones al Oscar: mejor película, mejor dirección y mejor guion original. "Me encanta que los Óscar me dejen promocionar mi crítica al neoliberalismo", festinó el director posteriormente.
¿Qué es lo que tiene el sueco que fascina a los votantes? ¿Cómo se explica que haya ganados Cannes tres veces (dos Palmas de Oro y un Certain Regard) y sea, al mismo tiempo, destrozado por la crítica? ¿Tiene que ver con la figura pública que ha construido como una suerte de Luis Buñuel desafiante y ácido del siglo XXI?
No es fácil responder a estas interrogantes, pero podríamos decir en primer lugar que Östlund filma bien, si es que tiene algún sentido afirmar algo así. Digamos que sabe dónde poner la cámara, crear atmósferas atrapantes y esculpir bien el tiempo de sus relatos. Así lo demuestra en una primera parte donde conocemos a Carl, un modelo que participa de un casting humillante, y a Yaya (la actriz Charlbi Dean, fallecida el año pasado), modelo de alta costura acostumbrada a una vida de lujos y apariencias. Östlund los sigue atentamente en medio de una cita cargada de silencios y buenos diálogos que nos lleva a pensar que la película ha partido con pie derecho.
En el segundo acto, la pareja de influencers se embarca en un crucero de lujo donde sobresale un magnate ruso anticomunista, un millonario inglés que vende granadas de guerra, una anciana delirante y un capitán marxista y borracho (Woody Harrelson), que odia a la elite con la que tiene que lidiar diariamente. Un par de escenas que develan las dinámicas del capitalismo al interior de la embarcación -los empleados filipinos viven prácticamente escondidos de los turistas- nos prepara para un evento anunciado: la cena tradicional que ofrece el capitán para la tripulación. Östlund la hace coincidir con una tormenta que mueve al crucero de un lado hacia otro. Los invitados tratan de cenar, pero no pueden. La marea se vuelve más salvaje. El caos se desata. Entonces comienza un show de vómitos, caídas y excrementos (digamos que ríos escatológicos emergen de los baños) que el director extiende con goce perverso y crueldad.
La tercera parte, sin ánimo de spoilear, es un relato de sobrevivencia que revierte las relaciones sociales de poder.
El problema de "Triángulo de la tristeza" no es que Östlund se vaya al extremo (Buñuel y Berlanga también lo hacían… y en medio del franquismo), sino que su cámara de tortura de ricos se queda en un efectismo vacío. El tercer acto no alcanza para instalar una reflexión sobre el mundo planteado y las decisiones caprichosas que el cineasta toma con el fin de desarticular el relato no ayudan a la profundización de la crítica. "Triángulo de la tristeza" no es más que un escupitajo punk en contra del status quo que está por debajo de nuestras expectativas.
En "el Triángulo de la tristeza" una pareja de modelos aborda un crucero para millonarios.
Por Andrés Nazarala R.
fotograma
La escritora y periodista Romina Reyes entrega un libro muy distinto a sus anteriores en prosa, "Reinos" (Premio Mejores Obras Literarias) y "Ríos, provincias". "Frágil, expuesta" (Libros del Cardo) es la primera muestra de la poesía de la autora.