Mario Vargas Llosa habita más allá de la muerte
A los 86 años, el autor de "Pantaleón y las visitadoras" ingresó a la Academia Francesa, donde sus miembros reciben el título de "inmortales".
Al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ("La ciudad y los perros") se lo ha visto en el centro de Providencia, Santiago, por la amistad de décadas que lo une al escritor Jorge Edwards ("El inútil de la familia"). También se suma a su traslado el trabajo como columnista en el diario español El País, motivo por el que viaja a las actividades de la Fundación para el Progreso (FPP). Acá comparte con seguidores de diversas edades gracias a su inclusión en el plan de lectura escolar, como parte del "boom" latinoamericano, generación compuesta, a su vez, por Gabriel García Márquez ("Cien años de soledad") y José Donoso ("Coronación"), entre otros. Con 86 años camina por el centro comercial Drugstore como la estrella que es: el primer escritor en español en ingresar a la Academia Francesa hace unos días, poco después de terminar su relación con Isabel Presley.
"La literatura necesita libertad para existir, y cuando ésta no existe, recurre a la clandestinidad para hacerlo posible, porque no es posible sin ella: igual que el aire, es esencial para nuestros pulmones. De esta libertad vienen las otras, la libertad de cambiar el Gobierno o simplemente criticarlo, juzgar con independencia y debatir entre nosotros, por muy diferentes que sean las opiniones", afirmó el escritor peruano en su primer discurso ante la élite intelectual gala, con cuya aceptación quebró dos reglas: tener obra original en francés y ser mayor de 75 años, límite de edad para el ingreso a la academia.
En este claroscuro tal vez caminaba Vargas Llosa cuando en 1963 publicó su primera novela, "La ciudad y los perros", inspirado en su adolescencia en el Colegio Militar Leoncio Prado de Lima, donde Alberto (el protagonista) piensa que "podría ganarme veinte soles si los consignados me encargan cigarrillos y se los pagaría en cartas y novelitas", para salir un fin de semana. Escapar de situaciones como el recibimiento a un cadete, donde "barrió una loseta con la lengua, fornicó con una almohada, bebió orines, pero todo eso era un vértigo febril y de pronto él aparecía en su sección, echado en su litera, pensando: 'juro que me escaparé. Mañana mismo'".
En el patio del establecimiento educacional fueron quemados mil ejemplares del debut del también Premio Príncipe de Asturias, aparente ofensa que catapultó su éxito y el permiso para escribir más de una veintena de novelas, cuentos y ensayos, siempre con un humor muy latinoamericano como el empleado en "Pantaleón y las visitadoras", cuando el capitán militar Pantaleón Pantoja es llamado para organizar prestaciones sexuales en la selva peruana, al ser "un oficial sin vicios -se admira el general Victoria- ya tenemos quien represente al arma en el Paraíso. Junto a Santa Rosa y San Martín de Porres".
El libro comienza con una cita de "La educación sentimental", de Gustave Flaubert ("hay hombres que sólo tienen por misión entre los demás servir de intermediarios; se pasa por ellos como sobre puentes y se va más lejos"), autor al que Vargas Llosa recordó en su discurso ante la Academia Francesa porque sin él "nunca me habría convertido en el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito". Quizás, continuó el peruano, "Flaubert no era plenamente consciente de esta revolución que él puso en marcha durante los cinco años que trabajó en 'Madame Bovary', inventándose una larga enfermedad para apaciguar a su padre cirujano que, por supuesto, aspiraba a orientar a su hijo hacia una profesión", como su familia cuando entró a estudiar Derecho.
Vida personal
"¡Flaubert, tu favorito!", grita la influencer española Tamara Falcó en el quinto capítulo del docureality "La marquesa", en Netflix, cuando la noble de Griñón entra con su nuevo padrastro, Vargas Llosa, a la librería Strand, en el centro de Nueva York, famosa por su catálogo que incluye primeras ediciones con precios millonarios. El escritor toma un ejemplar de "Salambó", lo acaricia y dice "este pudo tocarlo el propio Flaubert".
La hija de la socialité Isabel Preysler -exesposa del cantante Julio Iglesias y madre de Enrique -va a firmar su libro "Recetas de casa de mi madre" y pide al Nobel que la oriente, quien, cándido como un padre, le habla de "esa parte misteriosa de la personalidad, de la que te cura el psicoanálisis, a mí no me interesa nada, al contrario, me interesa muchas cosas oscuras. Esas cosas que te traumatizan son perfectas para un escritor, yo quiero estar muy desequilibrado a la hora de escribir".
La plataforma de streaming lanzó "La marquesa" en agosto de 2022, cuando el romance entre Vargas Llosa y Preysler vivía sus últimos estertores, ya que la ruptura fue informada por revista ¡Hola! a comienzos de este año.
Desde 2021 era posible encontrar en el cuento "Los vientos", publicado por Letras Libres y disponible en Internet, un pasaje que dice "creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena", en referencia, quizás, a la separación del escritor de Patricia Llosa, quien lo acompañó durante medio siglo.
"Todas las noches, desde que cometí la locura de abandonarla, pienso en ella y me asaltan los remordimientos", sigue Vargas Llosa en un texto sobre los últimos días de un anciano en un futuro con campañas para que "el Estado expropie todos los papeles impresos de cualquier orden y los incinere, a fin de evitar supuestas bacterias", idea que encuentra eco en el segundo capítulo de "La marquesa", donde la expareja del autor le explica que "hay mucha gente que ya no compra libros, pero tengo muchas amigas que leen en el computador. Y muchos también tienen el sistema de que el libro te lo van contando en el auto", ante lo cual él responde "es horrible".
Falcó se ríe porque el autor "no sabía quién era (el diseñador) Jimmy Choo cuando comenzó a salir con mi madre", en 2016, según ¡Hola!, pero ya habían pasado cuatro años desde el lanzamiento del ensayo "La civilización del espectáculo", donde Vargas Llosa acusó que "no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores cada vez más amplios de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba 'el espíritu de nuestro tiempo'", del que, como dijo en París hace unos días, "no es imposible que en la imaginación, al menos, los libros que hemos leído e inventado, al creer en ellos, nos preservan de la desaparición".
mario vargas llosa entró a la academia francesa en un acto organizado en parís y además fue homenajeado en el círculo de bellas artes en madrid.
Por Valeria Barahona
"Nunca me habría convertido en el escritor que soy, ni habría escrito lo que he escrito", dijo al valorar la influencia de Flaubert en él.
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