LA PELOTA NO SE MANCHA Diálogos notables
POR WINSTON POR WINSTON
Aunque en Chile la norma es que los estadios no estén abarrotados de público, siempre existe la cantidad suficiente de espectadores como para hacer el ruido que impida a un hincha escuchar todo lo que los jugadores se dicen dentro de la cancha.
La excepción se vivió durante la prolongada pandemia que prohibió el público en los estadios y nos permitió oír algunos de los gritos y conversaciones que se producen en la trifulca de un encuentro de fútbol. El resultado fue bastante decepcionante y menos sofisticado de lo que algunos imaginábamos. Los diálogos no eran muy distintos a lo que se vive en una pichanga de barrio. Frases cortas, poco elaboradas, mucha arenga, gritos obvios, insultos y alaridos desesperados de jugadores a los que pareciera haberles llegado un balazo.
La confirmación de esta simplicidad la obtuvimos con el informe del árbitro Héctor Jona que reveló una "elaborada" discusión entre Patricio Rubio, jugador de Ñublense, y Carlos Palacios de Colo Colo: "Eres entero malo sa.. cu...", habría dicho Rubio, a lo que el colocolino, sin pensarlo mucho, respondió: "y voh también malo cu..., eres entero malo". No digamos que se puede armar un artículo, un cuento y menos una película con esta discusión, pero sí da la oportunidad de rememorar otros diálogos notables que van más allá de la ordinariez de Rubio y Palacios.
En la vereda opuesta, se encuentra el idolatrado Marcelo Bielsa, quien sufría intentando hacer entender a sus jugadores cada una de las cosas que había planeado mil y una noches en su cabeza. Para el recuerdo quedará la famosa frase que dirigió a Carlitos Tévez y que el "xeneize" todavía no termina por comprender: "La oferta de pases debe ser vertical".
Viajando en el tiempo y el espacio de diálogos notables, el Mundial 2006 tuvo una de las escenas más insólitas del fútbol en la final entre Francia e Italia. De un momento a otro, las imágenes de televisión mostraban al defensa italiano Marco Materazzi retorciéndose como cola cortada de lagartija en el césped, mientras el francés Zinedine Zidane se desentendía de la acción. Luego se vio a Zizou propinándole una verdadera corneada en el pecho a Materazzi. La razón de su alborotada reacción: el italiano habría dicho que prefería a la hermana de Zidane antes que a su camiseta. Esa conversación y posterior reacción del francés cambiarían la historia de esa final.
El hecho nos remonta al equipo argentino Estudiantes de la Plata que alcanzó la cima a fines de los sesenta. El mito dice que entre los medios poco deportivos que usaban para imponerse dentro de la cancha, además del uso de agujas para pinchar a los rivales en los córneres, estaba su trabajo de inteligencia previo a los encuentros. Los "pincharratas" investigaban nombres de madres, hermanas, primas, pololas y esposas. Como si se tratara de una banda de narcos, cuando ya estaban en la cancha, cada jugador se encargaba de recordar sus nombres, atributos y supuestas infidelidades hasta sacar a sus rivales de quicio. La fórmula les dio resultado: la Copa Intercontinental y 3 Libertadores entre 1968 y 1970.
Sin grado de maldad alguna, Alexis Sánchez, en cambio, hace varios años, reveló un diálogo, más bien monólogo, que lo retrata en toda su candidez. Sánchez contó que cuando jugaba Play Station, un amigo siempre le hacía goles con Andriy Shevchenko. Tiempo después, antes de comenzar un partido en el Udine, mientras se abrochaba los zapatos y a minutos de iniciarse el partido contra el Milán, se dio cuenta de que al lado suyo estaba el mismísimo Shevchenko. No encontró nada mejor que decirle: "Tú me hacís (sic) puros goles en el Play". Al ucraniano le debe costar conciliar el sueño con la guerra y tratando de descifrar si lo del niño maravilla fue un saludo o una especie de conjuro.
Este breve recuento no se podría cerrar sin la genialidad del defensa uruguayo del Atlético de Madrid, José María Giménez. La mayoría de sus colegas intentan intimidar a sus atacantes prometiendo fracturar desde los pómulos hasta los tobillos, insultar a sus madres, hermanas, primas y abuelas, pero no consiguen otro efecto que el de aleonar a sus rivales. Por el contrario, el uruguayo ha cambiado la lógica y se ha destacado desconcentrar a los atacantes con preguntas insólitas. A Radamel Falcao le preguntó, por ejemplo, por qué las banderas de Colombia y Venezuela tenían los mismos colores y en un córner lo sacó de la jugada preguntándole si septiembre se escribía con p o sin p. Así de sencillo. Sin ensuciarse las manos o en este caso los pies, sin astillar huesos ni mancillar el honor de madres y novias, Giménez, se lleva el puesto número uno en el ranking de diálogos en el fútbol.