El asunto es que ya estamos en marzo y, como una rápida brisa marina, el verano y junto con éste los dos primeros meses del año ya quedaron atrás. Entre balances, como los del turismo, que hablan del mejor período estival en muchos años, también asoman algunas deudas, como el triste olvido en el cual aún se mantiene el camino costero de Concón, la batalla casi perdida contra la delincuencia y los ambulantes en Valparaíso, las nulas respuestas -más allá de los APR y los aljibes- para las zonas en sequía, o la postergación de las soluciones habitacionales de la Región, la cual incluso se da el lujo de funcionar casi un año sin director del Serviu porque nadie se da el tiempo de resolver los cuoteos y las presiones funcionarias que ello implica.

Todo comenzó con el fiasco de los fuegos artificiales de Año Nuevo (¿qué será hoy de Pedro Cayumán y de las querellas presentadas por los municipios?), siguió con las lógicas demandas de compensación al comercio y al turismo que nunca llegaron, la exigencia de mayor seguridad, el aumento de los asaltos en Viña del Mar, el tren a Santiago con ese maravilloso titular que no nos atrevimos a poner ("El tren rápido a Valparaíso no será rápido ni llegará a Valparaíso"), un nuevo quiebre del gobernador Rodrigo Mundaca con el Gobierno, el asesinato de Matías Cuadra, cuyo caso daría un vuelco solo días más tarde, el regreso de los argentinos a la zona, la ralentización de la reconstrucción tras el incendio de Viña el Mar, la peregrina ordenanza de restricción de circulación de menores del alcalde de Zapallar. Entre tanto, más denuncias y exigencias del comercio (seguridad y ayudas), el primer asomo del ajuste del gabinete regional, el problema insoluble que son las tomas, el anuncio del ATP, el traspaso de platas frustrado del ATP, las denuncias por una supuesta petición de "mascadas" al ATP contra el vicepresidente de la Corporación de Turismo Gianni Rivera, su contraataque de la mano del exfiscal Pablo Gómez, el desmarque de los acusadores, el lío que tienen hoy para justificar la entrega de $250 millones a un privado. Cómo no, también hubo mucho del Consejo Constitucional. Los expertos, las listas juntas o separadas, los candidatos, los que pudieron ser, la efímera candidatura de Michelle Bachelet, las pullas de Marco Antonio Núñez ("la lista de Bassa"), el gazapo de Evópoli.

Los titulares de estos dos meses también nos recuerdan un asesinato en el Mercado Cardonal, más crímenes en el Barrio Puerto, el Festival de Viña sin orquesta, el Festival de Viña sin Yerko Puchento, el Festival de Viña sin Maná, las bandas de menores robando en la Plaza O'Higgins de Viña, el doble asalto al turista cordobés, el regreso de Copec a Las Salinas de la mano de Mapa Consultores, el conflicto para la alcaldesa Ripamonti que asegura no conocer a nadie, el repintado de fachadas porteño más inútil que cenicero de moto de Sharp en Valparaíso, los cargos del Servel en contra de los alcaldes Sharp, Toledo y Lizana, la expulsión de Gaspar Rivas del Partido de la Gente.

¿Algo que se nos escape? Sí, por más que lo buscamos no encontramos ningún corte de cinta, ningún anuncio que apunte a mejoras en la calidad de vida de la población.

En fin, puede ser que hayan estado de vacaciones...

El crimen y la violencia siguen siendo el tema de mayor preocupación entre los chilenos. La encuestadora Ipsos, en su informe "Preocupaciones del mundo", publicado esta semana, así lo ha reflejado: el 64% de las menciones apuntan hacia estas dos realidades. Las razones están a la vista, no solo la cantidad de robos, homicidios y delitos han aumentado significativamente, sino que también el nivel de violencia de estos mismos.

Nuestra región, por supuesto, no está exenta. Es cosa de leer las páginas de este Diario, revisar las estadísticas de Carabineros o la encuesta de calidad de vida realizada por la Fundación Piensa para darse cuenta que la inseguridad, en percepción y realidad, es un problema de marca mayor en la región.

Muchos, atraídos por su éxito frente a las Maras y la gran popularidad que tiene (un 92,7% votaría por él, según una encuesta publicada por TResearch), han puesto sus ojos en Nayib Bukele, presidente de El Salvador, como un modelo a seguir para combatir el problema de la violencia y el crimen organizado, pero ¿es Bukele un ejemplo a seguir?

Para quienes creemos en las democracias liberales, no. Lo anterior, pues a pesar de que ha mostrado ser muy efectivo a la hora de combatir la delincuencia y el crimen organizado, también ha evidenciado una falta de compromiso con las instituciones de su país y los derechos humanos de sus ciudadanos. Así lo han demostrado distintas organizaciones internacionales vinculadas a la materia, como Human Rights Watch, quienes acusaron al Poder Ejecutivo de ese país de cometer violaciones generalizadas a los derechos humanos y de falta de garantías básicas.

El presidente salvadoreño ha vendido la idea de que existe una disyuntiva entre combatir la delincuencia y el crimen organizado, y ser respetuoso con las instituciones que nos hemos dado como sociedad. Además, ha situado a las personas como meros medios para alcanzar un fin, despojándolos de toda su dignidad. "Elijan: democracia o maras". Este es un falso dilema, pues las democracias liberales han mostrado ser eficaces a la hora de combatir cualquier tipo de crimen, concentrando en sí instituciones legitimadas, fuertes y respetadas para lograr aquello.

Bukele, entre impulsos autoritarios y un perfil populista, ha sabido sacar réditos gracias a un contexto de debilidad institucional democrática en su país. En Chile, la debilidad y degradación institucional, lamentablemente, la estamos observando, azuzada incluso por quienes hoy son Gobierno. Esta situación ha llevado que la inseguridad y los populistas vayan in crescendo. Estos últimos, desgraciadamente, no dudarán en ocupar cualquier "medio" o "ejemplo" para alcanzar su fin: el poder. A poner atención, no todo vale.