Nuevo giro hacia el centro de Boric
Por más lógicos que suenen los cambios, otra cosa es la audacia que tuvo el Presidente para llevar a cabo una cirugía mayor de lo esperado.
Enredado y farragoso, como tantas veces se ha repetido durante este primer año de Gobierno, la administración del Presidente Gabriel Boric llevó a cabo el viernes un segundo cambio de gabinete mayúsculo, con grandes sorpresas, omisiones y, por qué no, también correcciones.
La audacia de una suerte de refundación de Cancillería con Alberto van Klaveren, Gloria de la Fuente y Claudia Sanhueza (por Urrejola, Fuentes y Ahumada) fue, a todas luces y más allá de la frustrada nominación de Marta Maurás, el mayor gesto de gobernabilidad y liderazgo dado por el Mandatario, a sabiendas de que con la política exterior no se improvisa ni tampoco se juega.
Culturas y Deportes, ninguneados por la prensa capitalina y la política tradicional como carteras menores, también necesitaban de un cambio. Entendiendo que ambas esferas son quizás las mayores responsables de los cambios multidimensionales y sociales en las regiones, donde no existen ni en cantidad ni en calidad las áreas verdes, las multicanchas, ni los centros culturales y de esparcimiento que tiene Santiago, la llegada de gente experimentada y con pasado ejecutor como el exfutbolista Jaime Pizarro y el exdirector de TVN, Jaime de Aguirre, se agradece.
Extraño es lo de Ciencia, ministerio al cual no se la ha sacado ningún lustre y que anteayer vio llegar a Aisén Echeverry, su tercera secretaria de Estado sin que los dos anteriores hayan dejado algo para el recuerdo.
Y, por último, el reemplazo de Juan Carlos García por Jessica López en Obras Públicas fue una especie de crónica de una muerte anunciada. Nombrado más como cuoteo al Partido Liberal y guiño al presidente de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic, no contó nunca García con el expertise ejecutivo (de hecho, en nuestra Región hizo buena parte de su carrera gerenteando el Centro de Neurociencia, famoso por sus innumerables primeras piedras y cuyo futuro aún ni siquiera puede vislumbrarse). Súmese a ello baja ejecución presupuestaria y escasas concesiones para conformar un año más perdido que ganado.
Seguramente los 15 nuevos subsecretarios serán los que marcarán la agenda de este segundo año, a la espera de que de una buena vez por todas se termine de conformar un buen gabinete regional que tendrá por delante un sinfín de desafíos: echar a andar los diálogos que anteceden a la licitación del transporte público del Gran Valparaíso, no zozobrar por lo que pase o deje de pasar con el Consejo Constitucional, apoyar las tres grandes reformas (Pensiones, 40 horas y Salud) después del fracaso de la Tributaria y conseguir bajar los índices delictivos locales.
Por último, y no menos importante, la peculiar irrupción de Macarena Ripamonti como nombre en Educación, más allá de si se lo ofrecieron o no, cosa que ella niega, nos habla de una generación más pendiente de jugar al ajedrez político que de otra cosa. Es decir, si La Moneda o el propio RD pensaron seriamente en ello, sería un craso error. La alcaldesa todavía no termina de hacer bien una cosa para estar pensando en otra. Su responsabilidad con la ciudad y los habitantes de Viña del Mar excede cualquier supuesta oferta en Educación o Vocería, enrocando a Camila Vallejo, como se especuló el viernes.