La dura transformación del céntrico barrio Cumming
Vecinos y comerciantes viven y trabajan blindados por portones y rejas. Denuncian que tras el cierre de los locales nocturnos, se apoderan de las calles agresivos grupos que venden alcohol y droga, instalados en torno a potentes amplificadores que no dejan dormir a nadie.
Las fachadas vandalizadas que se repiten por cuadras, al igual que los portones y las rejas de fierro tras los cuales viven y trabajan blindados vecinos y comerciantes, constituyen el paisaje cotidiano del céntrico barrio Cumming de Valparaíso.
Y si bien es un escenario ilustrativo de la inseguridad que golpea al sector, hay otro elemento que desnuda la verdadera envergadura del temor: salvo el dueño de una agencia de turismo, las personas que relatan cómo es vivir y trabajar en Cumming prefieren el resguardo de su identidad.
Es que la calle que sirve de acceso a los cementerios patrimoniales y que recuerda a Ricardo Cumming -comerciante que se sumó a los congresistas contra los constitucionalistas en la guerra civil de 1891 y que fue fusilado en la plazoleta de la cárcel-, tuvo un cambio radical tras el estallido social y durante la crisis sanitaria: muchos negocios cerraron, no pocos vecinos se fueron y se instalaron prácticas que los residentes no imaginaron que les tocaría ver, como la ocupación de casas deshabitadas por gente que se instala en ellas a vender drogas.
El jardín que ya no está
"Esto era un jardín", comenta Mario, garzón por 26 años, rememorando los tiempos previos al 2019, cuando el local pasaba repleto y tenían que trabajar con dos turnos, hasta las 4 ó 5 de la mañana.
"Ahora, de lunes a miércoles, no nos vamos después de las 10 de la noche", dice, y el miércoles 8 tuvieron que cerrar antes, porque tras la marcha del Día de la Mujer un grupo de sujetos encendió neumáticos frente a la pérgola que languidece y a un edificio residencial de siete pisos, cuatro de los cuales están rayados.
También Raúl Rojas, presidente de la Cámara de Comercio Emprendedores de Chile y de la Agrupación de Locales Nocturnos de Valparaíso, tiene buenos recuerdos del tiempo previo al incremento del tráfico y los delitos violentos. Como la Noche de los Balcones con que partía el Rockódromo y que invitaba a disfrutar del espectáculo desde las terrazas que miraban hacia Aníbal Pinto: en 2018 estuvieron Ana Tijoux, Chinoy y Nano Stern.
De los 32 locales nocturnos que existían antes del estallido social y la pandemia, quedan ocho, recalca el dirigente. Y tanto negocios de ese tipo como pequeños almacenes o verdulerías cambian de dueño a poco andar por la problemática del barrio, que según sostiene no ha sido enfrentada por las autoridades con la urgencia ni con la efectividad que se requiere.
"Es muy terrible", menciona por su parte la joven encargada de otro negocio que recibe el impacto de la "tomatera" concentrada en las inmediaciones del ascensor Reina Victoria. Relata que muchas veces gente ebria se instala en el acceso al local e incluso intenta entrar, lo que conspira contra el ingreso de público y los obliga a cerrar. Ella fue testigo de un ataque con arma cortante a dos muchachas y de un robo frente a su establecimiento.
También afirma que constantemente están llamando a Carabineros, pero se encuentran con que están en otro procedimiento y no llegan o bien lo hacen tarde. Una situación que reiterarán otros vecinos una y otra vez.
Agreden a vecinos y a turistas
En la sesión del jueves 9 del Concejo Municipal, la edil Camila Nieto dio lectura a una carta enviada por vecinos del sector, donde señalan que en la escala de entrada al ascensor Reina Victoria, "durante años vienen sucediendo desórdenes delictuales, y a medida que ha pasado el tiempo se han vuelto insoportables y demasiado peligrosos", con presencia de "delincuentes que consumen y trafican drogas -el fin de semana apuñalaron a una mujer para quitarle el celular y entraron a la casa de una vecina-; y hacen fiestas de lunes a lunes con parlantes a todo volumen".
En 2022, acusan, "nos dirigimos a la Municipalidad, a Carabineros y a la Delegación Presidencial, pero no se logró nada de nada; es más, ahora ha empeorado la situación" y la policía "nos dice que no hay personal para enviar; entonces estos delincuentes no tienen
cuatro pisos rayados tiene el edificio residencial ubicado junto a la pérgola de las flores, a la que le quedan solo dos o tres puestos. "Todo lo destruyen o lo rayan", dice una vecina.
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl
el dirigente del comercio nocturno porteño, raúl rojas.