LA TRIBUNA DEL LECTOR
POR JORGE MENDOZA V. INSTITUTO DE CIENCIAS RELIGIOSAS DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO.
Cada vez se hace más frecuente escuchar la palabra democracia como una suerte de concepto sobre el que hay unanimidad en su acepción y entendimiento. Todas las medidas e iniciativas se suponen bajo la vara de lo que significaría "democracia" y así se califican y descalifican propuestas y personas por no calzar con un supuesto canon democrático. Sin embargo, la revisión de la bibliografía sobre el tema arroja más dudas que certezas sobre su definición. Es, evidentemente, una palabra polisémica o, dicho de otra manera, una palabra que tiene tantas acepciones sobre ella como quienes la utilizan.
No es de extrañar que cada quien se define como demócrata en base a su propia visión de lo que ello significa. Incluso con cierta frecuencia los dictadores se califican a sí mismos como demócratas. El tema es que, según la RAE, una definición es una proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo material o inmaterial. Es en este punto donde se hace difícil encontrar una definición única de este concepto. Muchos expertos simplemente eluden el definirla o se limitan a describir características, propósitos y funciones y, con gran extensión, a sus problemas para llevarla a la práctica. Usar o proponer una definición de democracia lleva implícito el acotar su significado, poner límite a aquello que se entiende incluido y, por lo tanto, a aquello que se excluye. De ahí que es recurrente el que se le ponga algún apellido para mostrar la visión o perspectiva desde la que se está comprendiéndola. Varios son los apellidos que, de alguna forma, quieren indicar su orientación y acotarla en sus alcances: participativa, deliberativa, paritaria, popular y un largo etcétera. Cada una de estos apelativos muestra la intencionalidad de quienes la proclaman y acotan su extensión.
De las varias propuestas de definición, dos son las más recurrentes. Una es la de Winston Churchill y la otra es de Abraham Lincoln. La de Winston Churchill dice que la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, a excepción de todos los demás que se han inventado. Es más bien un juicio valorativo y hasta irónico (cuestión que está presente en varias otras definiciones o aproximaciones al tema). No da cuenta de su contenido, sino solamente de su presencia en la sociedad actual. La de Abraham Lincoln, por su parte, dice que es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo; apunta a un tema de soberanía y de ejercicio del poder político. En su forma escueta se queda con lo esencial de una estructura política, pero no alcanza a delimitar o especificar, como lo exige una definición, qué se entiende por "pueblo" y ese es, por lo general, el punto donde se producen las exclusiones ya que ellas van desde cuestiones etarias hasta temas generados por las migraciones, desde exclusiones étnicas hasta de disidencias políticas.
Entre los pensadores dedicados al tema es frecuente que se la estudie y proponga desde una visión histórica-tipológica, vale decir, describiendo su génesis en la antigua Grecia hasta cómo funciona o se estructura hoy en día en diferentes contextos históricos. También se incluyen en estos estudios la variable operacional o cómo se distribuye el poder político al interior de una sociedad. Tiene que ver más bien con los temas constitucionales, aunque no necesariamente de una Constitución propiamente tal. Un tercer enfoque se refiere a lo normativo, que se refiere más bien al ejercicio autónomo de las personas de su soberanía personal y tiene directa relación con los temas éticos y culturales implicados en las decisiones políticas.
No puedo dejar de mencionar dos reduccionismos comunes al momento de hablar de democracia. El primero tiene que ver con reducir el cumplimiento de las exigencias de la democracia, y su consistencia misma, a la realización de elecciones. Es obvio que las elecciones son el procedimiento por excelencia para establecer el pensamiento mayoritario en una institución, especialmente cuando se trata de los países. Sin embargo, ellas no son de por sí suficientes para satisfacer los requerimientos de una auténtica democracia. Vemos con frecuencia países en los que se realizan elecciones con candidatos opositores presos o perseguidos, con mayorías unánimes, con cuestionamientos previos a su realización, con constituciones que sólo admiten como legal el partido oficial. Sí, las elecciones son un procedimiento fundamental, pero que no indican necesariamente que allí existe democracia. Es más, históricamente varios dictadores llegaron al poder por la vía eleccionaria; tal vez el caso más paradigmático es el de Hitler.
El segundo reduccionismo es el denominado "asambleísmo", vale decir las largas discusiones en que se trata de llegar a acuerdos en los que suele primar más la emocionalidad, positiva o negativa, que la racionalidad. Se le suele atribuir a las asambleas una soberanía de suyo y que validaría sus decisiones. Sin descalificar la emocionalidad como componente de lo humano, ella suele ser distorsionadora de las verdaderas situaciones sociales en las que vivimos. Una consideración adicional a este reduccionismo es que sólo representa a quienes participan directamente en ellas y no a los que no participan. A éstos se les acusa de no democráticos si no adhieren a las conclusiones o decisiones tomadas.
Finalmente, para algunos ella es un valor en sí, incluso sin llegar a definirla, pero creo que más bien es deseable por los valores que propugna y que, dependiendo de la visión preconcebida de algunos, entrarían en conflicto entre ellos. Los valores más frecuentes son: libertad, igualdad, autonomía, deliberación y participación, pluralismo, equidad y justicia, respeto por la dignidad humana de cada persona, convivencia pacífica y muchos otros que no sólo extenderían este listado, sino que requieren, cada uno de ellos, de un estudio pormenorizado.
Luego de todas estas consideraciones, no me atrevo a proponer una definición final de qué es la democracia. Sí creo que debemos estar atentos a este tema para saber de qué democracia estamos hablando. Es una labor en la que todos deberíamos estar empeñados y no adherir sin más a algún concepto de ella sin un discernimiento crítico de sus supuestos y postulados.
¿De qué democracia estamos hablando?
"Usar o proponer una definición de democracia lleva implícito el acotar su significado, poner límite a aquello que se entiende incluido y, por lo tanto, a aquello que se excluye. De ahí que es recurrente el que se le ponga algún apellido para mostrar la visión o perspectiva desde la que se está comprendiéndola".