Las próximas elecciones del 7 de mayo, en las cuales se elegirá a los cinco consejeros constitucionales de nuestra región, también serán una especie de primarias para Renovación Nacional (RN), partido en el cual se medirán las fuerzas que dicen tener los dos principales bandos. El primero de ellos está liderado por el diputado Andrés Longton, que ya ha dicho que será candidato a senador por esta zona, acompañado por el aspirante a diputado y actual alcalde de Limache, Daniel Morales. Es así como esta dupla lleva como candidata a consejera a la exseremi de Gobierno, Leslie Briones, quien se ha desplegado fuertemente por Marga Marga para aprovechar el caudal electoral. Pero en la vereda del frente se enfrentarán al poderoso matrimonio formado por la actual diputada Camila Flores, que pretende dar el salto al Senado, y el actual consejero regional Percy Marín, quien competirá por la diputación que dejará su señora. Ellos apoyan a la exconcejala de la UDI en Quilpué, Viviana Núñez.

En la centroderecha todos están pendientes de esta elección, pues servirá de termómetro político para así ver quiénes están mejor posicionados en la zona, ya que el actual senador de Renovación Nacional y presidente del Partido, Francisco Chahuán, no puede ir a la relección, por lo que su cupo será peleado por Longton y Flores.

Todos saben que al interior de la bancada de diputados del partido de la estrella las relaciones entre los dos parlamentarios es nula y sin probabilidades de arreglarse. Pero lo más llamativo de todo es la pelea que se dará para la Cámara de Diputados, ya que tanto Daniel Morales como Percy Marín -hoy enfrentados- fueron por muchos años los mejores amigos, criados bajo el alero y protección del exembajador Sergio Romero. Producto de muchos factores se fueron distanciando notoriamente, llegando a ser rivales políticos.

Sin embargo, cuando ambos formaron parte de la patrulla juvenil de RN, junto a varios dirigentes de la zona, siempre tuvieron en mente conquistar la alcaldía de Limache. Apoyaron entusiastamente al doctor Germán Irarrázaval, pero una vez que éste perdió frente al UDI Luis Minardi se enfrentaron en sendas querellas políticas, acusándose mutuamente de no haber respaldado suficientemente a Irarrázaval en su reelección. Pero Morales, haciendo una jugada maestra, renunció a RN, para poder competirle a Minardi y así recuperar el sillón consistorial que había perdido su partido.

Cuando falleció Minardi, en pleno ejercicio de su cargo, se volvió a producir otra pelea Morales-Marín, ya que el core buscó que no fuera el actual alcalde quien se quedara a cargo del municipio, sino otra figura de la derecha, pues al haber renunciado Morales a RN, no podría -según Marín- "representar fielmente los lineamientos de la derecha".

La madre de

todas las batallas

Mi primer acercamiento a la obra del escritor Jorge Edwards Valdés ocurrió cuando yo estudiaba primer año de Derecho en la universidad. Con un compañero nos unía la avidez por la literatura y el cine, y un día cualquiera mi amigo pronunció su nombre, agregando que Edwards estudió Derecho, pero prefirió seguir la carrera diplomática porque, en palabras de mi compañero, esta le permitía "trabajar poco y escribir mucho".

Ignoro si Edwards estaba o no de acuerdo con esta peregrina tesis, pero el incidente sirvió para que me aventurara por algunas de sus creaciones literarias. Así fue como leí los cuentos La experiencia y El orden de las familias (1967) y llegué a su novela El inútil de la familia (2004), además de su ensayo Persona non grata, publicado originalmente en 1973, fruto de su experiencia como encargado de negocios en La Habana, mandatado por el Presidente Allende para restablecer relaciones diplomáticas con Cuba.

Nacido en Santiago de Chile en 1931, muy pronto Edwards pasaría a formar parte de lo que más tarde se conoció como la generación del 50, integrada por escritores de la talla de José Donoso, Enrique Lafourcade y Guillermo Blanco, y por poetas como Enrique Lihn, Jorge Teillier y Miguel Arteche.

El talento de Edwards lo llevó a trascender nuestras fronteras y a ser incluido entre los miembros del llamado boom latinoamericano, a la altura de narradores universales como García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo y Cortázar. Ese mismo talento le permitió ganar el Premio Nacional de Literatura en 1994 y el Premio Cervantes en 1999, considerado el Nobel de Literatura en lengua española, y que muy pocos chilenos han obtenido (sólo Gonzalo Rojas y Nicanor Parra han sido honrados con dicho galardón).

Sin embargo, no todas fueron luces en la carrera del escritor. La publicación de Persona non grata supuso el enfriamiento de varias de sus amistades y la adición de no pocos enemigos, entre ellos el dictador cubano Fidel Castro, quien no tardó en incluir a Persona non grata en el catálogo de libros prohibidos para cualquier lector "revolucionario".

Desde esta perspectiva, Jorge Edwards fue un ave raris; una especie de héroe, pero no a la manera de Carlyle y Emerson, sino en el sentido clásico de quien acepta su destino (como Sócrates) o del que obra por el mero cumplimiento del deber (como lo exige Kant), aunque ello implique una condena segura al ostracismo, la soledad y el desprecio de quienes suelen congraciarse con el poder para mantener su fortuna y privilegios.

Dante Alighieri escribió en su Divina Comedia que el infierno tiene reservado un lugar para todos los temerosos e indiferentes, esto es, aquellos que en vida nunca tomaron una posición definitiva ni abrazaron ningún camino. Ese ignominioso lugar es el Vestíbulo o Anti-infierno.

Si existe vida después de la tumba, es seguro que allí no se encuentra Jorge Edwards.