RELOJ DE ARENA
Voy a la calle Valparaíso por necesidad. No por paseo a mirar -¡había tanto que mirar!- como se hacía antes. Se echan de menos negocios como Flaño, Sastrería Inglesa, Casa Mori o el legendario Olivar… Se fueron todos y, replicando a Lukas, se puede decir que el antiguo eje comercial viñamarino perdió la elegancia.
Muchos locales han cerrado, pero se han multiplicado las farmacias. Un fenómeno nacional. Antes atendían allí no más de cuatro.
Un economista me dice que aprovechan un importante nicho de mercado. El tema de los "nichos" también se da en los cementerios que han proliferado en su giro.
Con todo, es un hecho que los promedios nacionales de edad han aumentado, materia en la cual la abundancia de farmacias ha hecho lo suyo.
La proliferación se ha acentuado también por la apertura del rubro, antes muy regulado y, más que nada, debido a que los chilenos somos reconocidamente hipocondríacos.
El tema no es nuevo, lo encontramos en "El enfermo imaginario", la obra de Moliere, siglo XVII, y se mantiene en el tiempo hasta llegar a nuestros días con los conocidos alcances comerciales.
Consulta gratis
Un recuerdo muy personal me lleva a una reunión de compañeros de curso del colegio. Todos ya adultos, bien adultos, salidos de uno de esos desaparecidos Sexto Año de Humanidades. Hoy se llama Cuarto Medio. Llegamos 28 a esa meta. Varios profesionales, pero, categoría dominante, los médicos, cuatro.
En la sobremesa de la reunión, hora de almuerzo, los años indicaban ese horario, tal vez menos riesgoso. Tras los bajativos los asistentes comenzaron, descaradamente, a consultar, gratis, sin bonos ni nada, sus males a los cuatro médicos asistentes. Grupo reducido, no había que esperar mucho. Se consultaba, especialmente, a Lucho, cirujano y jefe de un importante servicio de urgencia. En consecuencia, sabía de todo. También era recurrido Rodrigo, gastroenterólogo o algo así. Víctor, también facultativo general por su cargo en un hospital institucional, atendía sin problemas entre copas y botellas. Las recetas se escribían en servilletas de papel y en ocasiones alguno de los compañeros doctores recomendaban, "mejor visítame". Inquietante llamado. Poco recurrido era Patricio, psiquiatra exitoso en Estados Unidos. Suponíamos, erradamente, estar en nuestro sano juicio.
Mirado en perspectiva, todo esto da para una comedia, pero corresponde a una realidad que demuestra preocupación por la salud, inquietud que no se refleja en nuestra conducta.
Finalmente, y formalmente consultamos a un médico. Exámenes, recetas, tal vez radiografías… Pero no quedamos conformes y consultamos al doctor Google.
¡Pavor! El buen doctor de carne y hueso, el de siempre, parece que está equivocado ante el diagnóstico que aparece en pantalla, incluidas horribles imágenes.
Recurrimos, además, a los medicamentos que han dado resultado a parientes o amigos. A veces el sistema funciona, no siempre y sabemos que es un riesgo, pero, aparentemente, es económico y rápido.
El caso es que el mercado de los enfermos, reales o imaginarios, desde siempre ha sido atractivo y lucrativo. Se comprueba en la nutrida publicidad de medicamentos y curas milagrosas que aparecen en antiguos diarios y revistas.
Los números ilustran sobre el giro de la salud. En Valparaíso, 1876, sobre una población de unos 70 mil habitantes, había 20 farmacias, boticas, se decía. Atendían, además, 7 dentistas, 22 médicos y 10 matronas. Complemento de las vueltas de la vida, encontramos cinco fábricas de ataúdes.
El interés por la salud se refleja además en numerosas publicaciones periodísticas, como el desaparecido Almanaque 18, entretenido, ilustrativo y con promociones de medicamentos para casi todos los males que producía justamente la empresa editora de ese librito que aparecía todos los años desde 1920 hasta 2000.
Hace algunos años, el diario La Estrella publicó, como complemento del suplemento Genoveva, una serie de fascículos dedicados a la medicina infantil, con consejos prácticos para el cuidado y tratamiento de los niños. Autor era el prestigioso pediatra viñamarino Sergio Macchiavello Letelier. Gran acogida de la publicación, al punto que lectores de Genoveva, que circulaba junto a diarios del norte, venían a Viña del Mar a la consulta del especialista.
La salud de los niños es parte del complicado oficio paterno o materno y muchas publicaciones sobre el tema han resultado internacionalmente exitosas, como "Tu hijo", un práctico libro de consulta del doctor norteamericano Bejamin Spock, editado hace décadas.
El ajo
Y la medicina natural tiene también su espacio literario. En "El librito de los amantes del ajo", de Rosarnon Richardson, además de lógicos y tentadores consejos culinarios, encontramos un capítulo destinado a los usos medicinales del producto para tratar hinchazones, infecciones, tos rebelde, dolor de oídos o dolencias del pecho. Se recomienda un diente diario para la presión arterial.
En las inquietudes sanitarias, las yerbas de nuestros campos tienen un lugar importante.
¿Se acuerda usted del pregón aquel de "¡bailahuén pa' los hígados! ¡Pa' los pobres hígados!" que retumbaba en la calle Esmeralda? De venta callejera ha ascendido a la condición de elegante bolsita, tal ocurre con el té. Tiene entre los golosos, que son muchos, alto consumo.
Esa antigua condición mediática de la salud la encontramos ahora renovada en la televisión y en el mundo digital. Hay de todo. Máquinas para hacer ejercicio sin moverse del cómodo sillón, colchones maravillosos para el buen dormir, tónicos para superar los rigores del invierno, otros para recuperar el cabello o la vitalidad perdida, lentes que permiten ver letras microscópicas… Y todo esto, con sonrientes testimonios de personas que han mejorado su vida gracias a un oportuno ¡Llame ya!