¿Y dónde está el Concejo Municipal?
Lo que está pasando en Valparaíso dista mucho de simple y llana inacción. Los ediles deben empezar a hacer su trabajo como corresponde.
Extraña semana, por decir lo menos, resultó la que hoy acaba para la Municipalidad de Valparaíso, solo ayer tan exultante y soberbia después de esa suerte de triunfo político que fue la desestimación por parte del Tribunal Electoral Regional (TER) de los cargos y subcargos de la acusación por notable abandono de deberes en contra del alcalde Jorge Sharp interpuesta por un grupo de exconcejales, quienes este jueves llevaron su apelación al temido Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel).
Hoy, sin embargo, y más allá de cualquier bemol judicial, es relevante entender la gravedad de hechos como el denunciado por el vecino Boris Kúleba en las páginas de este Diario sobre la mantención de un comodato de canchas de fútbol en Playa Ancha más de un año después de la detención por narcotráfico del exfutbolista y también exasesor de Deportes del municipio, Joel Soto, sin que nadie en la Casa Consistorial levantara una alerta o alguno de los diez concejales se ocupara de lo suyo, que no es otra cosa que fiscalizar los actos del alcalde Sharp y su equipo, más aún en estos tiempos en los cuales el narco ha conseguido permear no solo las poblaciones, sino también todos los estamentos de nuestra amenazada sociedad porteña.
Llama la atención el propio Kúleba que el Concejo tampoco haya sido capaz de alertar por otros hechos tan deleznables como la prisión preventiva de un segundo empleado de calle Condell, esta vez por tráfico de armas, quien en tanto funcionario municipal está acusado de vender material bélico -como explosivos C-4, detonadores y granadas, entre otros- robados por un primo desde el Batallón Miller de la Armada en el Fuerte Aguayo.
El argumento municipal es que Soto no era narco antes de la pandemia y que era imposible prever que el segundo personaje se entusiasmaría con instalar un retail de las armas. Pero ya acostumbrada a que la actual administración actúe de forma irresponsable, con Sharp convertido en paria (en La Moneda no lo pueden ver, de hecho ni siquiera estuvo en el lanzamiento de los diálogos ciudadanos por el nuevo sistema de transporte público al cual fueron todos los alcaldes de la zona) y con su eterna claque diciéndole sólo lo que le gusta y poniéndole épica barata a su gestión, a la ciudadanía solo le queda el Concejo Municipal, el que lamentablemente no ha estado a la altura al abocarse a cualquier cosa menos a la fiscalización de hechos tan graves como los referidos. Los funcionarios porteños hoy tienen miedo. Es cosa de hablar en privado con ellos. Cualquier cosa que digan y pueden perder sus trabajos.
Uno de los ediles se fue a vivir a Europa -con el beneplácito de Sharp- y los 9 restantes ni siquiera se dieron cuenta de que tuvieron a un narco y a un detenido por tráfico de armas trabajando junto a ellos. Vaya uno a saber qué más viene.