La vía porteña, que le llamaban
Llegó la hora de decirle al alcalde de Valparaíso que el país no está hoy para sus experimentos absurdos. Por suerte, nadie le hace caso alguno. Los consejos vienen de quienes hablaron durante la pandemia de las economías barriales y otras sandeces que nunca funcionaron y cuya desatención propició la delincuencia y el narcotráfico.
Resulta hasta enternecedor escuchar a la gente de la Municipalidad de Valparaíso seguir dando consejos al Gobierno de cómo hacer las cosas cuando han convertido nuestra comuna en uno de los peores sitios para vivir y estar del país. Esta semana el alcalde tuvo hasta el desparpajo de hablar de seguridad y control de la delincuencia, proponiendo una gran charla "con los territorios" (día feriado, de por medio, claro está) para que sea la población la que tome las decisiones por sobre el Ministerio del Interior, la Subsecretaría de Prevención del Delito, Carabineros o el propio Gobierno Regional.
Los consejos vienen de los mismos que se llenaron la boca durante la pandemia hablando de las economías barriales y otras sandeces que nunca funcionaron y cuya desatención municipal propició la penetración de la delincuencia y el narcotráfico en todos los estamentos, incluyendo el propio municipio, que en los últimos dos años se ha dado el lujo de contar con empleados que llaman a quemar edificios patrimoniales, trafican armamento robado del Batallón Miller de Concón o lideran una banda de tráfico de drogas armada hasta los dientes.
Como es costumbre, este editorial se verá difuminado con acusaciones contra la ultraderecha proempresarial por parte del nutrido equipo comunicacional del municipio, que cobra sagradamente (y no poco) por armar cuentas bots y campañas lastimosas por las redes, pero es incapaz de llevar a la prensa los escasos logros de su alcalde Jorge Sharp, como fue la inauguración del centro comunal de autismo en la exescuela Japón de Playa Ancha. En rigor, no era algo menor: debe ser el primer y último corte de cinta que tendrá en sus dos o hasta tres administraciones municipales.
Ya consiguieron destruir Valparaíso y Santiago. Ahora quieren exportar su modelo, aquel de los ambulantes, la suciedad, los indecentes banderazos de la Plaza Victoria, el maltratro a sus empleados, o de la incapacidad para pintar dos o tres edificios en Condell, a todo el país.
Por suerte aún existe gente responsable en La Moneda, en la Gobernación y en alcaldías cercanas como Viña, Quilpué o Concón, que entienden la irresponsabilidad que es estar cerca de Sharp y los suyos.