El corazón perdido
Lo cierto es que ese magma de personas que normalmente no votaba plantea hoy una importante incógnita no sólo respecto de los resultados, sino también sobre a quién se le debe hablar en la campaña. El riesgo es el vacío".
504 horas. Eso es lo que falta para que los chilenos y chilenas nuevamente deban acercarse a las urnas -obligatoriamente- para definir quiénes compondrán el Consejo Constitucional, que deberá trabajar para presentar un nuevo proyecto de Carta Magna.
Este también es prácticamente el periodo que le queda a los partidos y coaliciones para hacer campaña, que termina tres días antes de la elección. Y aquello se ha empezado a notar, sobre todo a partir de las apariciones de los postulantes en medios de comunicación, la franja televisiva y los panfletos que ya comenzaron a ensuciar las ciudades.
Pero se trata -una vez más- de una campaña engañosa y donde el deber de velar por el bien común que debiera tener la política, queda puesto en duda.
#Huérfanos. Nuevamente, pocos candidatos tienen partido político. Una explicación puede apuntar a que está de moda renunciar a la militancia para presentarse como "independiente pro x" o "independiente en cupo x", evitando así verse "contaminado" por la baja apreciación que tiene la ciudadanía respecto de las tiendas. Pero otra mirada también advierte respecto de la irresponsabilidad que eso conlleva: el qué piensa cada uno o una de los postulantes depende en gran medida del sector al que adhiere y que lo patrocina. No es un tema baladí, en tanto no se trata de un concurso de belleza, sino de una votación democrática, un acto que debiera ser racional e informado.
#La previa. Así como los jóvenes se preparan antes de ir a una fiesta, los partidos tuvieron un tiempo bastante contundente para organizarse respecto de esta elección. Sin embargo, se trata de una jornada que hasta ahora pasa inadvertida por los ciudadanos y ciudadanas. Pocos saben que el 7 de mayo deben asistir a las urnas y muchos de los que lo tienen en mente, no están claros del por qué deben votar o quiénes son los candidatos. "La previa" claramente fue insuficiente. La discusión y reflexión con las personas y los territorios, también.
#Intereses al viento. Otro de los problemas que puede debilitar el proceso es el interés real de la ciudadanía en él. Si después del estallido social la nueva Constitución estaba entre los principales problemas que se debía atacar, hoy el panorama es distinto.
La Cadem del 31 de marzo preguntó precisamente cuáles debían ser las áreas prioritarias para el gobierno. Obviamente, el manejo de la delincuencia y el narcotráfico ocupa el primer lugar, con un 52%. El texto fundamental está el penúltimo lugar, con apenas 1 punto.
Lo mismo en la Criteria de marzo. Nuevamente, al menos la mitad de los consultados cree que el principal tema al que debe abocarse el gobierno de Gabriel Boric es la seguridad ciudadana, mientras que la Carta Magna está en la última fila, con un 9% de las menciones.
La CEP de diciembre de 2022 apunta a resultados similares. Considerando que esta medición normalmente es considerada como una de las más adecuadas en términos metodológicos, sus conclusiones fueron iguales: la Carta Fundamental está en el antepenúltimo puesto, con un 3%.
#La incógnita. El mundo político creyó que la mejor solución a la apatía y desidia ciudadana a la hora de participar electoralmente era restablecer el voto obligatorio. Pero lo cierto es que ese magma de personas que normalmente no votaba plantea hoy una importante incógnita no sólo respecto de los resultados, sino también sobre a quién se le debe hablar en la campaña. El riesgo es el vacío. Sin creatividad ni modernización de la propaganda, con el mismo lenguaje que se utiliza al menos hace dos décadas, ¿a quién esperan convencer?
Aquí los medios también salen al baile, pues en la teoría, al menos, uno de sus deberes debiera ser educar a la población. Pero este gran grupo desconocido no se informa tradicionalmente y algunos ni siquiera por redes sociales. O -a partir del sesgo de confirmación- sólo ven y creen lo que quieren ver y creer.
En estas 504 horas los candidatos tendrán entonces tres desafíos prioritarios: educar a la mayor parte de la gente sobre el proceso, lograr que la reflexión permee fuera de los muros de la élite intelectual, y -lo más importante- encontrar ese corazón perdido que alguna vez creyó en una nueva Constitución. 2
"