Nueva generación delictual en acción
Los dramáticos hechos de las últimas horas demuestran, una vez más, cómo la crisis criminal arrecia. Esta realidad que día a día nos presenta nuevos y alarmantes casos exige de parte del Estado, de las autoridades coordinación, inteligencia y también legislación.
Los hechos, los porfiados hechos, demuestran dramáticamente cómo se impone la delincuencia, delincuencia violenta y cruel. El crimen lo tenemos a cada rato a la vuelta de la esquina. En las últimas horas homicidios en el Camino de la Pólvora y Glorias Navales. Por otro lado, un misterioso hecho en avenida Sporting, Miraflores, a la salida del hipódromo donde supuestamente se perpetró un secuestro. Y sumando, sin agotar la cuenta, un audaz robo a una peluquería en 8 Norte, en horas de gran circulación de gente en un sector de concurridos negocios.
Y la delincuencia es audaz, pues los dos últimos hechos señalados fueron perpetrados a poca distancia del cuartel de la PDI y de la prefectura de Carabineros, respectivamente.
Estos nuevos delitos, como el secuestro, nos muestran la presencia de una nueva generación de delincuentes a la cual se debe enfrentar con nuevas estrategias que van más allá de los medios.
Tras toda esta crisis está la droga, que mueve importantes recursos nacionales e internacionales, presentes en el tráfico y en la producción, convertida en una lucrativa industria.
Está, por ejemplo, la gran plantación de marihuana descubierta en una remota quebrada del valle del Elqui. Toda una instalación con productos ilícitos con un valor superior a los tres mil millones de pesos.
Esta realidad que día a día nos presenta nuevos y alarmantes casos exige a las autoridades coordinación, inteligencia y legislación. Toda la estructura del Estado debe estar presente, no sólo las policías, pues el delito tiene numerosos frentes donde el tributario, por ejemplo, requiere vigilancia permanente.
Hay que desalentar el crimen, asociado a la violencia en todas sus formas incluso aquellas disfrazadas de protesta social. No se puede "romantizar el octubrismo", como bien dice la alcaldesa Evelyn Matthei. No hay violencia buena y violencia mala. Toda es condenable, desvaloriza la vida y amenaza a la sociedad, a las personas, a sus bienes y a sus actividades.