En valparaíso, 2+2 =337,16

El último Concejo Municipal de Valparaíso no resultó del todo feliz, por cuanto tanto el alcalde Jorge Sharp como sus tan leales concejales resintieron las críticas recibidas tras la Cuenta Pública de $19 millones realizada el miércoles pasado en el Teatro Municipal. Una de las, para ellos, inesperadas quejas por lo absurdo del gasto provino del diputado socialista Tomás de Rementería, lo que suscitó la infantil reacción del jefe comunal en esa suerte de jardín infantil (con todo el respeto que merece la Junji regional) en que se han transformado los concejos municipales del último tiempo.

"Es que no se porta bien el diputado De Rementería. Sacó 5 mil votos y se enoja. Se porta mal el diputado, ¡ja!", espetó el ya no tan joven alcalde, quien al día siguiente recibió una lección de matemáticas de su archienemigo con apellido de canciller ucraniano, Boris Kúleba: la suma de 1.226 + 3.150 (los votos de Marcos Brauchy y Alejandro Escobar, los supercandidatos sharpistas a la Cámara de Diputados) < 5.820 sufragios obtenidos por el bueno de Tomás Eguzki. (Nota aclaratoria para el alcalde y los concejales porteños: el símbolo "<" significa "menor a"... con razón tienen superávit).

A estadio lleno

No fueron pocos quienes advirtieron el jueves pasado la extraordinaria concurrencia que hubo al acto por el 96° aniversario de Carabineros llevado a cabo en la Escuela de Formación de Glorias Navales, en Viña del Mar, dado que en años anteriores sólo aparecía la siempre leal diputada Camila Flores junto a su marido, el core Percy Marín, y uno que otro político itinerante de derecha. Con todo, ese día estuvieron los cinco senadores por la zona (Allende, Chahuán, Lagos Weber, Latorre y Pugh), muchísimos diputados, los tres jinetes del Apocalipsis (Crichton, Marín y Millones), exgobernadores (Corti y Le Dantec), alcaldes (Ripamonti, Ramírez y Melipillán; menos Sharp) y otros, entre ellos el prorrector de la UAI y el director de El Mercurio.

La delegada Sofía González arribó junto a su corte de seremis, pero tuvo que hacer hora para entrar y liderar la ceremonia, porque el gobernador Rodrigo Mundaca se demoró en llegar de puro mañoso que es.

"El Chileno"

A poco menos de un año y medio de las próximas elecciones municipales, en la comuna de Quintero ya han comenzado a sincerarse las posiciones de los incumbentes. Como el actual alcalde Mauricio Carrasco (independiente) no puede ir a la reelección por haber cumplido ya con sus tres periodos legales, su intención es integrarse al Concejo Municipal como edil, donde hoy se encuentra su antecesor, José Varas. Quien tendría la bendición municipal para sucederlo es el concejal independiente Rolando Silva, apodado "El Chileno", bastante conocido en la zona por ser dueño de una carnicería ubicada en pleno centro de la ciudad.

Una buena muestra de la asociatividad que mantienen se vio en la última Cuenta Pública, cuando Silva alabó la gestión del alcalde Carrasco, lo que fue destacado en la propia página web municipal. Quien podría aguarle la fiesta al "Chileno" es la concejala independiente y también actriz Tamara Tello -casada con Luis Parot-, quien aún no se decide a ir por el sillón municipal, pese a su cercanía con la centroderecha y, al menos en el pasado, con la Democracia Cristiana.

rentabilidad viral

Una arremetida bastante vistosa ha tenido en el último tramo de la campaña la candidata a consejera constitucional por la lista oficialista Unidad para Chile, la abogada, doctora en Derecho y profesora de la PUCV, María Pardo Vergara. Su peak lo tuvo la semana pasada en el programa de Mega "100 indecisos", cuando discutió acaloradamente con el periodista y director de Radio Bío Bío, Tomás Mosciatti, cuando éste le consultó por el comercio informal y el no pago de impuestos.

"Mire, Tomás: yo estoy postulando al cargo de consejera constitucional y no al cargo de Presidente o parlamentario (...) también es importante no confundir a la gente respeto a qué tema es constitucional y qué tema no, y me parece que usted lo está haciendo ahora", lo que elevó a la candidata de Convergencia Social al estrellato del clickbait en redes.

Lues y EL PENDRIVE DE RiPA

Prácticamente a última hora y sin la debida anticipación el Concejo Municipal de Viña del Mar fue citado a la sesión extraordinaria del miércoles 27 de abril en el Hotel O'Higgins, donde supuestamente la alcaldesa Ripamonti rendiría su cuenta pública. De inmediato llamó la atención la ausencia del concejal oficialista Alejandro Aguilera (FA), así como el escaso público y la nula presencia del Cosoc. Pero, ante la sorpresa de todos, Ripamonti simplemente entregó un pendrive que contenía la cuenta pública y dio por terminada la sesión especialmente convocada para esos efectos.

El punto es que el porfiado del concejal René Lues prepara una presentación y además tratará que la Contraloría suspenda por improcedente e impertinente el acto político fijado por Ripamonti para este 12 de mayo. Las malas lenguas dicen que la alcaldesa improvisó al ver la escasa asistencia de ese día.

Para nadie es una sorpresa, dada la decadencia generalizada que experimenta el país, lo que ocurrió el último fin de semana en el clásico universitario entre los clubes de fútbol Universidad de Chile y Universidad Católica. Tampoco lo es el grado de violencia en aumento de las mal llamadas "barras bravas", que no son sino delincuentes disfrazados de hinchas.

Lo que sí resulta llamativo, a la par que refrescante y saludable, es que algunos personajes influyentes, como el periodista Juan Cristóbal Guarello, se atrevan a cuestionar públicamente no sólo el fenómeno de las barras bravas (algo que Guarello lleva criticando con dureza hace años), sino a sus apologistas académicos, esto es, el conjunto de pseudo intelectuales que han romantizado la supuesta "rebeldía" de estos enemigos del fútbol y de la sociedad en su conjunto.

Para estos intelectuales, varios diletantes descafeinados que gustan de citar con profusión a Benjamin, Schmitt, Derrida, Agamben, Robert Castel y otros, los miembros de las barras bravas formarían parte del "neobarrismo" y serían un "factor social relevante en el Chile del estallido" (sic). En pocas palabras, desde octubre de 2019 estos enemigos sociales mutaron de la violencia en los estadios a la violencia callejera con fines políticos, destruyendo, incendiando y saqueando todo a su paso, sin respeto alguno por las reglas y la autoridad, y menos aún por los derechos fundamentales de las personas.

Hay que entender de una vez, como dice Guarello, que a estos desadaptados no les interesa el fútbol ni tampoco los clubes que dicen seguir con pasión, sino sólo ellos mismos y sus espurios intereses, propios de una organización criminal que se vale del chantaje, la amenaza y la extorsión para materializar sus fines ilícitos. Los dirigentes del fútbol y los jugadores saben perfectamente quiénes son, pero carecen del coraje suficiente para poner remedio a este cáncer que está matando lentamente a este deporte.

Lo propio puede decirse de las autoridades, que una vez más se contentan con frases metálicas y artificiales del tipo "vamos a ser implacables", "no vamos a tolerar" o "todo el peso de la ley", para que al final del día todo siga exactamente igual o incluso peor.

Las barras bravas no están conformadas por jóvenes soñadores, rebeldes y revolucionarios que anhelan igualdad y justicia social, sino por un lumpen que es el fiel reflejo de la degradación de una sociedad pasiva y adocenada, demasiado temerosa para defender lo que generaciones anteriores conquistaron con valentía, dolor y sacrificio.

La violencia de los barristas no se enfrenta con discursos, buenismo y querellas anónimas, sino con determinación, inteligencia y ejerciendo la fuerza institucionalizada propia del Derecho. Son los barristas quienes deben tener miedo, no los ciudadanos honestos ni los verdaderos hinchas que sólo quieren asistir y presenciar un espectáculo de fútbol en paz.