El Drácula de Nicolas Cage: en la ruta de la excentricidad
El actor encarna al famoso conde en "Renfield", actualmente en cines. Delirante y sobreactuado, redefine a uno de los personajes más importantes de la cultura popular a la luz del pasado.
El baúl de delirios en que se ha transformado el trabajo reciente de Nicolas Cage suma ahora un nuevo hito: su interpretación del conde Drácula en "Renfield" (actualmente en cines), comedia de horror que, entre el humor negro y la violencia gore, se aproxima a uno de los personajes más interesantes de la novela de Bram Stoker: Robert Montague Renfield, tipo atormentado que vive bajo el control del vampiro. Aunque todo se actualiza a la luz del mundo de hoy, Cage interpreta a un Drácula atemporal y camp que lleva su exagerada marca actoral. Un vampiro sobreactuado y delirante que parece bajo los efecto del LSD. ¿Es así como se debería abordar al monstruo más famoso de la historia? Tal vez sí, recogiendo la tradición para subvertirla y retorcerla con dosis de posmodernidad.
Cage parece el indicado para el papel, tomando en cuenta el historial de excentricidades que ha marcado ese desempeño desde la primera adaptación.
El alemán Max Schreck fue pionero en encarnar al personaje en "Nosferatu" (1922), de F.W. Murnau, versión sin licencia en la que se le tuvo que cambiar el nombre a conde Orlok. Hombre solitario y reservado -acostumbraba a dar largas caminatas por el bosque-, el actor aceptó el desafío tras una carrera en el teatro. En su momento se dijo que era realmente un vampiro.
Bela Lugosi, quien llegó a EE.UU. desde Rumania para iniciar una carrera sobre las tablas, también cayó accidentalmente en el cine. Tras interpretar a Drácula en Broadway fue convocado por Todd Browning para protagonizar la adaptación de 1931. Fue un éxito. Lugosi redefinió al personaje con su sobreactuación, su acento marcado y cierto aire de tragedia shakesperiana. El problema es que no pudo desprenderse del conde. Hacia el final de su vida, cuando participaba en las películas clase B de Ed Wood, era adicto a la morfina, dormía en un ataúd y deambulaba como un vampiro por las calles de Los Ángeles. Murió en 1956, a los 73 años de edad.
Otro que comenzó en el teatro es el británico Christopher Lee, quien encarnó al personaje en "Drácula" (1958), de los Estudios Hammer, una adaptación de Stoker a la luz de la revolución sexual de los 60. Su Drácula es un ser sensual que sólo piensa en beber sangre, lo que marca una nueva aproximación al vampiro. Lee supo capitalizar su trabajo, incluso más allá de las fronteras de la Hammer.
El aporte de Gary Oldman en "Drácula" (1992), de Francis Ford Coppola, fue mostrar las múltiples facetas del personaje (guerrero sangriento, conde tenebroso y caballero romántico) e introducir al vampiro a una nueva generación.
Hubo muchos otros Dráculas. Udo Kier encarna a un vampiro que busca sangre de mujeres vírgenes en la paródica versión de Paul Morrissey y Andy Warhol (1974); el excéntrico Zandor Vorkov, con su barba y su cara alargada, protagonizó "Drácula versus Frankenstein" (1971); Klaus Kinski (otro loco memorable) se puso en la piel de Orlok en la versión de "Nosferatu" (1979) de Werner Herzog. Es una muestra reducida, pero icónica, de las interpretaciones protagónicas de una saga incombustible que cuenta con más de 200 adaptaciones. ¡Larga vida al vampiro!
Nicolas Cage en pleno ejercicio de encarnar al conde Drácula.
En resumen
"Renfield" es dirigida por Chris McKay ("LEGO Batman: la película").
Por Andrés Nazarala R.
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