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De algún modo, uno habría esperado algo así inmediatamente después del plebiscito, pero el Presidente tuvo que recibir un segundo golpe electoral para formular una autocrítica con toda la intensidad que se requiere. Lo que hay que esperar de aquí en adelante es que las distintas fuerzas políticas acusen recibo de lo que hay en el fondo de esa frase. Hemos visto cómo quienes obtienen triunfos de manera muy contundente suelen incurrir en la llamada "borrachera electoral" y luego se desconectan rápidamente de la ciudadanía.
Eso le pasó con mayor o menor intensidad al expresidente Piñera, le pasó por supuesto a la Convención Constitucional, para qué decir el Gobierno. Bueno, aquí el gran desafío es que tanto los ganadores como los perdedores entiendan que para estabilizar el país hay que renunciar a esta actitud y eso exige, aunque parezca básico o evidente, saber ganar y saber perder. En el caso de quienes ganaron, van a tener que ser capaces de darle conducción y gobernabilidad al Consejo Constitucional, porque el Partido Republicano quedó atado al destino de este Consejo, tanto de su éxito como su fracaso. Si ganadores y perdedores no asumen, digamos, las condiciones para que esto resulte, Chile no va a tener una Constitución y eso a la larga perjudica a todos, porque lo que hemos observado en las últimas elecciones es que hay una desafección muy profunda respecto del sistema político. Todos tienen que hacerse cargo de esa realidad, no hay nadie que esté libre de responsabilidad.
-El Partido Republicano tendrá que hacer concesiones y escribir una Constitución que no quería.
-Esa es la gran paradoja. El Partido Republicano ha crecido de la mano no solamente de conectar con la ciudadanía en los temas de coyuntura, de seguridad, economía, orden público, sino que también ha crecido a partir de una crítica categórica. Entonces, la manera que tiene de rentabilizar ahora ese triunfo y esa crítica, es aprendiendo que no puede hacer lo mismo que la Convención y, por tanto, que la manera de ganar no es arrasar: la manera de ganar es ofrecerle al país un texto constitucional que sea sostenible, que no sea el sinónimo de todos los ideales del Partido Republicano, sino un texto que, por supuesto, los deje conformes, pero que sea capaz de alcanzar una transversalidad básica mínima elemental.
-¿Qué pasa si gana el Rechazo en diciembre? ¿Aguanta el país un tercer proceso constitucional?
-No, no, no, el país desde octubre del 2019 viene sometido a un nivel de inestabilidad e incertidumbre que hemos visto sus consecuencias en materia política, económica, social. Entonces, no, aquí tiene que estabilizarse. Por supuesto que la estabilización no pasa sólo por el tema constitucional, pero sí es una parte importante. Pero pasa además por los problemas reales en materia de fragmentación política que exigen solución desde el diseño institucional. Todas las fuerzas políticas tienen que ser conscientes de lo que está en juego. Hay una oportunidad única de proyectar lo que fue el triunfo del Rechazo hacia una aprobación de un texto constitucional coherente con esos ideales que llevaron a rechazar el primero. Esto implica dejar fuera los contenidos más problemáticos, pero también implica transmitir un estilo de hacer política que no sea el estilo maximalista y excluyente de la Convención.
-¿Cómo interpreta los altos números de votos nulos y blancos?
-Hay que estudiar con mayor detalle los datos disponibles para saber exactamente a qué responden. Lo duro, a priori, lo que uno puede decir es que allí hay un problema de desinformación. Otra carga que tiene este Gobierno. No se informó como correspondía, la información estuvo muy por debajo de las expectativas y de lo razonable, y eso obviamente que tiene que mejorar de cara a los siguientes procesos. La comparación de despliegue del Gobierno entre la Convención y ahora pasó de una imprudencia, de un intervencionismo electoral, hacia la total omisión. Ahí el Gobierno tiene que asumir la culpa. Pero claro, también está la idea de que algo de ese voto nulo podría responder a protesta y desencanto. Hay que seguir estudiando los datos que vayan apareciendo, pero diría que en ningún caso responden solo a protesta, desencanto, desafección. O sea, hay un problema de información.
-Juan Sutil quedó fuera por corrección paritaria y dijo que es antidemocrática. ¿Está en entredicho el sistema electoral?
-La paridad, tal y como se ha verificado en Chile, es algo que está sumamente discutido en las principales democracias que miramos como referente, las que bajo cualquier punto de vista no tienen este tipo de mecanismos. Esto de intentar tener una participación pública más equitativa entre hombres y mujeres me parece que nadie en su sano juicio podría no estar de acuerdo. Pero bueno, para alcanzar los objetivos hay distintos instrumentos. Lo que ha pasado con la elección del domingo es que volvió a ponerse en tela de juicio de manera aún más aguda un instrumento concreto que, la verdad, no resiste mucho análisis ni tiene mayores ejemplos exitosos en el derecho comparado. En eso los partidarios de la paridad del resultado, tal y como está implementado en Chile, tienen que aceptar de que hay que buscar otras vías que tienen que ver más bien con alternativas flexibles, abiertas a distintas proporciones, en cualquier caso, con mecanismos que tienen que ver con paridades de entrada más que en paridades de resultado.
-¿Es posible proyectar esto también para próximas elecciones?
-Ese debería ser el gran desafío de las fuerzas de oposición, preguntarse cómo ellos hacen para proyectar esta votación y convertir el triunfo del Rechazo definitivamente en un viaje sin pausa y, a la inversa, las fuerzas oficialistas preguntarse cómo evitarlo. Creo que está todo dado para que así sea, siempre y cuando en el Consejo Constitucional el Partido Republicano entienda que la manera de proyectar su triunfo hacia algo constructivo, positivo, hacia un eventual Apruebo, pasa porque tengan una actitud que no sea maximalista y que sea consciente de que su triunfo no pasa por imponer todas sus ideas en todos los puntos, sino en ofrecer una buena Constitución al país, que tendrá evidentemente la impronta de quienes han resultado ganadores, pero que al mismo tiempo apuesta a la transversalidad. Si eso se logra efectivamente, aquí podemos estar en presencia de un triunfo que se vaya consolidando.
-Estos resultados también pueden afectar la agenda legislativa del Gobierno. Por ejemplo, el Partido Republicano no tiene hoy una gran participación en el Congreso, pero con esta votación podría pedir un espacio mejor en la mesa.
-El Gobierno debería asumir la precariedad de su situación y buscar acuerdos lo más transversales posibles. Si no, no va a poder impulsar ningún tipo de agenda.
-¿Está cansada la gente de todo este proceso?
-Sí, aquí hay una fatiga constitucional. Por tanto, uno esperaría que los actores políticos tomen conciencia de ello, que sean capaces de entender que la ciudadanía hace mucho tiempo que espera algo distinto y ese algo distinto son acuerdos transversales que permitan solucionar, responder con eficacia a las distintas angustias, problemas, demandas del día a día.
"El Presidente tuvo que recibir un segundo golpe electoral para formular una autocrítica con toda la intensidad que se requiere".