"Los plomeros de La Casa Blanca": los torpes de Nixon
David Mandel ("Veep") dirigió esta miniserie de HBO que narra el escándalo Watergate con humor y arrojo. Una vuelta de tuerca a la hora de abordar el caso más vergonzoso de la política estadounidense.
Algo que ha propiciado esta era de prosperidad de contenido audiovisual por streaming (con todo el despilfarro que eso implica) es la posibilidad de jugar con ingredientes que probablemente serían más difíciles de probar en los aparatosos territorios del cine. En el tema que nos convoca, "Todos los hombres del presidente" (1976) estableció una forma, un tono y una ética a la hora de abordar el escándalo Watergate. El director Alan J. Pakula adaptó el libro homónimo de los periodistas Bob Woodmard y Carl Bernstein -interpretados en la pantalla por Robert Redford y Dustin Hoffman, respectivamente- y le dio al caso una mezcla de dramatismo, solemnidad y tensión que sería replicado en producciones posteriores, como si se tratara de las reglas de un subgénero.
"Los plomeros de la Casa Blanca" -estrenada en HBO Max- rompe con esa tradición. Parece una cruza entre "Todos los hombres..." y "Tonto y Retonto" con altas dosis de humor -más idiota que satírico- y su dinámica de comedia de enredos. No es de extrañar que detrás esté, en calidad de director, David Mandel, guionista de "Curb your enthusiasm" (una de las mejores apuestas televisivas de los últimos años) y showrunner de "Veep", otra serie que busca el humor en la política.
Lo que sí llama la atención es que la miniserie esté basada en un libro coescrito por un personaje de la vida real: Egil Krogh, quien fue convocado en 1971 por John Ehrlichman, asesor de Nixon, para liderar una unidad de investigaciones especiales que fue conocida como "Los plomeros de La Casa Blanca". Su misión principal era detener la filtración de documentos del Pentágono. Fueron una pieza clave en el derrumbe más mediático en la historia de Estados Unidos.
En la ficción, "los plomeros" son E. Howard Hunt (Woody Harrelson, un experto en comedia radical como lo vimos en "El triángulo de la tristeza") y G. Gordon Liddy (Justin Theroux), dos agentes reclutados para hacer el trabajo sucio. Es una dupla dispareja (Liddy es un neonazi que se entretiene escuchando los discursos de Hitler) que usan todas las estrategias posibles para controlar las filtraciones y espiar a los opositores.
La torpeza se impone desde la primera escena, cuando los agentes tratan de instalar micrófonos en las oficinas de los demócratas. Será el inicio de una sucesión de errores, ineptitudes y extravagancias que Mandel ofrecerá en los envoltorios "scorsesianos" del montaje rápido, las tipografías explicativas, la estética setentera y un nihilismo lúdico que no quiere cargar con las heridas emocionales que los hitos políticos dejan en la vida de una comunidad. "Aunque suene inverosímil, así es como sucedió", aclaró Mandel frente a las observaciones de la crítica por el tono socarrón de la oferta. Estamos entonces ante la reconstrucción de una operación fallida debido a la torpeza de sus responsables. Un gran chascarro que marcó a fuego la historia política estadounidense.
la miniserie se basó en el libro coescrito por egil krogh, un investigador de la casa blanca.
En resumen
Los plomeros de la Casa Blanca se puede ver en HBO.
Por Andrés Nazarala R.
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