La Cámara Chilena de la Construcción (CChC) y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica de Chile (PUC) dieron a conocer el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2022, para un centenar de comunas del país, entre ellas diez de la Región de Valparaíso. El reporte fue construido al comparar los años 2021 y 2022, y por ello muestra el impacto de la pandemia en factores como vivienda y entorno, condiciones laborales, medioambiente, conectividad y ambiente de negocios, entre otros.

Por la seriedad de las instituciones que lo impulsan y la profundidad que imprimen al análisis de cada comuna, el ICVU es una buena guía para el quehacer de las autoridades municipales y, en términos más generales, un mapeo útil para la implementación de soluciones intercomunales, porque muestra con claridad cómo varios de los problemas más sentidos por la población traspasan las fronteras de un territorio.

En el comparado destaca Concón, que se mantiene en el grupo de comunas con mejor calidad de vida; le siguen Quilpué y Quillota, ubicadas en el niel "medio alto" del ICVU; más atrás se encuentran Viña del Mar, La Calera, San Antonio y Los Andes, todas con indicadores que en promedio revelan un nivel de calidad de vida "medio-bajo", y al fondo de la tabla regional están Valparaíso, Limache y San Felipe.

No es sorpresa que el principal déficit expuesto por el ICVU está en el ámbito de la movilidad y el transporte. En este apartado, ninguna comuna obtiene buen puntaje y las que más resienten las deficiencias son aquellas del Gran Valparaíso, circunscritas al anillo de transporte licitado que tantas críticas genera permanentemente. Hecho este diagnóstico, queda en manos de los alcaldes, los concejos municipales y las autoridades regionales competentes buscar una solución a los problemas descritos.

Cada 18 de mayo se conmemora en Chile el Día Contra la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA), fenómeno que, lamentablemente, se encuentra presente en las distintas regiones del país. Este delito es una de las vulneraciones más devastadoras que puede sufrir un ser humano, desencadenando un abuso de poder que vulnera gravemente los derechos fundamentales de niñeces y adolescencias, y que tiene por finalidad llevar a cabo un negocio clandestino que se aprovecha de la vulnerabilidad de la infancia.

El Primer Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial Infantil -efectuado en 1996 en Estocolmo- definió este fenómeno como "una forma de coerción y violencia contra los niños que equivale al trabajo forzoso y a una forma contemporánea de esclavitud", dejando en claro la gravedad de la vulneración, que transgrede su dignidad humana, además de su integridad física y mental.

Este fenómeno multicausal conjuga factores económicos, culturales, psicológicos, sociales, familiares y afectivos, y abordar esta cruda realidad, desde una perspectiva integral y multidisciplinaria, es una tarea de la cual debemos hacernos cargo como sociedad en su conjunto, contemplando la prevención como un pilar fundamental, mediante la educación, la sensibilización y la implementación de políticas públicas efectivas.

La entrega de herramientas para la detección temprana de señales de alerta y de factores de riesgo que puedan conducir a la explotación sexual comercial, debe ser parte del diálogo en hogares, barrios y entornos educativos, para que así todos y todas podamos contribuir a que niñeces y adolescencias puedan ser cuidadas y respetadas.

Contar con el marco normativo que constituye la Ley de Garantías y Protección Integral de los Derechos a la Niñez y Adolescencia conlleva a una serie de desafíos, siendo uno de ellos la coordinación y alianza entre entidades públicas, así como con organizaciones no gubernamentales, para fortalecer los mecanismos de detección temprana y brindar apoyo a las víctimas. Pero para ello, hay algo que todos y todas debemos tener claro: la prevención de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes no es responsabilidad exclusiva de un sector, sino un compromiso compartido que requiere la colaboración de la sociedad en conjunto.

Es vital fomentar la cooperación y la adopción de estrategias conjuntas desde un trabajo intersectorial mancomunado, que apunte a erradicar estas prácticas que generan efectos devastadores en las vidas de niños, niñas y adolescentes.

La invitación es que nos hagamos parte como sociedad en la lucha contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, y a ser garantes de sus derechos.