"Rescatar el abrazo humano en medio de la adversidad"
La escritora argentina Mariana Travacio pone como protagonista de "Quebrada" a una maestra de escuela que se cae de un burro. Desde allí habla de la migración, las raíces y los vínculos afectivos.
Era jueves, pero Mariana Travacio (1967, Rosario) ni se enteraba que era feriado mientras daba talleres por Zoom desde el barrio de Belgrano, en Buenos Aires, ahogada de temperaturas sobre los 35 grados y la alta humedad porteña.
Desde allí nos habla de "Quebrada", que retoma la conexión con su primera y alabada novela "Como si existiese el perdón". En "Quebrada", Travacio aborda los desarraigos, los lazos invisibles con la muerte y los poderes de la naturaleza.
-Tus personajes Lina y Relicario están conectados con los muertos. ¿Qué intención tienen?
- Jamás me siento a escribir con un plan. Nunca tengo la menor idea de a qué me enfrento en esa escritura. El libro "Quebrada" en realidad nace de la voz de una maestra rural que yo había leído en una entrevista en un periódico. Ella había tenido un accidente a lomo de un burro yendo a dar clases en un caserío. Y en verdad se había lastimado tanto que, si no la encontraban, ya se moría. Ella tenía un fraseo, una cadencia, una gramática, una sintaxis, tan peculiar, que yo, que entré a leer la nota, en verdad me llamó la atención el nombre del pueblo que estaba en el título de la nota. El pueblo se llamaba Mala Mala. En esa voz me parecía que había un mundo entero. Borges tiene una frase muy bella, algo así como que cuando uno encuentra la voz de un personaje, la sintaxis peculiar de esa voz, uno ya tiene un destino.
-Hay una dicotomía entre Lina y Relicario. ¿Cierto?
- Lina ya está un poco hastiada de vivir en La Quebrada, en ese territorio tan seco donde ya nada crece, donde su hijo se había ido hacían 14 años. Es esta cosa de despertarte todas las mañanas, no importa dónde, pero viendo el mismo cielo sin ilusión ninguna de que algo pueda pasar, de que algo te anime a salir de la cama. Por otro lado está Relicario y su voz que nace un poco de la voz de Lina en la escritura. Este otro personaje obedece a los mandatos, a la tierra, no abandona a los muertos. Relicario es un personaje completamente arraigado, imposibilitado de abandonar la tierra y, por lo tanto, de abandonar a sus muertos. Le dice que acá nacimos y acá tenemos que morir, aunque Lina le diga, pero si acá ya se fue todo el mundo: no hay destino.
-No hay futuro. Ni siquiera psicológicamente.
-Yo entiendo la literatura como un estado de pregunta, no pretendo que el texto me responda la pregunta, pero sí que me disparará la escritura. Creo que hay una pregunta que tiene que ver al mismo tiempo con las raíces, con los orígenes, con las migraciones. Con qué cosas dejamos atrás cuando nos vamos de nuestra tierra. Si es posible enraizar en otra parte dejando en tu tierra, tu cultura, tus muertos, tu pasado. Esas preguntas están en juego en la novela.
Siempre migrar
-La migración es un tema central en tu trabajo. ¿Por qué?
-A mí me gusta distinguir entre la migración voluntaria, del que tiene los recursos y va a probar suerte en otra parte; de estas migraciones. Las que te mueven porque la tierra donde naciste no te está cobijando, donde estás forzado a irte.
-Tú también eres migrante. ¿Cómo lo asimilas?
-Nací en Rosario pero tenía 2 años cuando mis padres se instalaron en Sao Paulo, Brasil. Ellos tomaron la decisión de educarnos en un liceo francés que no era franco-brasileño: era francés. Entonces eso era un enclave donde nuestros compañeros eran franceses o suizos o belgas, pero bueno, era otra cultura también. Viví mucho tiempo con la pregunta de cuál iba a ser mi lengua.
-¿Ese desarraigo luego se cuela permanentemente?
- Claro. Cuando empecé a escribir ficción se me filtraba el portugués en la lengua. La literatura es un asunto de lenguaje y tenés que apropiarte de una lengua. Uno es esclavo de la lengua que elige, implica una cosmovisión, cosas que vas a poder decir y cosas que no, que van a quedar por fuera. Hay cosas que no las puedes ni pensar.
-¿Cómo ves el tema de la ruralidad que compartimos en Latinoamérica?
-En el caso de "Quebrada" y de la anterior novela, "Como si existiese el perdón", tuve la necesidad de recorrer estos paisajes. Eso me permitía despojarme de cualquier marca geográfica y de cualquier marca temporal. Es decir, plantear esos territorios, parcos, hostiles, porque me funcionaban también como metáfora de los temas que se tratan ahí: muerte, migración, vínculos humanos, pequeñas solidaridades y la noción de familia, aunque sea implantada. La del rescate de cierto abrazo humano en medio de tanta adversidad. Hay algo universal de la humanidad en la errancia. No somos tan distintos.
mariana travacio es escritora y psicóloga. Publicó recientemente "Quebrada".
Por Franco Fasola
Alejandro Jandry