Correo
Gasto público
El país lleva más de un año en una espiral irreflexiva y desatada de gasto público, que al parecer no encuentra moderación ni freno en la ideología de los gobernantes. La creación de más de 90 mil empleos públicos, la contratación de falanges de asesores con remuneraciones elefantiásicas y funciones improbables, como denuncian, por ejemplo, los funcionarios del Ministerio de las Culturas; el pago de campañas comunicacionales perfectamente inútiles; los sobreprecios obscenos pagados por balones de gas para distribuir mendrugos, en fin, parece que la caja fiscal sufre un estrés inusitado y que no tuviera límites.
El problema es que esos empleos, esas asesorías y esas campañas no generan ningún valor para la sociedad, ninguna riqueza, son puro y simple gasto que se financia con recaudación tributaria, es decir, con los recursos que aportamos todos los ciudadanos. Para ser más preciso, con nuestra plata, que se origina en labores productivas que sí agregan valor, estamos financiando las remuneraciones y los lujos de miles de funcionarios y asesores más bien parasitarios, que flotan desaprensivos y confortables en la esfera de la levedad.
El asunto envuelve dimensiones morales, políticas y sociales. Lo moral dice relación con la austeridad y probidad exigible a las autoridades en el uso de recursos públicos que no les pertenecen. Lo político alude a que los gobernantes están poblando la administración con miles de militantes y operadores que trabajan para los partidos o para algún caudillito insuflado, pero no para el país; en lugar de servir a la sociedad, se sirven a sí mismos y a sus grupos de referencia. Y en cuanto a lo social, entre otras cosas, este diseño de gobernanza pública desmiente y erradica de plano cualquier posibilidad de meritocracia de la que están ahítos los discursos, y por lo mismo, fractura más de lo que ya está la movilidad social en nuestro país.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Plan piloto
Una lástima que un economista de alto nivel pierda parte de su credibilidad al tratar de sostener con sus palabras un relato acomodaticio de corte político. Tras el revés económico, se empieza a hablar de "plan piloto" y "cambios al modelo de Enap". Enap vuelve a su rol mayorista del que nunca debió salir.
El "cambio de modelo" y el ahora llamado "plan piloto" de los $500 millones perdidos fue un intento de probar que una empresa pública puede competir con empresas privadas en una especie de economía planificada socialista abandonada en todo el mundo.
El resultado del "piloto" no podía ser otro que cilindros con un costo unitario de $117 mil. Pero pudo haber sido mucho más caro si se hubiese registrado algún accidente en el manejo del gas. El gas es un elemento muy peligroso como para dejarlo en manos de políticos.
José Luis Hernández Vidal
Enap
Si una empresa privada hubiera incurrido en las conductas que incurrió Enap, produciendo balones de gas a $117 mil cada uno y vendiéndolos a $15 mil, sin duda la perseguirían, a lo menos, por competencia desleal. Como es Enap, nadie lo hace y se continúa botando la plata de todos nosotros.
José Madrid Barros
Incertidumbre
Pocos árboles en estos tiempos con la sombra necesaria para arrimarse a ellos. Y en medio de la incertidumbre, espera y esperanza aparecen como dos conceptos, o mejor dicho, actitudes que moldean los tiempos de la actual crisis. Quien espera, desespera. Y el que desespera no alcanza. Pero sólo aquel que espera mantiene la esperanza. Vale decir, el desespero es también reverso de la esperanza. Y por cierto que hay hechos para esperar, aunque no cabe duda que también los hay para desesperar. En la espera ya estamos y pasará. Sólo falta que lleguen las próximas elecciones, cuyo panorama futuro es, por supuesto, una incertidumbre. Sin embargo, esperanza el hecho de que, al menos en apariencia, nos hayamos alejado del delirium tremens del octubrismo.
Desesperanza, no obstante, que el país se esté yendo a los extremos y aunque no parezca relevante, de paso da un poco de vergüenza ver tanto partido cuya caída ha sido tan sin pena ni gloria, tan poca cosa, tan escasa de grandeza y con declaraciones y acusaciones mutuas que a estas alturas decoran la ganada mala reputación que los ciudadanos se han formado de ellos.
Dejo para el final, eso sí, como partidario de la esperanza, que de nosotros depende únicamente que vengan tiempos mejores. Como decía San Agustín: "Decid que los tiempos son difíciles, entonces cambiad vosotros. Nosotros somos el tiempo". Así que nadie cambie la esperanza por la desesperanza ni la espera en desespero, que aún hay mucho que decir y construir. El futuro sigue abierto.
Rodrigo Díaz Yubero
Brecha significativa
Un reciente informe emitido por la OCDE señaló que Chile tenía un potencial de crecimiento del PIB del 10,5% al 2060 si se superaban las brechas de género que hoy existen en materia laboral. Sin embargo, lo que hay detrás de esta supuesta buena noticia no es tan alentador si lo analizamos en detalle: hoy existe una diferencia entre la tasa de ocupación de las mujeres (51,1%) y la de los hombres (71,2%). Además, estas trabajan, en promedio, 4 horas más en la semana.
Por otra parte, según el reporte 2022, las mujeres obtuvieron una renta promedio 21,7% inferior y su participación en directorios de grandes empresas en muy inferior a la de los países de la OCDE.
¿Pesimismo? No. Lo que se pretende es visibilizar un problema que no tiene una solución de corto plazo, cuyo origen es multidimensional y donde el factor cultural tiene un impacto significativo, ya que las mujeres aún son las que realizan el esfuerzo mayor en tareas domésticas y al cuidado de hijos y adultos mayores. Otro aspecto clave es la de educación: si bien la participación femenina en educación superior es mayor a la de los hombres, todavía existen áreas claves como las carreras STEM, donde la brecha es muy significativa e incide en materia salarial y en acceso a cargos de responsabilidad.
Gustavo Niklander R. Director de Desarrollo y Postgrados Universidad Autónoma de Chile