RECUERDOS DE UN FUNCIONARIO Salvador Allende
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
La elección de
La administración actual ha dicho que se está organizando un extenso y completo programa para conmemorar los 50 años del 11 de septiembre de 1973 y que pretende dar a los chilenos una visión completa de lo que fue el gobierno de la UP. Este intento histórico tiene la particularidad de que la inmensa mayoría de la población del país no vivió esa experiencia, por lo que aquello que se señala hoy o se escribirá mañana sobre el tema tendrá la carga emocional de personeros que conocen los hechos de oídas o de referencias. En efecto, de acuerdo a las estadísticas oficiales, más del 75% de los habitantes actuales del país no había nacido para el 11 de septiembre de 1973 o era menor de 10 años. De ahí que pareciera un aporte positivo traer a la memoria ciertos hechos vividos en la esa época inmediatamente anterior a ese día. En otras palabras, por ejemplo, qué pasaba en Chile en mayo de 1973. En mi caso personal, tengo 83 años y fui funcionario del Senado desde mayo de 1962 hasta el 11 de septiembre de 1973 por la noche, cuando la Junta de Gobierno recién instalada comunicó al país por TV que "las Cámaras entran en receso hasta nueva orden", lo que en la práctica significaba que esa misma noche estaba cesante. Pese a ello, el vivir por años la experiencia de trabajar día a día con los senadores de los todos los partidos políticos me dio una visión y una vivencia única muy enriquecedora. En este intento de traer a la memoria algunos hechos, seguramente cometeré imprecisiones, las que trataré de evitar, o equivocaciones de fechas y lugares. Pero este pequeño intento sólo desea mostrar partes de una narrativa escrita habitualmente con una segunda intención política. Aquí no la habrá.
No se me escapa que lo anterior tiene riesgos desde el punto de vista personal. En efecto, la izquierda política chilena en forma organizada y exitosa ha creado la idea de que hablar de lo acaecido inmediatamente antes del 11 de septiembre de 1973 significa en la práctica intentar justificar el golpe de Estado y, lo que es peor, una manera indirecta de "tapar" o "hacer olvidar" las numerosas y crueles violaciones a los derechos humanos acaecidos en el país. Personalmente, me niego a ser calificado en cualquiera de las dos categorías indicadas. Creo firmemente que si el Presidente Allende hubiera continuado de buena fe los diálogos convocados por el entonces Cardenal Silva Henríquez, se podría haber evitado la intervención militar. No hubo voluntad de él para ello y mucho menos de las cúpulas de la UP. Adicionalmente, he rechazado y rechazo en la forma más terminante las violaciones a los derechos humanos y pienso que para conseguir el objetivo político que se plantearon las nuevas autoridades, esas crueldades fueron innecesarias. De allí que las dos acusaciones que he indicado y que se esgrimen en contra de quienes hablan de lo sucedido en esa época, me son inoponibles. Sólo para proporcionar un dato que demuestra cómo se ha manipulado interesadamente la historia basta con analizar la muerte de Allende. Hasta el día de hoy se señala que el Presidente de la época fue muerto por la balas de los militares que tomaron La Moneda, negando así la reiterada afirmación de Allende y que está presente en varios discursos suyos en orden a que él, si llegaba el caso, seguiría el camino del Presidente Balmaceda. Muchos chilenos y gran parte de los extranjeros comulgan hasta el día hoy con aquella rueda de carreta.
Pero en este breve recordatorio histórico que pretendo estimo que es conveniente empezar por el inicio. En la elección presidencial llevada a cabo 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende obtuvo el 36,6% de los votos, Jorge Alessandri -el representante de los partidos Liberal y Conservador, quien ya había sido Jefe de Estado- consiguió el 35,3% y el tercer lugar lo ocupó el candidato de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic, con el 28,1% de las preferencias. Entre Allende y Alessandri había una diferencia de 34 mil votos. Con ese resultado, Chile no conseguía un nuevo Presidente, pues, de acuerdo a la Constitución Política, para ser electo se requería una votación de un voto más del 50% de los electores. En consecuencia, se debía ir a la denominada "segunda vuelta", es decir, la mayoría absoluta del Congreso Pleno debía pronunciarse entre las dos primeras mayorías. (Allende y Alessandri). A Allende lo respaldaba una cantidad importante de parlamentarios, pero estaba lejos de la mayoría absoluta requerida, por lo cual había que entrar a negociar el apoyo indispensable de los parlamentarios de la Democracia Cristiana. En ese partido existía un grupo significativo de representantes que tenía dudas de apoyar al candidato de la UP por su abierta orientación marxista y por proponer un programa de gobierno que podía llevar a Chile a ser una nueva Cuba, con todas las consecuencias internas e internacionales que ello significaba. Con el fin de obtener los votos necesarios por Allende y como una manera de calmar las preocupaciones de los representantes DC, se estableció una pequeña comisión entre ambos grupos, la cual tenía como misión crear un "Estatuto de Garantías", lo que al final se consiguió. Con esa seguridad en la mano, la DC acordó que sus parlamentarios votaran por Allende en el Congreso Pleno y ello lo llevó a ser el nuevo ocupante de La Moneda. Entre los negociadores DC estaban el senador Patricio Aylwin y quien en ese momento era el líder absoluto de la Juventud Democristiana, el diputado Luis Maira.
Respecto al Acuerdo DC-UP, pienso que es necesario consignar desde ya dos hechos que permiten dar la pauta de lo que sería el tormentoso futuro de la política chilena. A los pocos meses de instalado Allende en La Moneda se produce un hecho absolutamente impensado. Un grupo importante de diputados democristianos abandona su partido para crear la Izquierda Cristiana e ingresar como tal al gobierno de Allende. La cabeza de ese movimiento fue Luis Maira. Rara la cosa. Por otra parte, meses después de haber asumido el poder el Presidente, en los jardines del Palacio del Cerro Castillo, en Viña del Mar, le da una entrevista al periodista francés Régis Debray, muy partidario del gobierno chileno. Cuando Allende es preguntado por la razón por la cual estuvo en condiciones de negociar un Estatuto de Garantías con la DC antes de la votación en el Congreso Nacional y de esa manera hipotecar parte de lo que era su programa de Gobierno, Allende le responde, sin que se le arrugue parte alguna de su cara, que ese fue un movimiento netamente táctico. Había que conseguir los votos de ese partido y si el método para ello era suscribir ese Estatuto, "no tuve problema alguno, nunca pensamos en comprometer el programa". Esa entrevista es de conocimiento público. Rara la cosa, repito yo.
Por ahora quedaremos hasta aquí y el próximo martes seguiremos escarbando en la farragosa arqueología política e histórica de nuestro país.