Desalojo efectivo en toma de Viña
El largo proceso para erradicar el asentamiento "Marichiweu" debe dar paso a un acuerdo que permita soluciones efectivas y de largo plazo.
Luego de casi dos años de conflictos, un operativo conjunto del municipio viñamarino, la Delegación Presidencial, Carabineros y organismos complementarios, materializó esta semana el desalojo de las 21 familias que mantenían ocupado un terreno de propiedad municipal, que está destinado a la construcción del nuevo Servicio de Alta Resolución (SAR) de Miraflores Alto. Aunque los efectivos de Fuerzas Especiales que participaron en el procedimiento fueron recibidos con bombas molotov y barricadas por algunos pobladores, la operación fue el punto final de un proceso bastante más largo, que incluyó un diálogo permanente con las familias en toma y la búsqueda de soluciones provisorias para el conjunto ellas.
El procedimiento cierra, al menos momentáneamente, un tema que había significado un dolor de cabeza para la alcaldesa Macarena Ripamonti, cuya gestión inicial en torno al problema de la toma "Marichiweu" recibió duros cuestionamientos de la oposición y algunos vecinos, quienes calificaban como una desidia que perjudicaba al resto de los viñamarinos la falta de una acción rápida y directa del municipio. "Está romantizando las tomas ilegales", dijeron algunos diputados por las declaraciones iniciales de la jefa comunal sobre la necesidad de abordar el tema con una perspectiva distinta, al tiempo que exigían la aplicación inmediata de la ley.
La demora se extendió más allá de lo razonable, en parte porque el municipio buscó la aplicación de un procedimiento distinto, que por la vía de asegurar a las familias desalojadas ciertas condiciones básicas de existencia, evitara que el predio fuera objetivo de nuevas acciones ilegales, como ha ocurrido tantas veces en este tipo de casos. El riesgo de este enfoque es instalar un incentivo perverso que aliente la ocupación ilegal de un terreno; no hacerlo de esta manera significa reproducir las condiciones que provocaron el problema en primera instancia. Por ello es que, en una Región que ostenta la mayor cantidad de campamentos y predios bajo ocupación irregular del país, resulta indispensable que las autoridades acuerden protocolos de intervención y dispongan de los mecanismos de fuerza pública y apoyo estatal que garanticen no sólo procedimientos eficaces y con impacto duradero, sino también más rápidos. Dos años de espera es mucho tiempo.