LA TRIBUNA DEL LECTOR Esclavos de las aplicaciones
POR MIGUEL CHAMORRO MALDONADO, DR. EN COMUNICACIÓN Y PERIODISMO. INVESTIGADOR POSTDOCTORAL UNIVERSIDAD DE GRANADA
¿Hasta qué punto debemos tolerar que nos digan que para solicitar una cita para una determinada actividad o gestión en instituciones tenemos que acceder a una aplicación tecnológica y allí realizar todas las operaciones? ¿Dónde están las personas de carne y hueso para que nos atiendan, ya sea personal o telefónicamente? ¿Por qué tenemos que tolerar o asumir que la inteligencia artificial está realizando todas las tareas relevantes del ser humano?
Es innegable que los tiempos han cambiado de forma radical debido a la ciencia y la tecnología, lo cual es el resultado de un desarrollo que debemos aceptar como un bien social para la humanidad de acuerdo los tiempos en términos de facilidades y evolución. Sin embargo, el don de la palabra, el escuchar, el mirar a los ojos y todas las bondades de la naturaleza, se han perdido debido a la utilización de aplicaciones digitales móviles cada vez inexorable. Y reflexiono sobre aquello porque, debido al respeto a la institución que no nombraré, pero que su modelo es igual al de todo tipo de organizaciones públicas y privadas, señala por sus redes que "todo está en la aplicación y puedes buscar o pedir una cita". Esto me lleva a preguntarme dónde están las relaciones humanas para racionalizar y pensar los comportamientos. No cabe duda que la sociedad está más disociada, impersonal y violenta debido a que nadie escucha y todo se basa a un clic y claves de acceso.
Quienes leen esta columna ¿no han sentido que ahora tienen más claves de acceso para distintas plataformas? Los sitios web dejaron de ser el gran medio al que accedíamos, pues ahora son las aplicaciones en los teléfonos celulares que consumen nuestro quehacer a través de claves y gestiones. Y quienes trabajan en tecnología no vengan a decir que es para "facilitar el tiempo y la inmediatez". No, porque en el entorno no virtual hay miles de personas de zonas rurales que no están habituados a los nuevos usos de aplicaciones que forzosamente el sistema los lleva a ocupar estas herramientas, pero cuando llegan hacer las consultas a los profesionales de entidades bancarias o de salud, caen en desesperación y lo único que reclaman es que los escuchen para obtener respuestas.
Y, aunque no se crea, yo aún no llego a la edad de jubilación, pero me incomoda ese trato de no tener respuesta u orientación, derivando todo a una aplicación, en el que poco a poco, hombres y mujeres, omiten la cordialidad de un saludo, una sonrisa o respuesta, porque ya somos esclavos de estas herramientas y de la inteligencia artificial. Pienso a veces en las personas con discapacidad visual en su totalidad que no tienen que estar obligadas a las aplicaciones, pero el sistema no piensa en ellas.
El ser humano lleva alterando su entorno desde el paleolítico y su motivo es la búsqueda del desarrollo, como lo ha demostrado la ciencia de la historia. No obstante, cuando el sistema cae en esa impersonalidad con capas de información, clics, claves y aplicaciones tecnológicas en la que se nos "obliga" a estar dentro de esa interfaz visual que es la pantalla, los ideólogos de la tecnología no se han puesto a pensar en cómo ayudar a esas personas mayores, inmigrantes digitales, cuya capacidad no es la misma que los nativos digitales o de quienes no tienen los softwares necesarios para gestiones cotidianas que dependen del uso del móvil.
No entraré en discusiones teóricas sobre esta idea, pero para reflexionar en lo expuesto no necesariamente hay que ser experto tecnológico en uso de softwares digitales, pero sí ser consciente que no hay razón para estar ligado a las aplicaciones. Aún existen personas que no comprenden que el objetivo de la vida, junto a la tecnología, es saber usar y comunicarnos de buena forma, pero al momento de hacer gestiones como una simple conversación aclaratoria para una determinada incógnita en cualquier campo de la vida cotidiana, mandan a la aplicación. ¿Hasta dónde podemos llegar a este proceso de alteridad de la realidad?
Quizá no nos hemos dado cuenta, pero las aplicaciones y la inteligencia artificial nos tienen atrapados al convertir nuestras vidas en una ficción. Aquella en que estamos con la incertidumbre de saber qué es lo real y cuál es nuestra ficción. Lamentablemente, nadie asume y quiere aceptar la realidad del otro, sino convertir una realidad en el sentido más amplio de acciones y representación. Si no usas las aplicaciones, no sirves para nada. Lamentable es la frialdad de la tecnología frente al poder de la humanidad que no piensa en cómo hacernos mejores.