Planta desaladora

El problema de la sequía es, sin duda, uno de los más importantes en la Región de Valparaíso, afectando, hace ya varios años, en forma dramática la calidad de vida de miles de familias. Es sabido que la desalación del agua de mar constituye actualmente una de las alternativas para enfrentar eficazmente este flagelo. Así lo han hecho países del mundo desarrollado, existiendo las tecnologías para superar eventuales problemas ambientales que se pudieren generar. En Chile también existen experiencias exitosas a este respecto, tanto para satisfacer necesidades de consumo de la población como para su uso en actividades productivas.

El desarrollo de una planta desaladora en la bahía de Quintero constituye una oportunidad para comenzar a enfrentar con soluciones de fondo el problema de la escasez de agua que afecta a comunas y localidades de la región y que golpea duramente a los más necesitados. Se puede perfectamente pensar en la utilización del agua generada de esta forma tanto para proyectos de desarrollo productivo como para abastecer con el vital elemento a sectores que sufren los efectos de la prolongada sequía.

Existen las tecnologías para enfrentar y solucionar las legítimas inquietudes que tienen organizaciones de pescadores artesanales de la zona con relación a daños ambientales que pudieren afectar sus actividades de pesca.

Llama la atención que no se intente, por parte de las distintas autoridades involucradas en estas materias, tomar iniciativas para buscar los acuerdos que permitan avanzar en una iniciativa como esta, cuidando el medioambiente y mejorando la calidad de vida de tantas personas afectadas por la carencia de agua para sus necesidades básicas. En eso consiste la buena política, trabajar para solucionar problemas reales, alcanzando acuerdos entre quienes tienen distintas visiones e intereses. ¿O se piensa que basta con aumentar la oferta de camiones aljibe para solucionar el problema?

Confío que no se frustre, una vez más en nuestra región, un proyecto de desarrollo que podría mejorar la calidad de vida de tantas personas. Con relación a la sequía, llegó el momento de dejar de hablar y trabajar en soluciones de fondo.

Claudio Elórtegui Raffo Profesor Emérito de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Crisis hídrica

La crisis hídrica no da tregua en gran parte del planeta. Hoy estamos conociendo el dramático caso de la República Oriental del Uruguay, que según el propio presidente y gobierno, sólo le quedan reservas de agua potable para pocos días en el área metropolitana. Si bien es cierto que están atravesando la peor sequía de los últimos 70 años, no deja de ser importante señalar la falta de previsibilidad y criterio ideológico que se utilizaron en el pasado. Además, el expresidente Mujica ha reconocido la responsabilidad compartida en este asunto.

Las lecciones que podemos aprender de este caso son que el agua es un recurso vital para todos y que es necesario hacer todo lo posible, incluyendo alianzas público-privadas, para sobrevivir en tiempos de escasez de lluvias mediante el uso de tecnología e infraestructura adecuadas. En Uruguay se optó por el control estatal del agua a través de un plebiscito, excluyendo la inversión privada, lo cual resultó en que siempre se diera prioridad a otras necesidades hasta que fue demasiado tarde.

Pablo Aldunate Allegro Fundación para el Progreso

Deterioro progresivo

Con profunda indignación y descontento veo la situación en la que se encuentra nuestra querida ciudad de Valparaíso al cumplir 20 años desde su declaración como Patrimonio de la Humanidad. Lamentablemente, en lugar de ver mejoras significativas, Valparaíso parece estar sumido en un estado de abandono y deterioro progresivo.

Es evidente que existen diversos fondos concursables, tanto públicos como privados, destinados a la recuperación y preservación del patrimonio. Sin embargo, resulta sumamente frustrante constatar que la Secretaría de Planificación Comunal (Secpla) no está cumpliendo efectivamente con su labor. Las obras y proyectos necesarios para revitalizar nuestra ciudad parecen quedar en el olvido, mientras el patrimonio se desvanece día a día.

Además, la ausencia total del alcalde de Valparaíso en esta problemática es alarmante. Como máxima autoridad municipal, es su responsabilidad velar por el bienestar de los ciudadanos y la protección de nuestro patrimonio. No obstante, su inacción y falta de liderazgo resultan incomprensibles e inaceptables.

Valparaíso no sólo es un lugar turístico, sino un hogar para miles de personas y un símbolo de nuestra identidad como chilenos. No podemos permitir que la ciudad continúe deteriorándose y perdiendo su esencia. Es crucial que las autoridades competentes tomen medidas urgentes y efectivas para frenar este proceso y trabajar en la recuperación y desarrollo sostenible de Valparaíso.

Es necesario que la comunidad entienda la magnitud del problema y se una para encontrar soluciones concretas y duraderas. A 20 años de la promulgación, ¿tenemos algo que celebrar?

Francisco Javier Lizana Aylwin

Sin avances significativos

El 2 de julio se cumplieron 20 años del reconocimiento de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad. Me llamó la atención en la nota sobre la materia en Domingo de Reportajes, que los seis entrevistados reconocieran que poco o nada ha servido dicha condición para el desarrollo de nuestro puerto principal. Para el alcalde, la respuesta sólo se centra en mayores recursos estatales para que la municipalidad encabece un proceso de recuperación patrimonial.

Un Estado que no ha sido capaz de impulsar un desarrollo integral de nuestro patrimonio, sumado a la idea alcaldicia de literalmente estatizar dicho proceso, suena a una total ausencia de autocrítica. La autoridad nada ha hecho en este ámbito; el formar una Corporación Patrimonial después de 20 años y cerrar toda iniciativa privada, claramente no concurren a salvar a Valparaíso. En otros países con mayor visión y menos ideología, esto se ha logrado con el fuerte concurso privado, con exenciones impositivas y trabajo, en un ambiente de certeza jurídica que permitió levantar y preservar el Patrimonio de la Humanidad.

Con las ideas del alcalde, nuestro querido Puerto, ya sumergido en la basura y la delincuencia, sólo podrá decaer y desaparecer.

Altazor Riquelme Brodsky

Hace cincuenta años, El Mercurio de Valparaíso informaba: "Un violento y sorpresivo temporal de lluvias intensas y ráfagas de viento noroeste, que superaron los 25 nudos, afectó anteanoche y en la mañana de ayer a Valparaíso. Aunque la ciudad resistió en buena forma, en la bahía se hundió el antiguo remolcador 'Papudo', que estaba en servicio desde 1927 y es de los registros de Kenrick y Compañía. Fue lo peor que ocurrió en la bahía, entre muchas otras situaciones en un temporal que fue el resultado de la llegada simultánea de dos frentes fríos que pasaron también por Juan Fernández. El viejo 'Papudo' se encontraba sin tripulación, amarrado a boyas frente al sitio de Kenrick, al que pertenecía, y a poca distancia del dique. Empezó a hacer agua en el sector de popa. Nadie alcanzó a llegar. A las 16.45 horas, el remolcador elevó la proa y se hundió en contados segundos. El 'Papudo' pertenecía a la antigua guardia de remolcadores porteños. Había sido construido en Inglaterra en 1926 y llegó a Valparaíso al año siguiente. Tenía 18 metros de eslora y 5 de manga. Desde entonces prestaba servicios ininterrumpidos en la bahía. Precisamente tenía contratos pendientes para cumplir hoy".