"Garzón ya no representa al pueblo chileno ni al pueblo español, sólo a una parte del Chile polarizado"
Con 87 años recién cumplidos, José Rodríguez Elizondo es un agudo observador de la realidad y ha dedicado su carrera al derecho, la diplomacia y el periodismo. Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanidades 2021 y ex embajador chileno en Israel durante el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, en su vida política ha transitado desde el Partido Comunista, en su juventud, hasta Amarillos, en la actualidad. Desde este punto, el también prolífico escritor analiza el impasse del Presidente Gabriel Boric tras "homenajear" al juez Baltasar Garzón en la última gira del mandatario a Europa, y no tiene dudas en calificar el robo de computadores desde el Ministerio de Desarrollo Social como algo "propio de una teleserie de mafiosos".
-¿Cómo analiza la entrega de la medalla al juez Baltasar Garzón que hizo el Presidente Boric en su gira a Europa?
-En abstracto, entregar medallas no es noticia. Está en el folclor desde ese "cura de mi pueblo" de la canción, que regalaba medallas y santitos. Puede significar costumbre diplomática, promoción, gratitud, admiración, etcétera. Por eso hay que ir a las circunstancias concretas, pues su importancia depende del escenario y el momento. Si el escenario es doméstico no pasa nada. Una medallita más para la colección o para el ego. Pero si el escenario es multinacional, con todos los medios enfocando la ceremonia y la medalla la entrega un jefe de Estado "en nombre del pueblo, de Chile", la cosa es más cototuda.
-¿Y cuál es su conclusión en esa circunstancia concreta?
-También es matizable. Yo me sentí emocionalmente interpretado por el jurista (con sarcasmo) Garzón cuando denunció judicialmente a Pinochet en 1998. Entonces rompió el cinturón de impunidad de un dictador chileno, que a la sazón era senador y que por muchos años me impidió vivir en mi país. La única querella en Chile, patrocinada por el abogado comunista Eduardo Contreras, dormía el sueño de las acciones judiciales molestosas. A mayor abundamiento, compensaba vicariamente a todos mis amigos españoles que sufrieron la dictadura de Franco y nunca pudieron rayarle la pintura. A falta de medalla, en ese momento yo le habría dado un abrazo. Pero, para homenajear a Garzón un cuarto de siglo después hay que leerlo completo.
-¿Por qué?
-Las porfiadas circunstancias dicen que ya no es definible como jurista campeón de causas humanitarias, sino como un político controversial en España y en Chile. Respecto a nuestro país fue un gran aliado de Evo Morales, cuando este decidió agredirnos usando a la Corte Internacional de Justicia mediante una demanda jurídicamente absurda. Entonces declaró urbi et orbi que aquello era "de absoluta justicia" y, luego, los jueces dijeron todo lo contrario: nos dieron la razón por goleada. Después intervino en diversas causas del Grupo de Puebla que eran y son divisivas e injerencistas, si se trata de políticos extranjeros. Entre ellas, proponerse como árbitro en los conflictos con el pueblo mapuche, denunciar al expresidente Piñera ante la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad, apoyar el estallido de la revuelta y criticar la lentitud de nuestro Poder Judicial en causas específicas. Conclusión: empíricamente hablando, Garzón ya no representa al pueblo chileno ni al pueblo español, en cualquier acepción de esa palabra ómnibus. En rigor, sólo representa a una parte de un Chile polarizado. Creo, por tanto, que nuestro Presidente privilegió un momento emocional del pasado.
-¿Gana algo Bolivia con esta condecoración u homenaje?
-Quienes conocen en Bolivia las complejidades de la relación bilateral se extrañan por el éxito que aquí han tenido políticos bolivianos que ellos definen como "enemigos de Chile". Es el caso del expresidente (Evo) Morales, uno de los líderes del Grupo de Puebla, y del exvicepresidente Álvaro García Linera, inspirador de los convencionales de la Propuesta Constitucional rechazada. Presumo que la medalla a Garzón habrá incrementado esa extrañeza.
-Carlos Peña dice en su columna de esta semana, que a pesar del apoyo a Bolivia, de haber defendido las revueltas en el estallido social o haber supuestamente prevaricado en su país, tiene el derecho de recibir esta medalla de manos del Presidente. ¿Está de acuerdo?
-Carlos es lector de Ortega y sabe que las circunstancias mandan. Por su lado, pone el énfasis en que el juez español Garzón terminó con la impunidad interna de Pinochet y contribuyó al carácter universalista de la jurisdicción sobre crímenes lesivos para la condición humana. En eso estoy totalmente de acuerdo. Añado que el presidente Eduardo Frei y el canciller José Miguel Insulza asumieron esa circunstancia y recuperaron a Pinochet para procesarlo en Chile. Enfrentaron una dura crítica interna, pero abrieron trocha para el lucimiento del juez (Juan) Guzmán. Por mi parte, pongo el énfasis en que, décadas después, el político español Garzón aparece como contribuyente a la estrategia agresiva de Evo Morales contra Chile y como injerencista en política interna. En estas circunstancias, yo creo que homenajearlo implica una colisión entre la emoción representativa de 1998 y la razón de Estado contingente, que corresponde aplicar a un Presidente de la República.
"Como literal sobreviviente del Golpe -tuve hasta misa de difuntos-, veo muy complicado al Presidente y me asombra el bajo nivel del debate sobre el tema. Muchos compatriotas creen en el "nunca más" como en un exorcismo".
"Como literal sobreviviente del Golpe -tuve hasta misa de difuntos-, veo muy complicado al Presidente y me asombra el bajo nivel del debate sobre el tema. Muchos compatriotas creen en el "nunca más" como en un exorcismo".