LA TRIBUNA DEL LECTOR
POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, DIRECTOR DEL MUSEO DE BELLAS ARTES PALACIO BABURIZZA DIRECTOR DEL MUSEO DE BELLAS ARTES PALACIO BABURIZZA
Desde su fundación, que en estricto rigor tiene dos hitos de ello, la ciudad de Viña del Mar nació para ser una comuna distinguida. Sus habitantes más reconocidos fueron la tradicional familia Vergara-Alvares, compuesta por don José Francisco Vergara, militar y político, vaya qué combinación, y la joven y refinada heredera Blanca Alvares Pérez, hija del acaudalado hacendado don Francisco Alvares, oriundo de Viana do Castelo, en Portugal, que se casó con doña Dolores Pérez, y así además de formar una familia, juntaron las dos extensas haciendas, la "Viña del Mar" y la "de las siete hermanas", lugares fundacionales de la actual comuna.
Vergara, con visión estratégica, creó la comuna de Viña del Mar. Para ello trazó, loteó, vendió y cedió terrenos. Su idea era hacer una ciudad pujante, bonita, elegante. La cercanía con el mar, sin duda, ayudaba a pensarla como una ciudad balneario (hasta hoy lo es). La llegada del tren apuró el desarrollo de la naciente comuna, Vicuña Mackenna la llamaría "hija de los rieles". Así nacen la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, el Gran Hotel, el Club de Viña, entre otros, todos en terrenos cedidos por Vergara o vendidos a muy bajo precio con el fin de levantar construcciones importantes.
El fatídico terremoto de agosto de 1906 tira por tierra gran parte de las edificaciones en Valparaíso y Viña del Mar, pero en esta última el sismo se notó menos e hizo que la comunidad creyera que era más sólida la vecina ciudad y así aparecen las grandes edificaciones posterremoto, como el actual Palacio Vergara, lugar fundacional de la ciudad; el Castillo Wulff y el Palacio Rioja. Posteriores serán el Casino y el Teatro Municipal, con cuyas edificaciones Viña del Mar se titula de ciudad importante.
El paso del tiempo juega a favor para algunas actividades, pero muy en contra para otras. En el caso de la conservación de edificaciones patrimoniales, sin duda se vuelve dificultosa su mantención y conservación dada la antigüedad del inmueble, el cambio de uso que generalmente tienen de lugar residencial a uso público, y para qué negar la poca importancia que se le asigna a "lo viejo" en un país que se apura al futuro.
En Viña del Mar hoy en día hay cuatro edificaciones patrimoniales señeras, que cuentan con la valiosa categoría de Monumento Nacional. Ellas son el Palacio Vergara, el Palacio Rioja, el Palacio Carrasco y el Teatro Municipal. En serio riesgo de haber sido demolido estuvo el Palacio Carrasco, cuyos daños sufridos en el terremoto de 1985, aconsejaban su demolición, que afortunadamente no ocurrió.
Pero decir afortunadamente es un poco baladí, nada ocurre al azar en estas materias. Estas cuatro edificaciones emblemáticas y señeras tienen una característica común: la voluntad férrea de la señora Eugenia Garrido, que, en el caso de los palacios Rioja y Carrasco, le correspondió como alcaldesa de la ciudad luchar para su declaración; y el Teatro Municipal y el Palacio Vergara lo hizo siendo concejala y presidenta de la Comisión de Cultura, además de coordinadora de la Unidad de Patrimonio del municipio viñamarino.
Mi buena amiga Eugenia Garrido ha sido una verdadera guardiana del patrimonio. Una luchadora incansable por la salvaguarda patrimonial, por el desarrollo y difusión del arte y la cultura en sus diversas manifestaciones. Ha participado en todas aquellas iniciativas culturales a las que ha sido convocada, siempre con una entrega y generosidad sin par. Ha participado en la creación de museos, del Archivo Histórico de la ciudad, de la Feria del Libro; de la Unidad de Patrimonio, que tanto se extraña hoy. Ha estado en todas aquellas organizaciones que la han buscado para recibir su generoso aporte de sabiduría y entusiasmo.
Por todo lo anterior y mucho más, es que un grupo de amigos y cercanos le rendimos un pequeño pero sentido homenaje y reconocimiento a toda una trayectoria, a una vida entregada al servicio público, pero con especial énfasis en la cultura y el patrimonio. Una cincuentena de personas nos dimos cita en el Club de Viña para decirle gracias por tanto y gracias por todo.
En lo personal, agradecerle su amistad cariñosa y siempre bienintencionada; por ser para mí una referencia de compromiso y consecuencia en aquello en lo que se cree y con lo que se piensa; por la dedicación incansable a la custodia del patrimonio de Viña del Mar y a la historia de Valparaíso, una pasión que nunca ha dejado y que compartimos. Por una vida de entrega a aquello que la mueve y que siente tan necesario, como lo es el desarrollo cultural de toda una comunidad, a fin de generar así verdaderamente una sociedad integral.
Esquiva a los honores, a regañadientes aceptó este reconocimiento, pero lo sabe sentido y sincero, sabe que quienes estuvimos ahí encontramos en ella un ejemplo y una referencia. Es y ha sido la gran dama de Viña del Mar, algo que no buscó, pero que se merece ser.