Raúl Allard, rector PUCV en 1973: "El 5 de julio concluimos que el país iba hacia la catástrofe"
CRISIS . "Hice los mayores esfuerzos a mi alcance para posibilitar diálogos frente a una realidad política muy tensionada, mucho más allá de las diferencias propias de la democracia", señala el académico, quien fue distinguido como Doctor Honoris Causa.
Una salida jurídica a la reforma constitucional sobre las tres áreas de la economía, que era un punto de fuertes discrepancias entre el gobierno y la oposición, con una consulta plebiscitaria, habría generado un ambiente de distensión a la crisis política del 73, en opinión de Raúl Allard Neumann, rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso en esa época.
"Dicho lo anterior, nada puede justificar un golpe de Estado y la ruptura de la democracia. Esa es la lección para el futuro: nunca cerrar los canales del diálogo y los acuerdos racionales", agrega el abogado, consultado acerca de si el quiebre de la democracia pudo ser evitado.
Golpe y destitución
El académico fue distinguido recientemente como Doctor Honoris Causa por la casa de estudios porteña y acaba de publicar el libro Relaciones Internacionales: Lecciones y nociones, bajo el sello institucional Ediciones Universitarias de Valparaíso, un compendio de las clases sobre la materia que ha impartido durante los últimos 20 años.
Dice que siempre se ha sentido ligado a la PUCV, desde que en 1955 entró a estudiar Derecho, fue rector en tiempos de la Reforma Universitaria (1968-1973), "y en lo personal aun en períodos complejos, como la intervención de la Universidad por el régimen militar y ser destituido", tras lo cual se trasladó a Estados Unidos, donde se desempeñó en la OEA por más de una década.
"La Rectoría fue una oportunidad de realizar cambios profundos, como la creación de institutos científicos, centros interdisciplinarios, escuelas profesionales y desarrollar un nuevo rol a la investigación que en lo básico se proyecta hasta hoy", agrega Allard, quien fue subsecretario de Educación y director de Educación Superior en los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, e intendente regional en el de Ricardo Lagos.
Hacia una catástrofe
En relación a los meses previos al golpe y el grado en que éste pudo ser evitado, Allard señala que "como rector hice los mayores esfuerzos a mi alcance", en su calidad de presidente de una comisión creada "para posibilitar diálogos frente a una realidad política muy tensionada, mucho más allá de las diferencias propias de la democracia".
"A mediados de 1973, la convivencia política a nivel nacional estaba muy deteriorada, intentamos hacer algo constructivo y creamos una comisión donde había tres senadores académicos y el presidente de la Federación de Estudiantes. Entrevistamos a autoridades religiosas, de los tres poderes del Estado y líderes de gobierno y oposición preguntándoles por una salida democrática a la crisis política y social", recuerda.
"Como Senado Académico concluimos el 5 de julio de 1973 que 'el país camina hacia una catástrofe' y que se requerían grandes consensos o terminaríamos en un tipo de dictadura", detalla.
50 años después
Al reflexionar sobre el grado de desacuerdo y polarización que se observa en el mundo político respecto del quiebre de la democracia 50 años después, subraya que la gran mayoría de la población del país no había nacido en 1973 o eran muy pequeños.
"Los adultos de hoy y los analistas naturalmente debemos dar elementos de análisis y con perspectiva de futuro. No hay una sola verdad sobre lo que condujo al golpe y como señalé, es injustificable y el ¡nunca más! se impone".
Remarca que cuando se conmemoraron 30 ó 40 años del golpe "no hubo el debate agrio de hoy", y plantea que esto responde a que "los polos políticos que controlan, por ejemplo, el Gobierno y el Consejo Constitucional, están mucho más alejados de quienes debatían hace 20 años en los tiempos de la Concertación. Pero así lo ha decidido el pueblo y nada invalida la necesidad y posibilidad de diálogo de todos los sectores".
Situación regional
En otro aspecto, sobre la situación de la Región de Valparaíso, que registra complejos índices económicos y sociales, el exintendente plantea que a pesar de ello "tiene oportunidades, con su amplia variedad de recursos y capacidades, partiendo por una población con niveles de educación relativamente altos y una educación superior de alto nivel, reconocida en Latinoamérica", cuyos profesionales, técnicos y científicos pueden hacer un aporte significativo a la zona y al país.
"Naturalmente, se requiere de capacidad de articulación de los liderazgos y optimizar el aprovechamiento de los recursos regionales y los nacionales, que son determinantes", observa y subraya que integramos un país con grandes niveles de centralización donde las políticas nacionales fijan el marco del desarrollo.
"Fortalecer los gobiernos regionales es necesario para perfeccionar la proyección de nuestro desarrollo y servir como centro de convergencia de los esfuerzos públicos y privados. Los problemas son muchos, pero existen en nuestra Región las capacidades para abordarlos", sostiene.
Menciona que en su intendencia se completaron los estudios y se asignaron recursos para iniciar las obras que condujeron al metro regional y el soterramiento de la vía férrea. Que los estudios se hayan desarrollado en la zona es revelador a su juicio de la capacidad que existe en la Región, y esa "es la base y el motor de un cambio positivo".
Democracia y corrupción
En su recién publicado libro, que define como "producto del esfuerzo que hemos hecho muchos para instalar en Valparaíso una sede de estudios sistemáticos internacionales", Raúl Allard señala que en América Latina "los procesos democráticos se desarrollan en medio de una desilusión de la política bastante generalizada".
Sobre el impacto que hechos como el caso Convenios tienen sobre la democracia, el académico indica que entre los problemas de Latinoamérica figura el de la corrupción "entendida como el aprovechamiento privado de funciones y recursos públicos".
"El rechazo a estas prácticas debe ser generalizado", como también es necesario "combatir los tráficos ilícitos, crimen organizado y los problemas de inseguridad y violencia", que son "graves aunque no exclusivos de la región latinoamericana, y requieren de cooperación internacional para ser abordados".
"Hay que combatir el desprestigio de la política fortaleciendo las instituciones, con más participación, requiriendo a los partidos mayor democracia interna y transparencia", así como "fortalecer la integración regional como un proceso permanente, por sobre las diferencias ideológicas de los gobernantes".
"El rechazo a la corrupción debe ser generalizado", y es necesario "combatir los tráficos ilícitos, el crimen organizado y los problemas de inseguridad y violencia".