"La crisis que hoy tenemos es tal, que se requiere una democracia de los acuerdos"
Hombre de la renovación socialista más que de la Unidad Popular -tiempo que califica como trágico y al cual nunca desearía volver-, el economista y empresario Óscar Guillermo Garretón Purcell (79) cree que es hora "de hacer un alto como país y proponernos construir algo donde quepamos todos", en lugar de seguir "con estas polarizaciones interminables, en que llevamos ya largos años sin resolver ningún problema económico y con Chile estancado".
Exsecretario general del Mapu, subsecretario de Economía del gobierno de Salvador Allende y diputado por Biobío el mismo año del golpe, tuvo que salir a un largo exilio. A su regreso se incorporó al PPD y luego al Partido Socialista, hasta 2019. Dedicado a la actividad privada, hoy forma parte del comité político de Amarillos y prepara para el 21 de este mes la presentación de su libro Notas de memoria. 1973-2023 (Catalonia).
Inyección de energía
Garretón nació en el Hospital Alemán del cerro Alegre y la casa familiar estaba en una de las esquinas de Independencia con Freire. Como iba al Colegio de los Sagrados Corazones, le bastaba cruzar la calle para llegar a clases. Dice que adora esta ciudad y que su deterioro le duele en el alma.
"Tengo recuerdos de muchas cosas. Cuando volví del exilio la encontré bastante decaída, pero eso no es nada comparado con lo que ocurre ahora. Cuando uno entra por la avenida Argentina y ve todo ese empleo informal, tiene la sensación de un Valparaíso que va decayendo profundamente desde hace tiempo", lamenta.
Piensa que el Puerto "necesita una inyección de energía para poder operar, porque San Antonio lo ha superado", en parte "por la despreocupación del ferrocarril de carga". Defensor del tren rápido, dice que permitiría transformar Valparaíso y la zona central en un gran complejo urbano, cosa que "algún día espero ver".
- ¿Qué más debería pasar para la recuperación de Valparaíso?
- En general, las empresas actúan exactamente igual como la gente. Si estoy en un barrio que se ha ido deteriorando, donde hay delincuencia, donde me pueden asaltar, si puedo trato de cambiarme. Tengo la impresión de que mucho de lo que hoy ocurre tiene que ver con eso. A partir de 2019 no se han creado las condiciones para que Valparaíso se recupere, es un tema pendiente que a mí por lo menos me duele en el alma porque adoro la ciudad y creo que si se restaurara sería una maravilla.
RESPONSABILIDAD DE TODOS
-¿Cuánto tiempo le demandó la escritura de sus memorias y qué fue lo más difícil?
- Tenía mucho material escrito de antes, pero he estado dedicado intensamente al libro desde diciembre. Hago una selección de aquellas cosas que me han marcado, que me han hecho cambiar y repensar, tratando que sea un texto entretenido, no latero. ¿Lo más difícil? Pasa con la memoria que uno se olvida de cosas -más cuando ha sido tan traumático como en el caso de la UP- y ese olvido responde más bien a que hay asuntos que prefiere olvidar.
-¿Y en su caso cómo se dio eso?
- He explorado mi relación con todo ese mundo a partir de algo muy especial. Y es que hoy me siento mucho más un hombre de la renovación socialista que de la UP. Lo que más yo desearía es que nunca volviéramos a ese tiempo, porque creo que fue muy trágico y que por responsabilidades de todos -no sólo de los que violaron derechos humanos sino que también de los que fuimos víctimas- terminó en una tragedia y probablemente en la derrota más monumental de nuestra historia para el mundo de la izquierda, que se expresó en muertos, desaparecidos, torturados, exiliados, exonerados y en la pérdida de conquistas sociales que habían fraguado durante decenios en Chile.
CONSTITUCIÓN Y REFORMAS
-Usted ha dicho que "una Constitución aprobada por poco más de la mitad, es tan fracasada como si fuera aprobado un rechazo". ¿Vamos para allá?
- Espero que no. Llevamos diez años o más sin responderle a la gente las cosas que demanda, y esa es una razón del desprestigio de la política. La discusión constitucional comenzó con la Presidenta Bachelet. Y si hoy día los responsables no logran un acuerdo para presentarle un texto al país y éste termina sin ser aprobado, vamos a dejar pendiente no sólo la Constitución, sino el desarrollo de Chile y la resolución de problemas como pensiones y otros. ¿Cuántos años llevamos en la discusión sobre las pensiones?
- Y las reformas tributarias…
-Llevamos diez reformas tributarias en los últimos 13 años, todas tan malas que terminamos discutiendo nuevas al poco tiempo. Entonces, es lógico que la gente esté molesta e irritada con la política, porque la verdad es que no ha respondido y, para peor, en el último tiempo el tema de la corrupción se ha transformado en un problema ya desatado.
- Se han hecho muchas reformas tributarias, pero no se ven mejoras sustanciales en áreas como salud y educación.
- En el mundo amarillo hemos estado trabajando el tema tributario y tenemos una propuesta. Hay que ver cómo se recauda y cómo se gasta la plata para una cantidad de necesidades sociales. En los últimos 30 años, de cada $100 que ha recaudado el Estado para gasto social, $80 han provenido del crecimiento y $20 de reformas tributarias. Por lo tanto, nunca las reformas van a resolver el problema de recursos del Estado sin crecimiento. No digo que no haya reforma tributaria, sino que sin crecimiento no hay reforma capaz de resolver el problema.
EMPLEO DEL ESTADO
- El tema del gasto público es controversial en estos días.
- En el tema del gasto tenemos un problema gravísimo, y es que estamos frente a un Estado que no es capaz de garantizar que las platas lleguen a la gente porque se la están robando las fundaciones. Entonces, es muy difícil pedirle que esté dispuesta a pagar más impuestos. Una reforma exige simultáneamente una discusión de cómo se van a gastar los recursos, cómo se va a impedir y bloquear estas formas de saqueo al Estado que estamos viendo todos los días. Y eso requiere medidas muy concretas.
- ¿Qué medidas, por ejemplo?
- Por ejemplo, no puede ser que haya inamovilidad en el Estado -no la hay para los privados- y que cada cuatro años, cuando cambia el Gobierno, todos los que estaban adentro se quedan y se agregan otros más. Entonces, tenemos un Estado que va engordando, que tiene una especie de obesidad mórbida, que cada día es más caro porque los sueldos son más altos. A la gente no puede pedírsele que esté dando plata para eso.
VOLVER A LOS ACUERDOS
- A 50 años del golpe, las lecturas de los distintos sectores políticos sobre el quiebre de la democracia son disímiles y polarizadas. ¿Era esperable?
- Las condiciones que se vivieron en el tiempo de la UP eran muy distintas a las de hoy, el mundo era diferente, estaba la Guerra Fría, existía la Unión Soviética. Sí es verdad que son épocas que se parecen en la situación de polarización, y en mi experiencia las polarizaciones terminan mal para los países y para sus pueblos. Durante 20 años, Chile creció, salieron de la pobreza millones de personas, porque nos entendimos y logramos consensos básicos para vivir las primeras dos décadas de la democracia recuperada. Teníamos un país compartido. La crisis actual es tal que se necesita una democracia de acuerdos como la de entonces. Si hay algo que como ciudadano yo pediría reivindicar, y creo que represento a la mayoría del país, es que haya acuerdos. Necesitamos acuerdos nacionales, porque no hay ninguna fuerza que por sí sola sea capaz de resolver los problemas que tenemos. Todas lo han intentado y les ha ido mal.
- Plantea que si bien perdura "la inmensidad ética de Allende muriendo en La Moneda", no le gustaría "que esa imagen fuera la sola herencia del tiempo de la UP".
- Más allá de la imagen mítica de Allende, porque con toda razón lo es, debiéramos pensar qué ocurrió en esos tres años, cómo se comportaron los distintos actores para llegar a un desenlace como el que vivimos. Si me pregunta a mí, yo no quisiera volver a esa época en que el país terminó tan mal, y creo que tenemos que buscar otra época en la que termine bien. Una respuesta distinta a la de los últimos diez años, donde han fracasado la derecha, la izquierda y los jóvenes que iban a resolver todas las otras cosas terminaron peor. 2
No puede ser que haya inamovilidad en el Estado y que cada cuatro años, cuando cambia el Gobierno, los que estaban adentro se quedan y se agregan otros más. Entonces, tenemos un Estado con una especie de obesidad mórbida, que cada día es más caro".
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl
"no hay ninguna fuerza que por sí sola sea capaz de resolver los problemas que tenemos".
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