Piñera regresa al ruedo en Paraguay
La inesperada reaparición del ex Presidente da para todo, pero lo cierto es que es la propia oposición la que le cedió el espacio. Corregir el relato histórico de su demonizada segunda administración y liderar a la centroderecha a retomar La Moneda parecen ser sus objetivos.
Bastante más que murmullos fue lo que provocó el inesperado pasajero que acompañó al Presidente Gabriel Boric en el avión presidencial en la visita al Palacio de López, en Asunción, para el cambio de mando en Paraguay, donde el joven economista Santiago Peña reemplazó en el cargo al hoy exmandatario, Mario Abdo, ambos de derecha: nada menos que el ex Presidente, Sebastián Piñera, quien aclaró a los sorprendidos periodistas en el mismo avión que había sido invitado por las primeras magistraturas, saliente y entrante, del país guaraní.
Peña, de 44 años, da continuidad así al conservador Partido Colorado (en el poder de forma casi ininterrumpida durante los últimos 71 años, con la excepción del exobispo católico Fernando Lugo, entre 2008 y su destitución por un juicio político en 2012), se convirtió este martes en el nuevo líder político de Paraguay por el próximo lustro, superando al propio Abdo en las internas y apoyado por el expresidente Horacio Cartes (2013-2018).
Empero, la presencia de Piñera, invitado a subirse al avión, tal como lo hiciera Ricardo Lagos para el cambio de mando de Bolsonaro a Lula en Brasil a comienzos de año, fue duramente criticado por la izquierda, que sigue viendo en el exmandantario a uno de los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos cometidos por las fuerzas de seguridad en los días del estallido social. Él, por su parte, consciente de su inesperado repunte en las encuestas, ha vuelto con todo a la escena pública con dos objetivos más o menos claros: corregir el relato histórico de su demonizada segunda administración y liderar a la centroderecha a retomar La Moneda, por medio de llamados al diálogo en materias de seguridad, probidad, desarrollo y pensiones, algo que tanto republicanos como la UDI, RN y Evópoli no han sido capaces de activar. ¿Habrá acaso una tercera intención oculta en la agenda del ex Presidente?