Correo
Beneficio sólo para la capital
He escuchado y leído con mucho dolor que nuevamente se beneficia a los habitantes de Santiago con un subsidio al transporte público. Se estipula que tendrán un tope mensual en gastos de traslado, denominado "Monto Máximo Mensual", que consiste en limitar a $38.000 el gasto mensual de quienes pagan pasaje adulto en el Sistema de Transporte Público Metropolitano.
Es realmente triste e indignante que volvamos a estar en una situación de desmedro. ¿Son los santiaguinos mejores que nosotros o es de suma importancia que se vean como la cara bonita de este país? En la Región de Valparaíso hay muchas personas que gastan más de $50.000 en movilización, pero como son de regiones tienen que pagar. Todo esto contribuye a que esta zona sea cada vez más pobre al igual que muchas otras. ¿De qué sirve la descentralización? Bueno, todos sabemos que Santiago es Chile. ¿Y nosotros?
María Rosa Vidal
Tren Santiago-Valparaíso
El Ministerio de Obras Públicas llamó a licitación un estudio clave para avanzar en el proyecto del tren Santiago-Valparaíso, anunciado en 2022. La alternativa de trazado elegida tiene mayor rentabilidad social y requiere una menor inversión por usar una faja vía existente; sin embargo, deben seguir explorándose opciones complementarias, como la construcción del túnel en La Dormida -considerado para una siguiente etapa-, lo que sería clave para rebajar los tiempos de viaje para pasajeros y cargas entre ambas ciudades. Así, el servicio será competitivo con otros modos de transporte.
La conectividad en la macrozona central se debe llevar adelante a través del tren, que es un tipo de transporte masivo y no contaminante. La mejora de este trayecto ferroviario constituye un fomento al transporte público, lo que tiene impactos positivos en cuanto a tiempos de viaje y costos logísticos, como también en medioambiente y congestión.
Alberto Texido Académico Universidad de Chile, consejero del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)
Rezago ideológico
Hay que mirar alrededor y revisar en qué nos estamos quedando en el pasado. Un vecino altiplánico decidió nacionalizar sus hidrocarburos en 2006, tuvo una bonanza de corto plazo y hoy tiene un mal presente.
Las empresas nacionales fueron una etapa del desarrollo económico, ya superada. Hoy nadie crearía una Enap, una Codelco, una Enami, porque a la velocidad del mundo de hoy serían más un lastre que un motor. Tampoco hoy se crearía una empresa nacional de generación eólica ni una de generación fotovoltaica, etc. La sola creación de una empresa nacional de algo genera incertidumbre y desconfianza entre los inversionistas.
También vemos que para hacer encajar a la fuerza las ideas antiguas en la realidad se intentan combinaciones extrañas: ¿Codelco, empresa que tiene suficiente con sus propios problemas, a cargo del litio? ¿Y por qué no Enap, si de litio sabe lo mismo que Codelco?
Como es muy difícil, quizás imposible, suprimir la ideología, la solución es aggiornar las ideas antiguas que causan nuestro principal problema: el "rezago ideológico". Claro que es difícil, pero si los chinos, usando una expresión actual, "derrocaron" una parte de su comunismo y dieron un "golpe" mundial poniendo en su reemplazo una parte de capitalismo, ¿por qué nosotros no podemos modernizarnos un poco?
José Luis Hernández Vidal
Desarrollo
Es curioso, y no deja de ser desconcertante, que muchos de los dirigentes oficialistas reúnan en su espíritu la doble motivación de derrocar al capitalismo y, al mismo tiempo, mantener una relación desordenada, corrompida, idolátrica, con el dinero, el acceso al consumo y el encanto de vivir conforme a las más enraizadas costumbres burguesas. El izquierdismo que profesan deviene en un mero discurso, más bien famélico e inane, en palabras que significan poco o nada.
Tales características se convierten en un auténtico problema para la política, para la convivencia y el sentido de comunidad, e inciden negativamente en las reales posibilidades que se le ofrecen a nuestro país de avanzar hacia un auténtico desarrollo. Si la dirigencia falla de esta manera en su catadura y proyección moral, si es de tal magnitud el abismo que separa a los líderes de los ciudadanos comunes y corrientes, si se siguen despilfarrando recursos de todos nosotros en la creación de empleos públicos innecesarios y el financiamiento de gestores de proyectos perfectamente inútiles, entonces me parece que el anhelo colectivo de conquistar el desarrollo, que en algún momento pudo avizorarse como posible, comienza a alejarse irremediablemente del horizonte vital de las actuales generaciones.
Sin firmes bases culturales y sólidos valores morales, sin una ética pública pudorosa de la integridad del patrimonio común, la verdad es que no hay desarrollo posible.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
50 años
"Chile somos todos. Hombres y mujeres que luchamos día a día para sostener nuestras familias y engrandecer la patria". Así inicia su carta Leopoldo Medina, para luego escribir sobre los 50 años.
Sí, Chile somos todos, pero hace 50 años, miles de hombres y mujeres, familias, jóvenes, niños y niñas, fueron víctimas de los horrores de la dictadura cívico-militar; horrores que hasta el día de hoy siguen vivos bajo cada techo de las familias de las víctimas.
Hace 50 años, la derecha en Chile rompió la democracia con un golpe de Estado, un golpe conocido mundialmente por sus horrores, una dictadura que dejó a más de 40.000 víctimas, más de 3.000 muertos y desaparecidos, miles de detenidos y torturados y cientos que se vieron en la obligación del exilio.
"Por el bien de la patria", justifica Leopoldo Medina los horrores mencionados. Se pueden discutir las formas de gobernar, pero no se puede discutir el quiebre de una democracia; eso no se niega ni se justifica. Las largas filas para comprar pan no justifican los horrores que ocurrieron durante 17 años.
¿Falacias? No, hechos. Hechos reconocidos a nivel mundial, hechos que hasta el día de hoy, para muchas familias, aún no responden a la pregunta "¿dónde están?". Porque hoy, a 50 años de distancia, aún hay familias que piden justicia por los horrores cometidos en la dictadura y que se encuentran en una situación en la cual cartas como la de Leopoldo faltan al respeto a la memoria viva.
Felipe Morales Pérez