Dilema de avenida Salvador Allende
Cambiar de nombre un tramo de la calle Quillota por el nombre del expresidente no pareciera un exceso. ¿Por qué negarse a ello?
Diversas organizaciones de derechos humanos, partidos políticos oficialistas y concejales de la Municipalidad de Viña del Mar volvieron a la carga esta semana con la idea de concretar el cambio de nombre de la tradicional calle Quillota de la Ciudad Jardín por la de avenida Salvador Allende, en homenaje al expresidente derrocado por la fuerza en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, fecha de la cual se cumplen 50 años en poco más de dos semanas.
La moción original de renombrar todo el trazado de la histórica arteria -que era el camino antiguo a la ciudad de Quillota- se ha acomodado a una propuesta un poco más humilde, que sería rebautizar así el tramo de la calle (desde la subida Sausalito hasta 24 Norte) que pasa frente al Cementerio Santa Inés, donde reposaron los restos mortales del exmandatario desde el 12 de septiembre de 1973, cuando fueron sepultados de manera casi secreta en el mausoleo de la familia Grove Allende, con la sola presencia de su viuda, Hortensia Bussi, y un par de familiares, cercados por una comitiva de militares.
Ya en 1990, y recién asumido, el entonces Presidente Patricio Aylwin nombró una comisión integrada por el ministro Enrique Correa, Jorge Donoso y Javier Luis Egaña, quienes con la familia Allende acordaron darle a Allende Gossens un funeral de Estado el 4 de septiembre de ese año, cuando se cumplían dos décadas de su elección democrática.
Así, ese día, fueron trasladados los restos desde Santa Inés a la Catedral Metropolitana de Santiago, donde el arzobispo, monseñor Carlos Oviedo, realizó un responso frente a las autoridades e invitados chilenos y extranjeros, para luego dirigir el cortejo fúnebre al Cementerio General, donde permanecen sus restos hasta hoy, como el de tantos presidentes de Chile.
Volviendo a la propuesta de rebautizar el tramo en cuestión, que requiere sólo de mayoría simple en el Concejo (6 de 10 votos) y un informe del nuevo Cosoc, vuelve a sentirse en el ambiente un aire de división y desconfianza -sobre todo por parte de los ediles de oposición-, aun cuando la idea en sí en nada parece un exceso a la hora de reconocer la permanencia -tanto en vida como después de muerto- de Salvador Allende en Viña del Mar.